En ellos se revela la mente de un alquimista que usa la imaginación como principal elemento para preparar fuertes dosis de fantasía siniestra.
–¿Qué es ese ruido?
–No es nada, hija. Es el viento. Las noches aquí son muy distintas a las de la ciudad. Ahí se oyen los coches, los tranvías. Aquí las casas son viejas. Gruñen, hasta parece que hablan.
—El laberinto del fauno (2006)
Guillermo del Toro
Nadie ama tanto a los monstruos como Guillermo del Toro.
H. P. Lovecraft los utilizó para someter a la humanidad a la fuerza de un grupo de entidades superiores y con ello demostrar su debilidad. Edgar Allan Poe metió a los monstruos en la mente y el alma de sus protagonistas para llevarnos por los oscuros laberintos de la locura y la melancolía. Richard Matheson y Stephen King, los metieron en refrigeradores, perros amistosos, autos, supermercados o vecindarios de clase media para advertirnos que el miedo está presente por doquier, en la "seguridad" de la vida cotidiana.
En cambio, Del Toro los ha usado de forma romántica, rayando lo poético, a tal grado que tiene una casa, Bleak House, llena de memorabilia, figuras, libros y películas de terror que forman una colección que impresionaría y haría morir de envidia a cualquier fanático de lo sobrenatural en la literatura y el cine. El realizador mexicano ha dedicado su vida entera a las criaturas que habitan en su imaginación desde su niñez más temprana, plasmando esa pasión y amor a través de sus cintas, guiones y novelas que han hechizado la mente de miles de espectadores.
Toda idea brillante o no (en el caso del director mexicano, en su mayoría ideas geniales) nace de una visión que se plasma sobre el papel, se bosqueja con una lluvia de ideas que vislumbran la posibilidad de hacerlo y determina las primeras características de un proyecto. Del Toro es un hombre polímata que, a la usanza de Leonardo da Vinci, plasma todo lo que bulle en su cabeza en cuadernos que son el antecedente al producto final que vemos en sus libretos, relatos y películas.
Es en la intimidad de Bleak House, donde gran parte del trabajo del nacido en Jalisco, el 9 de octubre de 1964, se gesta. En este paraíso victoriano del horror –rodeado de figuras de cera, libros antiguos de literatura, biología y anatomía–, Del Toro da rienda suelta a sus hermosas pesadillas: lee, ilustra, escribe y plasma en las páginas de sus cuadernos las semillas para sus siguientes proyectos. Resaltan en sus obras cinematográficas el cuidado visual de cada escena, plano y ángulo. Además es célebre por la creación de criaturas aterradoras, oscuras y al mismo tiempo tiernas.
Todo ello se logra a través de largas sesiones de dibujo, escritura y pensamiento. En estos cuadernos secretos se revela la mente de un alquimista que usa la imaginación como principal elemento para preparar dosis de fantasía siniestra. Si el mundo se terminara en este momento y siglos después una raza encontrara los dibujos y los libros de nuestro personaje, tal vez resultarían tan indescifrables como aquellos famosos libros incomprensibles hasta el presente: Codex Gigas o "La Biblia del Diablo", misterioso libro de la Edad Media que contiene ilustraciones siniestras; sobre todo aquella en la que un demonio hace acto de presencia sin saberse aún cuál es el significado de esta obra.