“Estoy profundamente preocupada por la magnitud y la gravedad del impacto de la crisis actual en los derechos humanos, que también es un factor desestabilizador preocupante en la región”. Con esta frase comenzó su declaración Michelle Bachelet, la Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, al presentar la actualización de su informe sobre Venezuela. A continuación te presentamos los puntos más destacados de este reporte que te va a servir perfectamente para que le eches los perros a esa señora que quiere hablar contigo en la cola:
“El disfrute de los derechos económicos y sociales ha seguido deteriorándose dramáticamente desde junio de 2018. Poblaciones vulnerables, como niños, mujeres embarazadas, los ancianos y los pueblos indígenas han sido particularmente afectadas”.
Derechos económicos, dos palabras que no tenemos ni juntas, ni por separado. Suponemos que a la izquierda no le gusta que tengamos derechos económicos, como mover nuestro dinero, usarlo como queremos o por lo menos que nos alcance. Lo bueno es que al menos en la ONU ya saben que para cualquier venezolano, comprarse un Susy, es lo mismo que comprarse un Bugatti Veyron.
“El alcance y la gravedad de las crisis en los alimentos, la atención de la salud y los servicios básicos no han sido plenamente reconocidos por las autoridades venezolanas, por lo que las medidas que han adoptado han sido insuficientes”.
Por más que Maduro se empeñó en enseñarles en loop el video de él comiendo en el restaurant de Salt Bae, los miembros de la comisión de la ONU pudieron ver que en Venezuela sí hay hambre. Especialmente cuando Jaua les preguntó si le podían regalar el desayuno si no iban a terminárselo.
“El reciente apagón eléctrico a nivel nacional ha exacerbado esta situación, reduciendo aún más el acceso de las personas a los alimentos, el agua y los medicamentos, y afectando gravemente a los hospitales”.
La electricidad en Venezuela, al igual que el arrepentimiento genuino del ‘chavismo originario’, no existe. O por lo menos algo de esto pudo notar la comisión, quienes pasaron unas noches trabajando con la linterna de sus teléfonos, a pesar de que los trataron de engañar más que un vendedor de relojes en el terminal de la Bandera. Punto para Bachelet por prever que todo eso iba a pasar.
“Si bien esta crisis económica y social generalizada y devastadora comenzó antes de la imposición de las primeras sanciones económicas en 2017, me preocupa que las recientes sanciones puedan contribuir a agravar la crisis económica”.
La preocupación por que las sanciones económicas puedan ser un agravante de la crisis venezolana es real, pero según la señora María Alejandra López: “Es mejor que le quiten todo el petróleo a los muérganos chaburros esos para que se queden sin plata para darle a todos sus jalabolas y a sus jefes cubanos castristas. ¡Así es que se van a caer esos cobardes, TIC, TAC, TIC, TAC!”.
“También estoy profundamente preocupado por la reducción del espacio democrático, especialmente la criminalización continua de la protesta pacífica y la disidencia en Venezuela”.
Si vemos variables como la circunferencia, el diámetro o la masa de Nicolás Maduro fácilmente podemos explicar como se ha reducido ese espacio democrático. Lo que difícilmente podemos explicar, es como un “gobierno” que se jacta de decir que es democrático, puede tratar a la disidencia tan mal como un otaku trata el ratón de su computadora.
“En el contexto de la última oleada de protestas en todo el país en los primeros dos meses de este año, mi Oficina documentó numerosas violaciones de DDHH y abusos cometidos por las fuerzas de seguridad y grupos armados progubernamentales (colectivos)”.
Las FAES, el SEBIN, los colectivos y el DGCIM, los cuatro jinetes del apocalipsis se han encargado de entregarles una numerosa suma de pruebas a la comisión de la ONU. Para muestra los 924812934 videos que aparecen en internet como “EL VIDEO QUE MADURO NO QUIERE QUE VEAS” donde se muestra que las prácticas de la fuerza oficial puede ser algo que de lo que hasta Lord Voldemort podría horrorizarse.
“Como resultado directo de esta profunda crisis de derechos humanos, más de 3 millones de personas han huido de Venezuela en busca de alimentos, atención médica, trabajo y protección”.
¿Ya son 3 millones de personas? ¡Con razón el año pasado fui como a 64 despedidas! De hecho hemos despedido a tanta gente —los que se han ido en avión, en barco, a pie o en alfombra mágica— que de cada 10 venezolanos, 0,05 siguen en el país.
“Las divisiones están exacerbando una situación ya crítica. Existe la necesidad de un acuerdo común sobre una solución política por parte de todas las partes interesadas, con acciones para mejorar una amplia gama de cuestiones urgentes de DDHH”.
Acá está la parte que nos da miedo, la palabra “acuerdo”. Aún cuando consideramos que sí, que la política es negociación, que con acuerdos se pueden lograr cosas de manera muy correcta, que hay que sumar y convencer antes de restar y destruir, el problema es que acordar con este “gobierno” –con los que ya se ha tratado de acordar antes, sin ninguna clase de resultado– es como tratar de cuadrar una vaca en el whatsapp del edificio: IMPOSIBLE. Eso sí, de que son cuestiones urgentes, son cuestiones URGENTES.