Después de cada noche un nuevo día, una luz que despide a las sombras; un regalo divino para recomenzar, para desandar equivocados pasos, redireccionar el presente hacia horizontes claros; un sol de manos extendidas nos aguarda; para llevarnos a un nuevo amanecer; no voy a perder tiempo en el ayer, ni a perpetuar el presente con mis quejas, voy a seguir al sol de la mañana, juntaré mis pasos con los tuyos, y por caminos de esperanzas caminar a buen futuro.
“Háganlo todo sin quejas ni contiendas, para que sean intachables y puros, hijos de Dios sin culpa en medio de una generación torcida y depravada. En ella ustedes brillan como estrellas en el firmamento.” (Filipenses 2:14-15)