Por Claudia Hernández Madem
A un mes del crimen, la imagen del afroamericano George Floyd, asesinado por el oficial de policía blanco Derek Chauvin el pasado 25 de mayo en Mineápolis, reavivó al movimiento Black Lives Matters (BLM).
En las últimas semanas, esa tragedia impactó con igual énfasis en la gráfica de Estados Unidos y el resto del mundo.
Desde las calles, el graffiti cual expresión artística más contestataria, inunda varias ciudades de la nación norteña, entre ellas la propia Mineápolis, donde los creadores Greta McLain, Xena Goldman y Caden Herrera concibieron un santuario visual en homenaje a Floyd justo en el lugar del crimen.
Su rostro monocromático emerge para impedir que la ciudad olvide la injusticia y clama por el fin del presente racista en el país que alberga réplicas del llamado street art en Los Angeles, Oakland, Dallas, Seattle, Tennessee, Cincinnati, Denver y Houston.
Lo mismo aparece con un halo angelical, rodeado de girasoles o expresando su lamento convertido en consigna: I Can't Breathe (No puedo respirar).
Por su parte, las calles neoyorquinas también exhiben intervenciones bajo el lema El color de la piel no es un crimen, que denuncian otras muertes de los afroamericanos Breonna Taylor, Elijah McClain y Eric Garner, a consecuencia de la brutalidad policial.
La ola de protestas generadas por el homicidio de Floyd figuró entre los titulares de medios de comunicación como el diario británico The Guardian, cuya versión digital dedicó un dossier fotográfico donde expone cómo el arte callejero respalda el activismo a nivel global.
Así en Europa, la lucha contra la discriminación ocupa a naciones del continente como Francia, Italia, Reino Unido, España, Alemania y Bélgica, donde los grandes murales despliegan mensajes de apoyo al BLM y rinden tributo a Floyd en medio de la cuarentena impuesta por el nuevo coronavirus.
Sobresale el retrato del ícono afroamericano junto a los reconocidos defensores de los derechos civiles Malcom X, Martin Luther King, Ángela Davis y el líder soviético Vladimir Lenin, realizado por un colectivo de artistas en la ciudad italiana de Nápoles.
También, los restos del histórico muro de Berlín, conocido como el Louvre del arte callejero, da cabida a un graffiti con el rostro del norteamericano y el llamado a salvar su nombre mientras los colores del movimiento antirracista llenan avenidas en Glasgow, Milán, Belfast, Barcelona o Manchester.
De hecho, el fenómeno cuyo epicentro se marca en Estados Unidos trascendió sus fronteras para instalarse en África y el Medio Oriente, dos de los territorios más abatidos por las prácticas incivilizadas y la explotación de sus habitantes por motivos raciales.
Desde Kenya, Palestina o Pakistan se registraron expresiones artísticas a favor de la comunidad de afrodescendientes y en recordación a Floyd, cuya figura esbozó el artista Aziz Asmar junto a un No al racismo entre las ruinas de un edificio destrozado por la guerra en Siria.
APAGÓN MUSICAL POR GEORGE FLOYD
Recientemente, la industria musical viralizó la campaña contra la discriminación en Estados Unidos gracias a la iniciativa Blackout Tuesday (Apagón de martes), lanzada por las ejecutivas de marketing de Atlantic Records, Brianna Agyemang y Jamila Thomas, a través de un comunicado digital en el cual incitaron al apagón musical durante 24 horas.
A la acción, que inundó las redes sociales Twitter e Instagram bajo la etiquetas #BlackLivesMatter y #BlackoutTuesday, se sumaron cientos de artistas, entre ellos, Billie Eilish, Britney Spears, los Rolling Stones, Radiohead, Eminem y el productor Quincy Jones.
En consecuencia, los principales servicios en streaming Spotify, Apple Music, Amazon Music, and YouTube Music cancelaron las trasmisiones de sus cuentas oficiales, el martes 2 de junio, y publicaron mensajes de apoyo a la población afroamericana.
Otros importantes sellos discográficos como Universal, Sony, Warner Music y Columbia Records se suscribieron a la iniciativa junto a más de 30 compañías independientes que apoyaron la medida 'como un día de acción comprometido con un cambio significativo ahora y en el futuro'.
'Nos unimos de manera solidaria con la comunidad negra, nuestros artistas, empleados, colegas y líderes de la comunidad en la lucha contra la injusticia y la desigualdad racial', precisaron en sus cuentas oficiales.
Asimismo, las instituciones del mundo de la danza como el New York City Ballet replicaron la etiqueta #TheShowMustBePaused, a causa del abuso policial suscitado contra Floyd, cuyo deceso engrosa los múltiples casos de violencia racial en el país del sueño americano.
Por su parte, la cadena estadounidense MTV dedicó ocho minutos de silencio con la frase en negro I Can't Breath (No puedo respirar) como tributo a Floyd, quien sufrió la asfixia en igual lapso temporal en Minessota.
'Dedicamos este tiempo a todas las víctimas de la brutalidad policial y al fuerte movimiento que está luchando por la justicia', subrayó el canal en respuesta a la muerte del ciudadano estadounidense de raza negra.
Durante el llamado Blackout Tuesday, varias cadenas de radio y televisión del Reino Unido cambiaron su programación, entre ellas, BBC Radio, HBO y VH1, mientras anunciaron la trasmisión de una serie de contenidos en apoyo a la comunidad de afrodescendientes.
CINE Y PATRIMONIO CONTRA DISCRIMINACIÓN RACIAL
Desde el cine, la concientización antirracial se alzó con el retiro de la cinta Lo que el viento se llevó por la plataforma en streaming HBO Max, el pasado 9 de junio, como resultado de las protestas por el caso de Floyd.
Ya en 2017 la cinta estuvo fuera de cartelera del Teatro Orfeo en Memphis, Tennessee, luego de haberse proyectado por 34 años de manera anual.
El oscarizado filme generó controversia al interior de la industria que se revisa por dentro y ya anunció varias normativas para garantizar la inclusión e igualdad de oportunidades en los proyectos fílmicos; un reclamo permanente de actores, guionistas y realizadores negros en el circuito de Hollywood.
Destaca el director Spike Lee, quien posee una firme postura contra los males del sistema capitalista y, recientemente, publicó un documental que integra escenas de los asesinatos de Floyd y Garner con fragmentos de su aclamada película Haz lo correcto (1989) en sus redes sociales.
Ganador del Premio de la Academia y en Cannes por la cinta Infiltrados en el Ku Klux Klan, el también activista declaró a la cadena británica BBC que el caso Floyd no es nuevo y ubicó la raíz del maltrato hacia los negros hace 400 años con la esclavitud.
La lucha contra la discriminación no se libra, únicamente, en las calles o en el entorno virtual, pues trasciende a las instituciones patrimoniales como el Palacio Westminster donde se ejecuta una revisión de la colección de arte integrada por nueve mil piezas, dado el auge del movimiento BLM.
La curadora jefa, Melissa Hamnett, reconoció que muchos de los artefactos que engalanan la sede del Parlamento británico contienen un pasado racista, pues se adquirieron a costa de la esclavitud y la riqueza del colonialismo, declaró a The Guardian.
Asimismo, Hamnett reveló que, únicamente, dos estatuas rememoran a Primeros Ministros pertenecientes a la raza negra, asiática y otras minorías étnicas, del total de 300 que alberga la reconocida entidad europea en la cual se reevalúa la exhibición de retratos de antiguos colonialistas y comerciantes de esclavos.
La medida respondió al intenso debate provocado por el derrumbe de una efigie del esclavista Edward Colston, a manos de activistas del BLM en Bristol, una de las ciudades del Viejo Mundo que vivió las revueltas antirraciales en las últimas semanas.
Actualmente, los oficiales y parlamentarios abogan por la exposición de nuevas obras que representen a líderes y figuras políticas cuyo legado demuestre la diversidad étnica, más allá de la historia del Imperio Británico, estrechamente ligada a la explotación.
Ante la realidad de tales vínculos, la especialista advirtió que el Parlamento debe encontrar nuevas maneras para explicar a sus visitantes ese período de sangre y, por ello, expandirá el uso del audio, la tecnología móvil y los códigos QR, que permitirán al público tener una noción adecuada del contexto en el cual las obras de arte se realizaron en pleno siglo XIX.