Lucifer, el Ángel Caído de Madrid

in bellezasdeespana •  8 years ago 

Escribía Milton en su Paraíso perdido, refiriéndose a Lucifer, una frase, que aún conmovedora, constituye toda una terrible sentencia: '¡Cómo has caído del cielo, lucero brillante, estrella matutina, derribado por tierra, vencedor de naciones!. Tú que decías en tu corazón: Subiré a los cielos, por encima de los astros de Dios elevaré mi trono, me sentaré en el Monte de la Asamblea, en el límite extremo del norte. Subiré sobre las alturas de las nubes, me igualaré al Altísimo. ¡Pero en el seol, has sido derribado al extremo más hondo del pozo...!'.
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Todas las ciudades del mundo, tienen sus secretos. Madrid, como no podía ser menos, también. Uno de los secretos mejor conservados y a la vez visitados por cuantos diariamente llegan a esta urbe -recientemente nombrada como capital de la tolerancia y donde precisamente hoy finalizan los particularísimos festejos dedicados al respetable colectivo de gais y lesbianas-, es, precisamente, el Parque de el Buen Retiro, en cuyo interior, la estatua de Lucifer recibe cumplido tributo y la luz de cientos, miles de flashes que inmortalizan en píxeles para el recuerdo, este notable y romántico mito, donde la vanidad y el orgullo son cualidades tan humanas, que contemplando la extraordinaria figura del ángel caído, uno no puede por menos que sentir cierta afectuosa compasión.
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Pero la estatua del ángel caído, no es una estatua cualquiera: si exceptuamos la figura de Mefistófeles -aquél romántico personaje del Fausto de Goethe, que pretendiendo hacer el mal siempre lograba el bien- que, al parecer, se encuentra en el Capitolio de La Habana, la figura madrileña, realizada por el escultor Ricardo Bellver, se podría considerar como la única figura a nivel mundial dedicada al Diablo.
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Además de ser única en su género, podría decirse, también, que cuenta en su leyenda con numerosos e interesantes enigmas. No sólo nos remite a las complicadas consideraciones del Apocalipsis de San Juan, sino que además, nos plantea ciertos retos de intencionalidad, dignos, cuando menos, de un thriller de misterio. Por ejemplo, no es una serpiente cualquiera la que se aferra a sus piernas y tobillos, sujetándole firmemente a la tierra, sino una formidable hydra de siete cabezas, que antes de convertirse en el equivalente cristiano de los siete pecados capitales, ya tuviera un encontronazo con el héroe y semidios por excelencia de la Antigüedad clásica: Herakles-Hércules. Tampoco parece casualidad, que su emplazamiento se sitúe, exactamente, a 663 metros por encima del nivel del mar, una delicatessen técnica, realmente, si consideramos que el lugar de su emplazamiento fue milimétricamente elegido a finales del siglo XIX.
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Y una curiosidad más, sobre la que meditar: dicho lugar de emplazamiento, ocupa el centro exacto de una cruz o intersección de caminos, que recorren la magnífica extensión de este pulmón capitalino, que es el Retiro madrileño. Lugar que, como sabrá todo peregrino que haya recorrido el Camino de Santiago, era el lugar elegido por las culturas precristianas para levantar altares a los manes de los caminos, entre cuyas deidades cabe mencionar a las siempre terribles Diosas del Inframundo: Ataecina, Ceres, Hécate, Proserpina...

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