La semana pasada, un periodista de Radio Nacional se refirió a Córdoba como una "provincia de mierda", y a los cordobeses como "gente de mierda". Al tratarse de una radio bonaerense, el periodista dijo lo que dijo, y la situación quedó en la nada.
En tanto, Córdoba sigue quedando como una provincia de extrema derecha ante el resto del país, exclusivamente alineada a ciertos sectores políticos. La realidad indica otra cosa: El cordobés no vota a favor de alguien, sino que vota en contra de aquellos que históricamente los maltrataron.
El maltrato de Buenos Aires hacia Córdoba es histórico: La Provincia tuvo menos años de democracia que el resto del país a raíz de todas las intervenciones que tuvo. Cuando se eligió a Obregón Cano, el gobernador más progresista que podría haber tenido la provincia, el Gobierno Nacional decidió dar luz verde a un golpe de estado por parte de la Policía de Córdoba - la misma fuerza que luego dejaría a una ciudad desamparada durante los acuartelamientos del 2013. Peor aún, ningún ejemplo sirve mejor para indicar que la historia es cíclica como este, dado que en ambos momentos históricos, la respuesta de Nación fue "que los cordobeses se cocinen en su propia salsa".