La Ciudad Universitaria de Caracas; un microcosmo reivindicador de las “ciudades ideales” del siglo XX

in arquitectura •  7 years ago 

La Ciudad Universitaria de Caracas ha sido objeto de diversos estudios, y en cada uno de ellos se ha desbordado una gran cantidad de valores históricos y culturales que explican su merecido título como Patrimonio Cultural Mundial en el año 2000. Sin embargo, hay un punto al que muy poco se le ha dado tratamiento, se trata, de la importancia que tiene la Ciudad Universitaria de Caracas como Conjunto urbano perteneciente al movimiento moderno, especialmente dentro de ese sueño de las ciudades ideales desarrolladas por modernistas (urbanistas y arquitectos) durante el transcurso del siglo XX, cuyo principal precursor nuevamente fue Le Corbusier.

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Si bien la Ciudad Universitaria de Caracas es una obra con fines académicos toca la fibra del urbanismo, y el concepto de las ciudades ideales perseguido a mediados del siglo XX, que de ser estudiado por urbanistas, arquitectos y sociólogos de todo el mundo muy probablemente puede convertirse en un modelo moderno, social y urbano capaz de influenciar nuevas concepciones no sólo en Venezuela, sino en todo el planeta.

El movimiento moderno surgido en Europa a comienzos del siglo XX, por un grupo de artistas y arquitectos vanguardistas ya tiene su lugar dentro de la historia de forma innegable e irrefutable, sin embargo, desde entonces muchos han sido los críticos, especialmente cuando este movimiento es llevado a una escala urbana y social, ejemplo de ello son las ciudades de Chardigarh en la India, y la de Brasilia en Brasil, la primera consumada mayoritariamente por Le Corbusier, y la segunda planificada y diseñada conjuntamente por Lucio Costa y Oscar Niemeyer.

Uno de los mayores críticos de estas ciudades fue Robert Hughes (1938-2012), que al parecer sintetizó bastante bien la postura de los opositores al movimiento moderno, Hughes describe respecto a estas dos ciudades lo siguiente:

Sobre Chandigarh Hughes (1979) comenta:

…Su emplazamiento era un vacío, una llanura azotada por el viento al pie del Himalaya, aquí podría crear un monumento escultórico a partir de sus dibujos, no competiría con nada, sus edificios lo dominarían todo, y así lo hacen, salvo que nunca llegaron a ser una ciudad, tienen la dignidad apasionada e inhóspita de una escultura, pero durante treinta años nadie quiso vivir aquí y así Chandigarh como tantas capitales inventadas por el gobierno de la noche a la mañana está totalmente muerta, es sublime como idea y deprime pasadas las primeras 24 horas (“Trouble in Utopia,”).

Con respecto a Brasilia Hughes (1979) agrega:

…Aquí el sueño de Le Corbusier se ha hecho realidad, el coche ha abolido la calle y el peatón está fuera de lugar, bastante fuera porque mucha gente en Brasilia no tiene coche… Así que en veinte años Brasilia se convirtió en algo que no era la ciudad del mañana, era la ciencia ficción de ayer. Nada envejece tan rápido como la fantasía de la gente sobre el futuro, esto es lo que se consigue cuando hombres honestos, perfectamente inteligentes y con talento empiezan a pensar en términos de espacio en vez de lugar, y sobre significados únicos en lugar de multitudes. Es lo que se consigue cuando se proyecta para aspiraciones políticas y no para necesidades humanas reales; se consigue kilómetros de una nada platónica hecha pulsera infectada de utilitarios, este esperamos fervientemente que sea el último experimento de su clase, el chiste utópico se para aquí (“Trouble in Utopia,”).

La opinión de Hughes en ciertos aspectos (culturales, tradicionales, locales) es bastante convincente, sin embargo, al parecer este crítico (como muchos) nunca hizo un análisis profundo de todas las obras urbanas que representaron el movimiento moderno a escala mundial, entre ellas está la Ciudad Universitaria de Caracas que si bien su dimensión territorial no se puede equiparar a los principales ejemplos de ciudades ideales del movimiento moderno; es un microcosmo urbano que al contrario de Chandigarh y Brasilia sigue siendo completamente funcional luego de casi 60 años de haber sido inaugurada, no sólo en su infraestructura, sino que también es capaz de seguir cautivando y elevando el espíritu humano hacia el progreso y todo esto gracias en gran medida al Movimiento Moderno y la “Síntesis de las Artes” ideada por Carlos Raúl Villanueva. Por ende, si esta obra resultó ser todo un éxito (ya que es completamente funcional en pleno siglo XXI) ¿se puede considerar a la Ciudad Universitaria de Caracas como un Conjunto reivindicador del Movimiento Moderno a escala urbana y social?, es una pregunta que los especialistas deberán responder.

Entonces, ese fracaso al que se refiere la mayoría de los críticos del movimiento moderno a escala urbana y social ¿no se deberá realmente a la falta de análisis y estudio de los grandes visionarios como Le Corbusier y Lucio Costa sobre las necesidades y condiciones específicas (culturales, ambientales) de una localidad? De ser afirmativa esta respuesta se le deberá librar de culpa al movimiento moderno como desde hace años se le ha atribuido, hasta el punto de sepultar estas ideas para la creación de ciudades modernas en el siglo XXI.

El éxito en el caso venezolano (La Ciudad Universitaria de Caracas) se debe en gran medida gracias a esa gran cantidad de influencias que Villanueva adoptó del movimiento moderno, permitiéndole así crear una obra que sigue siendo progresista y vigente, un hecho que contradice el engavetamiento de las ideas urbanas del movimiento moderno.

La clave de todo este éxito en la experiencia venezolana se debió en gran medida en que Carlos Raúl Villanueva examinó con exactitud: las necesidades de la colectividad, su cultura, hábitos de vida, condiciones ambientales y topográficas, logrando un equilibrio perfecto entre arquitectura, arte y naturaleza, así como una importante armonía entre las plazas, los caminos peatonales y las calles de tránsito vehicular. Es decir, el hecho de que los precursores más famosos de a mediados del siglo XX, como Le Corbusier, Lúcio Costa, Oscar Niemeyer (entre otros) se equivocaron, no quiere decir que el Movimiento Moderno a escala social sea un fracaso, Carlos Raúl Villanueva en su obra maestra lo ha dejado más que demostrado.

Es interesante hacer el siguiente ejercicio; si Villanueva hubiera ideado una de estas grandes ciudades modernas en Venezuela, al contrario de los “fracasos” de Chardigarh y Brasilia ¿esta ciudad hubiera sido plenamente exitosa? Probablemente sí, ya que Villanueva dio siempre prioridad al análisis y estudio de los diversos factores locales, sin abandonar las influencias del movimiento moderno y su sueño de la “Síntesis de las Artes”.

Asimismo, es importante acotar que el primer principio que usan los críticos para atacar el movimiento moderno a escala urbana radica en la planificación de estas ciudades ideales, dándoles más importancia a la tradición cultural que al orden y a la invención, hecho que deja al descubierto el concepto de que las ciudades no pueden ser creadas ni planificadas por uno o varios hombres, ya que estas son fenómenos históricos de una localidad específica. Sin embargo, si esto fuera totalmente cierto volviendo al caso venezolano la Ciudad de Puerto Ordaz hubiera sido todo un fracaso, cosa que no parece ya que esta idea de ciudad planificada se contrapone a los efectos históricos de Caracas y Maracay, que hoy por hoy parecen tener mayores problemas urbanos que Puerto Ordaz.

Todos estos factores convergen en el hecho de que el fracaso de las “ciudades ideales” (Chardigarh y Brasilia) no puede atribuírsele al movimiento moderno sino a la falta de inspección y conocimiento que tuvieron sus precursores sobre el entorno social general en el cuál se instauraron estas ciudades.

Por lo tanto, en las pequeñas ciudades pertenecientes al movimiento moderno, como la Ciudad Universitaria de Caracas en Venezuela, puede que habite el éxito (soluciones) que las grandes ciudades ideales como Chardigarh y Brasilia no pudieron alcanzar, un interesante aporte que sea capaz de influenciar el progreso social que necesitan hoy día diversas comunidades del mundo.

Como se dijo anteriormente en el caso venezolano La Ciudad Universitaria de Caracas es una obra con fines académicos que toca la fibra del urbanismo, y el sueño de las ciudades ideales, por tanto merece ser sometida a un profundo análisis de estudio por expertos (sociólogos, arquitectos y urbanistas) de todas partes del mundo, de esta forma puede convertirse en un paradigma capaz de influenciar nuevas construcciones urbanas y modernas en todo el planeta; un modelo creado por Carlos Raúl Villanueva, con esa forma de concebir la arquitectura y el urbanismo que Hernández (2006) llama “metamorfosis infinita” y donde lo apropiado del universo y lo local es mezclado por el arquitecto para hacerlo funcional.

Es así como podría abrirse un nuevo capítulo del Movimiento Moderno a escala urbana, y sin duda la importancia de la Ciudad Universitaria de Caracas continuará trascendiendo, pasaría de ser una obra con un título de reconocimiento global, a ser un paradigma de influencia mundial, al que se le puede denominar sentimentalmente La Ciudad Universitaria Venezolana de Carlos Raúl Villanueva, un microcosmo influyente de las ciudades ideales pertenecientes al movimiento moderno. Algo de esta aspiración pudo haber estado presente en Villanueva al comentar; “…Espero que nuestros ensayos sirvan de base para el hombre integrado del siglo XXI. Por lo menos le recordarán nuestra angustia y le harán comprender el valor del progreso”.

Marcelo Durán.

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