Fotografía de Becca Matimba en Unsplash
Recientemente fui invitada por una amiga a compartir un grupo de lectura entre mujeres. En el momento en que me incorporé al grupo estaban decidiendo sobre el próximo libro a leer, finalmente se escogió El segundo sexo, de Simone de Beauviour, así que en este momento leo, junto a otras mujeres de mi país y continente, este libro que no deja de sorprenderme por su claridad y profundidad.
En El segundo sexo hay argumentos biológicos, sociales pero, sobre todo, políticos, que sustentan la práctica de considerar a la mujer como otra, a partir del establecimiento del hombre como lo dominante que denota no sólo lo masculino, sino también lo humano.
Estas consideraciones, que bien pueden parecernos exclusivas de un análisis feminista de la realidad, adquieren otro cariz a la luz de hallazgos provenientes del campo de la salud.
Fotografía por Marcelo Leal en Unsplash.com
¿Por qué necesitamos considerar por separado a hombres y a mujeres en temas sanitarios?
En “Ocho cuestiones de salud invisibilizadas por el machismo”, Ramiro Navarro recoge la opinión de cuatro feministas expertas en salud, con respecto al modo en que la medicina se aproxima a la salud de la mujer, desde una perspectiva antropocéntrica de ésta. Es probable que a quien lee estas líneas lo que afirmo, siguiendo la línea argumental de Navarro, le parezca irrelevante. Sin embargo, agreguemos al contexto planteado, algunos datos relevantes como el que una mujer tiene el doble de posibilidades de ser diagnosticada erróneamente durante un ataque al corazón o como que entre un 50% y un 70% de las mujeres tienen más probabilidades que un hombre de sufrir efectos secundarios al consumir medicamentos.
Estos datos son abordados suficientemente por Esther Samper en su artículo El machismo oculto en la medicina, donde además expone la manera en la cual la investigación biomédica ha tomado al hombre como una representación perfecta de la raza humana, obviando las diferencias propias de las diferencias de género, raza o ubicación geográfica.
La autora apunta a señalar la naturalización de esta machismo, los motivos por los cuales éste ha quedado invisibillizado, oculto y, además, aceptado entre quienes somos beneficiarias directas o indirectas de los resultados de esas investigaciones. Nos cuenta la autora que, por increíble que parezca, durante siglos, las investigaciones sobre medicamentos, tratamientos y protocolos sólo han utilizado a animales machos. Esto lo han hecho sobre la base de que de haber utilizado ejemplares hembras, los resultados se hubieran podido ver afectados por cambios hormonales presentes en las hembras lo cual hubiera supuesto que todos los estudios se prolongaran durante un tiempo mayor y requirieran un presupuesto también mayor.
Nos alerta la autora sobre el extraordinario impacto que esto ha tenido en las mujeres cuando indica:
Los fármacos psicoactivos, por ejemplo, que son consumidos más frecuentemente por mujeres, han sido investigados con una desproporción escandalosa a favor de los animales machos (5.5 estudios con sólo animales machos frente a cada estudio realizado exclusivamente en hembras).
Fotografía de Imani Clovis en Unsplash
Como es de esperar, nos indica la autora, las únicas excepciones a esta práctica poco ética, vienen dadas por áreas del conocimiento científico médico orientadas a la salud femenina de modo exclusivo, como la ginecología y la obstetricia. Es decir, sólo en campos exclusivamente de índole femenina, se permitían estudios clínicos enfocados en mujeres. Un ejemplo de ello es que hasta 1993 la FDA (Food and Drugs Administration) prohibió la participación de mujeres en edad fértil en estudios clínicos, aunque no estuvieran embarazadas ni pensaran estarlo.
Concluye la autora que gracias a la acción de activistas en pro de la transversalidad de los derechos de las mujeres, han habido victorias pequeñas que han traído mejoras progresivas en el campo de la salud de las mujeres, al insistir en que las investigaciones contemplen la incorporación de mujeres entre los sujetos de estudio.
Y tu, ¿Crees que de no haber estos datos sobre el impacto del machismo en las investigaciones médicas sobre la salud de las mujeres, hubiera sido posible ponernos a pensar sobre ello?
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