Una tormenta está en su apogeo en la oscuridad del bosque. Las sombras son perturbadas por unas lúgubres campanas que doblan a duelo, aun cuando no existe ninguna iglesia cerca. Se siente en la pesada atmósfera una sensación ominosa, el presagio de algo fatal.
De repente, una siniestra y amenazadora guitarra viene a arrebatarnos toda tranquilidad, sobresaltándonos de terrible manera. Los fantasmales acordes vienen acompañados de una potente y nihilista base rítmica, que nos hace sentir hundirnos en una espiral descendente. La violencia se va trasmutando en una calma asfixiante; la batería nos lleva de un lado a otro mientras la guitarra desgrana tres desagradables y macabros acordes.
El ambiente está listo para que una voz aguda, nasal, chirriante nos invada los pensamientos con una historia demoniaca y apocalíptica. La penumbrosa elegía al lado oscuro del ser desemboca en un marasmo de riff enloquecidos y agresivos bajos y baterías, que nos entregan a un paroxismo difícil de digerir.
Esto que acaban de leer son los sentimientos que nos embargan a oír por primera vez la emblemática canción “Black Sabbath” del magistral e influyente grupo anónimo.
Corría el año 1969 y en las frías e industriales calles Birmingham los vientos coloridos y pacifistas de la cultura hippies no soplaron ni por error. En su lugar, la terrible opresión de miles de obreros que apenas ganaban para vivir y que se entregaban al alcoholismo para tratar inútilmente de olvidar el patetismo y mediocridad de sus existencias era lo que permeaba. La violencia de todo tipo era el pan de cada día, así como los fatales accidentes en fábricas y los cuerpos mutilados de obreros.
Solo en un lugar así se podría fraguar una leyenda como Black Sabbath.
En ese año de 1969, la banda, formada por el legendario guitarrista Tommy Iommi, al cual le faltaban las yemas de los dedos de su mano derecha, por lo cual tuvo que modificar su forma de tocar, afinando las cuerdas en tono más bajo, dejándolas menos tensas y dando el toque definitivo a lo que sería conocido como Heavy Metal. Geezer Butler sería el encargado del bajo y Bill Ward de la batería, contando con el histriónico Ozzy Osbourne con su peculiar voz al frente.
La banda, desde el principio, fue relacionada con el ocultismo y el satanismo. Aunque, en realidad, el único aficionado a estas prácticas era Geezer Butler. Cuando la agrupación era conocida como de Earth, Geezer, totalmente metido en prácticas oscuras, pintó su apartamento de negro mate, lo adorno con crucifijos invertidos e imágenes demoniacas. Un buen día, Osbourne se topó en una venta de libros usados con uno de aspecto bastante antiguo y deteriorado. Al abrirlo, vio que estaba escrito en un idioma desconocido para él, al parecer latín e ilustrado con macabras litografías de demonios y brujería. “Esto le va a encantar a Bluter” pensó Ozzy y comprando el libro, se lo regalo. El bajista no sabía latín pero quedo encantado con el libro, que realmente parecía emanar un aura oscura. Antes de dormir, lo puso en un estante junto con otros libros y se entregó al sueño. En medio de la noche, despertó entre sudores, con la extraña sensación de que alguien o algo lo estaba observando, solo para toparse con una enorme figura negra, una especie de sombra de pie frente a su cama, la figura pareció darse la vuelta y mirarlo antes de desaparecer. Obvio es decir que Bluter no logro dormir esa noche. A la mañana siguiente, busco el libro que Ozzy le había regalado. Había desaparecido.
Esta inquietante experiencia le sirvió a Ozzy de inspiración para escribir la letra de Black Sabbath.
El nombre de la canción fue retomado de una película de horror de 1963, estelarizada por Boris Karloff y dirigida por Mario Bava —originalmente llamada I tre volti della paura—, que se estaba exhibiendo en una pequeña sala de cine en Birmingham, justo enfrente del edificio donde se reunían para ensayar.
Al principio, la banda, aunque ya tenían terminada la canción totalmente, se sentían renuentes a tocarla, pues la sabían demasiado oscura y no sabía cómo reaccionaría el público. Un buen día, en un club, dijeron todos:” ¡A la mierda, hay que tocarla!”
La reacción de público no pudo ser mejor, por decirlo de alguna manera. Algunas mujeres salieron corriendo del local tapándose los oídos, creyendo escuchar la mismísima música del inframundo; los hombres se quedaron clavados en sus asientos, empalidecidos y sin saber qué hacer. La gente no hizo un solo ruido, nadie abucheaba ni aplaudía mientras la banda los sumergía en tenebres ambientes y Ozzy, con los ojos desorbitados y alucinados, como si frente de él estuvieran desplegándose el fin el mundo, les escupía la letra inmisericordemente. Lo que por mucho tiempo se creyó que era una leyenda urbana para aumentar el estatus de la banda, fue confirmada tanto por Tommy como por Ozzy, que recuerdan perfectamente la gente huyendo despavorida al tocar por vez primera en vivo Black Sabbath.
Una de las cosas más interesantes de esta canción y que aumenta su leyenda negra, es el uso del Diabolus In Musica, la “música del diablo”. El principal riff y el escalofriante requinto se construye con una progresión armónica incluyendo una quinta disminuida. Este intervalo particular conocido como Diabolus in Música, supuestamente porque ese tono contenía connotaciones satánicas. Su sonido siniestro se creía capaz de invocar a espíritus malignos. En el Medievo estaba prohibido su uso terminantemente.
La primera prohibición expresa de su utilización fue la del monje italiano Guido de Arezzo (991-1050), quien en su sistema hexacordal hizo del si una nota diatónica, que en el caso de la escala de fa, se convertirá en si♭, con el fin de evitar el tritono.
El compositor austriaco Johann Joseph Fux (1660-1741), en su libro Gradus ad Parnassum (1725), lo describió con el nombre de diábolus in música (‘el diablo en la música’).
“Para evitar la aparición del tritono, a la hora de componer se prescindía del uso del si (la «sensible», el séptimo grado de la escala) pues era un sonido que incitaba a la formación de la quinta disminuida o tritono.
El tritono ocurre naturalmente en la escala mayor como el intervalo formado entre el cuarto grado y el séptimo de la escala mayor (por ejemplo, en la tonalidad de do mayor, se forma un tritono entre fa y si). En la escala natural menor, el tritono ocurre entre los grados segundo y sexto (por ejemplo, en la tonalidad de la menor se forma un tritono entre si y fa). La escala menor melódica, que tiene dos presentaciones diferentes (ascendente y descendente), presenta el tritono en distintos lugares dependiendo de si la escala asciende o desciende.
Por lo regular el tritono se resuelve desplazando las dos notas implicadas en movimientos contrarios. Sobre todo si uno de los sonidos que lo producen es la sensible, que tiende a la fundamental. En el caso de los tritonos que se forman naturalmente, en la escala mayor el movimiento contrario será hacia el exterior, mientras que en la escala menor, los desplazamientos serán hacia el interior]”. comenta Wikipedia
Black Sabbath apareció en el álbum debut de la banda, el 13 de febrero de 1970 el cual legó a los top ten británicos, donde permaneció por tres meses. El disco y la canción lo abrían, fue un verdadero shock para los aficionados de la época. Nunca, hasta entonces, se había grabado una canción de cariz tan siniestro e incluso demoniaco, donde se mencionaba a Satán abiertamente. Ya antes los Rolling Stones habían lanzado su “Simpathy for Devil” pero aunque en su letra hablaba también de Lucifer y su letra era bastante perturbadora, su música era festiva y alegre y no causaba ningún escalofrío. Sin embargo, Black Sabbath no solo mencionaba al Maligno en varias de sus letras, sino que lo hacía en canciones poderosas y oscuras. Su tónica se emparenta más a la canción “Me and the Devil” del siniestro cantante de blues Robert Johnson, que según el mito le vendió su alma al diablo a cambio de talento música.
Una leyenda de la época era un reto a los fanáticos del rock duro de entonces. Este consistía en escuchar la canción “Black Sabbath” a medianoche, mientras mirabas fijamente su macabra portada. Esta representa a un viejo molino es tonos sepia. Junto a un ennegrecido árbol, el espectro de una misteriosa mujer vestida de negro cargando en sus brazos un gato negro también, sonreía de forma escalofriante.
Tal portada es una leyenda de por sí y de la cual se podría hablar largo y tendido.
No se sabe que pasaba si oías la canción mirando la portada, pero seguro la sugestión te hacia alucinar en algún punto, haciendo moverse a la mujer por el paisaje o alguna cosa similar.
Su disco debut le significo a Black Sabbath llevar a partir de entonces la etiqueta de “Satánicos”. Incluso fueron invitados varias veces a tocar en ceremonias ocultistas por diversas sectas. Sin embargo, la banda siempre se negó y estas llegaron incluso a amenazarlos, es por eso que el padre de Tommy, herrero de oficio, les forjo unas grandes cruces de hierro para tratar de protegerlos contras las supuestas maldiciones.
Lejos de tanta parafernalia, el primer disco de Black Sabbath fue importantísimo en la historia del rock y de la música en general. Los acordes duros y riff veloces de Tommy Iommi patentaron definitivamente el Heavy Metal, así como la base rítmica dura y seca de Gezzer y Ward aunadas a la voz chirriante e histérica de Ozzy.
La canción “Black Sabbath” está considerada como la primera de Metal, pero del Metal de verdad, el Metal oscuro, agresivo y realmente duro. “Black Sabbath” fue la primera canción de Gothic Metal, de Doom Metal, de Heavy Metal, de Speed Metal, de Stoner Metal, de Groove Metal… “Black Sabbath” fue la primera canción de verdadero Metal jamás grabada y eso nunca se olvidara.
Black Sabbath fue el inicio de todo.
El 13 de febrero de 1970 se tuvo un extraño presentimiento. El mundo se había vuelto más oscuro.