SEÑOR, toma el control de mi país, mete tu mano SEÑOR para evitar lo que terrenalmente parece inevitable, la frustración, el hambre y la desesperanza nos está convirtiendo en un volcán a punto de erupción, en parte de un Tsunami con inmensas olas interiores a punto de emerger y devastar a ciegas.
PADRE, cada día que pasa en este estado general de decepción, de corazones en llama por rabia acumulada, viendo partir a los seres queridos huyendo de la muerte y la miseria, dibuja ante mis ojos el dantesco cuadro de hermano contra hermano por la sobrevivencia, con muerte a la razón y viva a la barbarie.
Báñanos con tu sangre SEÑOR, ilumínanos con la luz del espíritu santo y con tu divino poder en el cual creo, recobremos la libertad que un día nos diste. Te lo pedimos SEÑOR, en el nombre del PADRE, del HIJO y del ESPIRITU SANTO, AMEN y AMEN.