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En el Baixador de La Font Picant
En medio de esta foresta, 9 km más abajo de Llagostera, se llega al apeadero de Font Picant-Bell Lloc (km 29).
Estos dos topónimos hacen perfecta justicia al lugar.
El segundo, que en castellano se traduciría por “bello lugar”, da pistas de la hermosura de estos parajes boscosos.
El primero hace referencia a la presencia en sus inmediaciones de un manantial de aguas de gran valor salutífero.
Tal es así que la compañía ferroviaria construyó un restaurante en la estación, local que, pese al cierre del ferrocarril, sigue abierto prestando su función primigenia.
Este paraje, que transmite serenidad y calma al viajero.
Encarrila la vía en semejante estado anímico hacia espacios más abiertos, de amplios prados orlados por la sombra de las anchas copas de los pinos piñoneros.
En este tramo la traza se desarrolla sobre generosas rectas en las que los ciclistas y los caminantes son los dueños y señores.
Unos contundentes cerramientos restringen el paso a los automóviles, dejando paso franco hacia la localidad de Santa Cristina d´Aro.
La primera villa de la comarca litoral del Baix Empordá.
Baix Empordá
Como en todas las ocasiones anteriores, la estación de Santa Cristina (km 32), se conserva en perfecto estado, recuperada como casa de cultura.
Junto a la vía se despliegan las casas, presididas, por la bella estampa de la iglesia parroquial.
El tramo que lleva hasta Castell d´Aro también presentaba algunos problemas de continuidad que exigieron la construcción de un nuevo trazado.
Paralelo al asfalto pero bien segregado de los coches.
Tras las últimas casas, una larga recta entre campos de labor aproxima al viajero hacia la penúltima etapa: Castell d´Aro.
El perfil del campanario y las almenas del castillo dan la pista de esta localidad.
Cuya pequeña estación, situada en el km 35, reserva una de las sorpresas más gratas del recorrido.
Del Castell a Sant Feliu
El recinto ferroviario hace más de 30 años que perdió sus vías de 75 cm de ancho.
Pero, unos carriles mucho más estrechos, de 5 pulgadas, han cogido el relevo.
Sobre estas angostísimas vías circulan pequeños trenes, en un circuito de 700 m, que contornea la estación.
En la antigua playa de vías se ha creado una lámina de agua que el liliputiense ferrocarril salva por un gracioso puente metálico.
BaixadorObra que imita al que el carrilet de Sant Feliu tuvo para cruzar la Riera Ridaura, no muy lejos de aquí.
Tras la estación, la vía, inscrita en un pasillo entre árboles.
Efectúa un cerrado giro hacia el sur para enfilar directamente a Sant Feliu.
Ya se apuntaba atrás que el original puente del ferrocarril sobre el Ridaura había desaparecido.
Esto es bien cierto pero la segunda sorpresa que genera esta localidad del Empordá.
Es la espectacular recuperación que se ha realizado de este puente.
Una moderna pasarela peatonal atirantada de hormigón vuela sobre el habitualmente magro cauce del Ridaura.
Cruzada esta obra de ingeniería (algo desproporcionada para la sencilla obra de la Vía Verde).
Se pasa bajo la carretera de Platja d´Aro y se inicia la remontada hacia la ladera que cierra la Val d´Aro por su flanco sur.
Esta subida se realiza lejos de las carreteras, gracias a un largo y recto terraplén que permite ir ganando cota suavemente.
2 km más adelante la vía penetra en Sant Feliu.
En este mismo lugar se encontraba el apeadero de S´Agaró (km 37).
Este punto es el más indicado para los que quieran bajar a gozar de las cálidas aguas del mediterráneo.
Ya que desde allí las doradas arenas de la playa de Sant Pol apenas distan 200 m.
En este lugar, la ruta inicia un recorrido suburbano que lleva hasta la antigua estación.
Impecablemente conservada y convertida hoy en colegio.
BaixadorMuelles, talleres, edificio de viajeros y otras dependencias acogen hoy a la bulliciosa juventud de Sant Feliu.
Incluso aún es posible ver, en el extremo final de la estación.
El hueco del foso donde las pequeñas locomotoras del carrilet daban la vuelta para iniciar el retorno hacia Girona.
Una de estas pequeñas locomotoras se ha conservado como monumento en el puerto de Sant Feliu.
Ubicación no muy extraña, ya que un ramal del ferrocarril bajaba hasta las dársenas de este pequeño caladero mediterráneo.
Para recoger o dejar carga a los barcos que allí fondean.
Un poco de historia: Un tren añorado
“El Feliuet” era el nombre cariñoso con el que los paisanos de estas tierras bautizaron a “su” tren.
Tan pequeño carrilet estaba muy ligado a la historia de la comarca y su recuerdo evoca curiosas anécdotas.
Recogidas en el libro que Carles Salmerón dedicó a este ferrocarril.
Algunos rememoran las penalidades de la explotación durante la postguerra.
De aquellos viajes en que los vecinos de Girona bajaban a tomar la aguas de Font Picant o a bañarse en la playa de Sant Pol.
De las precauciones de los maquinistas para que, en los secos veranos.
No prendieran fuego con las chispas de las locomotoras a los densos bosques que se extendían entre Llagostera y Font Picant.
BaixadorSu último día de circulación, fecha contra la que lucharon todos los trabajadores del ferrocarril.
Fue una jornada luctuosa para la comarca, que se volcó en pleno en los andenes a despedir al último tren.
Poco después del cierre, un adinerado paisano de la zona inició la construcción de un tramo de vía dentro de su finca.
Comprando para ello una locomotora del Feliuet.
Las pruebas de presión de la locomotora se hicieron en los talleres de Sant Feliu.
Y al hacer sonar su silbato, más de algún vecino quiso creer que su carrilet volvía a funcionar.
Desgraciadamente, ni siquiera este raro proyecto llegó a realizarse.
Pero, sin duda alguna, la anécdota más sustanciosa del ferrocarril es aquella que evoca la salida de un tren desde Sant Feliu hacia Girona.
El jefe de estación dio la salida al tren y el maquinista puso en marcha la locomotora.
Poco a poco el tren inicia su recorrido, a muy buena marcha por cierto.
El maquinista y fogonero iban en agradable plática cuando, de repente.
Se sorprenden de lo rápido que han llegado al primer apeadero, S´Agaró.
Una vez aquí miran hacia atrás y se dan cuenta, para su sorpresa, que están solos, sin vagón alguno.
Partieron de Sant Feliu sin enganchar el tren, de ahí lo rápido del ascenso.
No quedó más remedio que dar marcha atrás y, con el rostro más que ruborizado.
Arribar a los andenes de Sant Feliu, donde una tropa de viajeros les esperaban más con ánimo burlón que de enfado.![11 apeadero de Font Picant-Bell Lloc.jpg]
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