Alicia, Faria y Pricia se enfrentaban a Blazer.
“Este tipejo, ¡siempre tocando las narices!”
“Alicia, voy a atraer su atención. Sus ataques son poderosos, pero simples y predecibles. Alicia, ve a la izquierda. Pricia, tú a la derecha. Cuando de la señal, lo atacamos desde todos los ángulos, ¿entendido?”
“Entendido” - respondió Alicia con un gesto de su cabeza.
“¡Como mandes, Faria!” – incluso en mitad de una pelea, no dejaba de sonreír.
Faria fingió bajar la guardia, incluso ejecutó un bailecito para llamar la atención de la criatura.
Desde su última batalla, algo raro le había ocurrido a Blazer. Seguía luchando, pero sus movimientos eran extraños, como si hubiese perdido la razón y no tuviese el control de su cuerpo. Faria se dio cuenta de que alguien debía estar controlando a la bestia, y eso hacía que las acciones de Blazer fuesen torpes. Confiando en sus amigas y sus propias habilidades, se mantuvo en calma.
“¡¡Ehhhhh!! ¡Faria! ¿Estás bien?”
“Jaja, no hay motivos para preocuparse. Este pelele no puede ni tocarme.”
Pese a la preocupación de Pricia, la intuición de Faria resultó ser un recurso muy útil. Paraba y esquivaba las acometidas de Blazer sin apenas esfuerzo. Continuaba provocándolo, esperando que preparase un ataque lo suficientemente aparatoso para que dejase un hueco en su defensa. Pronto Blazer cayó en la trampa, y la criatura, cual marioneta, comenzó a almacenar fuerza mágica, lanzándose hacia Faria.
“¡Ahora! – gritó Faria.
Todas a una saltaron hacia Blazer. Usando el poder de su insignia, Alicia tomó el aspecto de un caballero, con una poderosa lanza en ristre. Pricia, al mando de las Cuatro Bestias Sagradas, corrió hacia Blazer, enseñando sus garras y colmillos. Con el poder combinado de las tres guerreras, el cuerpo de Blazer salió volando, cayendo tras Alicia en una nube de polvo. Su cadáver quedó lívido e inmóvil.
“Faria, te has pasado un poquitín, ¿no crees? – Alicia se quitaba el polvo de la cara.
“Confié en que pudierais hacerlo.”
“Chicas, ¿no notáis nada raro? – Pricia estaba visiblemente preocupada.
“Tienes razón, Pricia. Creo que alguien lo estaba manejando. Me preocupa que siga vivo.” – Faria apuntó con Excalibur al lugar donde el cuerpo de Blazer había aterrizado.
“¿Por qué no lo comprobamos, Pricia? Yo me…” Alicia se dio la vuelta para señalar al lugar donde estaba Blazer, pero con el polvo asentado, vio que no había nadie allí.
“¡Alicia, cuidado!”
Blazer era una criatura que había dejado todo de lado para conseguir poder. Su clan, su mundo, lo había sacrificado todo en busca del poder del Primogénito. Mientras Alicia reunía aliados en Attoractia, el Primogénito le había arrebatado a Blazer lo único que le quedaba. Su propia mente. Su voluntad había sido eliminada, sus recuerdos extirpados. Ya no sentía dolor, y su único objetivo era matar. Mientras tuviese aliento, su único deseo era la muerte de los enemigos del Primogénito. Pese a haber sufrido un golpe casi letal, Blazer había saltado muy alto, y se preparaba para caer sobre Alicia con toda la fuerza que le quedaba. Alicia, completamente distraída, miró hacia arriba en lo que creyó que eran sus últimos momentos. Una magia poderosa envolvía los brazos de Blazer. Tan poderosa que incluso provocaría la muerte de la desdichada criatura. El rostro de la bestia no varió ni un ápice, con la boca abierta y los ojos en blanco. Alicia pensó en su misión, en cómo les había fallado a Scheherazade y Kaguya al morir tan pronto.
Sin embargo, el destino tenía otros planes ese día. Antes de que el ataque de Blazer tocara a Alicia, extraños glóbulos negros se formaron en el aire, tomando la forma de decenas de lanzas que se lanzaron a por Blazer. Si encontrar resistencia, se clavaron en su carne. Su cuerpo cayó al suelo, con lo poco que quedaba de su mente desvaneciéndose para siempre.
Entonces, el misterioso atacante apareció. Envuelta en un vestido negro, parecía absorber la luz que la rodeaba.
“No alcanzo a comprender como te ha dado tantos problemas. ¿Seguro que [tú] eres [yo]?”
Alicia alzó la vista hacia la mujer que flotaba en el aire. El cielo había cambiado, y nubes de tormenta se reunían, demasiado rápido para tratarse de un fenómeno natural. También estaban los glóbulos negros, que brillaban con la luz.
“Devóralo, Schrödinger.”
“Miauuuuuuuu”
Un siniestro gato negro bajó flotando hacia el cadáver de Blazer, pero tan pronto cómo llego abajo, perdió el interés en el cuerpo y volvió con la chica que flotaba en el cielo.”
“¿Así que no queda nada de él? Patético. Solo queda esa carcasa vacía. Parece que alguien se lo ha arrebatado todo, así que no queda nada para nosotros. Que pena. En fin, hola a todos, ¿seríais tan amables de servir de alimento a mi pobrecito Schrödinger?” – La muchacha del atuendo crepuscular señalo a Alicia y a los Siete Reyes mientras hablaba.
“Si la Alicia que conocéis es un paladín de la luz, yo soy la Alicia que servirá de adalid de la oscuridad. A todos vosotros, os saludo… y os digo adiós.”
Describir lo que ocurrió como una masacre sería quedarse corto.
La chica con las ropas del anochecer, la Alicia Oscura, había preparado una trampa perfecta, sin fisuras. Había envuelto a Yggdrasil y a sus alrededores en una barrera de sombras. Su extraño poder ultramundano anulaba la fuerza de las insignias. Incluso parecía que impedía a los Siete Reyes usar sus habilidades innatas. Era como si bloquease el flujo de su magia. Alicia Oscura había invocado a un ejército entero de guerreros de sombra y había acorralado a los asistentes de la reunión.
“No te preocupes, Alicia. Estoy aquí para concederte tu deseo. Ambas queremos lo mismo. Prácticamente somos la misma persona. ¡Jajaja!”
“¿También eres una superviviente de la Tierra? ¿Por qué… quién eres?”
“Yo soy tú. ¡Yo soy tú! ¿Es que no lo ves? ¡Estoy aquí para matarlo en tu lugar!”
“Tú eres mi… no, no puede ser…”
“¡Oh! ¡Así que te acuerdas! ¡Muy bien, muy bien! ¡También lo viste, lo viste! ¡Cuando la Tierra murió, viste lo que ocurrió! Bueno, vamos a centrarnos en el aquí y ahora, ¿estamos? ¡Por favor, muere para que mi gato pueda comerte!”
Todos los guerreros sombríos habían sido creados por Schrödinger. Cada vez que el felino vomitaba una burbuja de sombras, disminuía de tamaño. Habiendo producido tantos soldados, ahora cabía en la palma de la mano.
Rezzard y Melgis fueron los primeros en caer. Melgis estaba debilitado por su batalla anterior contra Faria, y Rezzard entró en pánico al perder el control de su maestría sobre la muerte. Ambos fueron consumidos y absorbidos por Schrödinger. Al añadir su poder al suyo propio, volvió a crecer a su tamaño original.
“Me pregunto que cosa podrá hacer Schrödinger con vosotros dos. No parece que seáis un alimento demasiado sano…”
“Esa cosa tiene que ser algún tipo de insignia. Pero el problema no es ella, o esas extrañas sombras… es esta barrera. Algo tan grande y poderoso ha tenido que requerir mucha preparación. Quién la preparo tuvo que saber de antemano donde tendría lugar el encuentro… lo que significa…” – la mente de Faria bullía mientras intentaba desesperadamente manejar la situación.
Durante la pelea, había una persona que actuaba de manera sospechosa, y no era otra que…
“¡Valentina! Tú has hecho esto, ¿verdad?”
“No sé de que me hablas, querida. Intento concentrarme en la pelea, ya sabes.”
“¿De verdad crees que soy tonta? Todo esto es tu culpa, ¡lo sé! Si este mundo muere, ¡tú también lo harás! ¿Has perdido el juicio?”
“Por una vez tienes razón, mi pequeña reina. Es por ello que he decidido tomar las medidas necesarias para proteger Attoractia.” – Cada vez era más obvio que los soldados de Alicia Oscura ignoraban a Valentina.
Faria buscaba una forma de escapar de la barrera mientras luchaba por su vida. Arla, Machina y Pricia apenas podían contener el ataque. Alicia, aún impactada por el hecho de que su sombra causase tanto mal, estaba completamente paralizada.
“¡Arla, Pricia, Machina! ¡No tenemos la menor oportunidad mientras estemos aquí dentro! ¡Tenemos que salir! Yo los contendré por ahora. ¡Corred!” – Faria gritó a los restantes reyes.
“Es imposible que puedas aguantar tu sola. Armalla le debe demasiado a Gloria. Me quedaré a tu lado, Faria. Hasta el amargo final.”
“Faria, tampoco creas que huiré! ¡Las Cuatro Bestias Sagradas están aquí! Lucharemos y escaparemos todos juntos.” Arla y Pricia rápidamente se situaron a los flancos de Faria.
“Maestro, mi cuerpo no opera a su capacidad óptima. Por favor, déjeme aquí y escape.”
“Marybell, la lógica nos dice que las probabilidades de huir se incrementan si trabajamos juntos. Centrémonos en ese escenario. No escucharé ningún otro análisis de la situación. Es una orden.” – Machina se unió a Faria poco después.
“No dejaré aquí a Marybell. No es que me preocupe por vosotros, pero no puedo abandonar a mi obra maestra.”
“Jaja, como sea. No puedo decir que tenga mucha confianza, pero no tenemos elección.” – Faria estaba contenta de tener compañeros en una hora tan oscura, pero incluso juntos sabía bien que sus opciones eran escasas. Y también estaba Alicia…
“Faria, yo… yo también lucharé. No sé lo que está pasando, pero no podemos dejar que gane.”
“No, Alicia, escúchame. Tú eres la única que puedes salvar al mundo de las garras del Primogénito. Sabes más que nadie sobre el peligro que se aproxima. Si tú mueres, nuestro mundo morirá contigo. Además, lo prometiste, ¿no te acuerdas? De que le contarías a mi hermana tus historias sobre el País de las Maravillas. Lo siento, Alicia, pero no permitiré que mueras aquí.”
“Pero Faria, morirás…” Alicia fue interrumpida por Faria, con una sonrisa forzada en el rostro.
“Excálibur, te entrego mis últimas fuerzas. Por favor, llévate a Alicia al lago donde te encontré. Alicia… cuida de mi hermana.”
“Faria, detente, ¡por favor!”
Una poderosa luz surgió de Excálibur, envolviendo a Alicia. Apenas pudo cortar la sombra que cubría el cielo, pero fue suficiente para llevarse a Alicia.
“Ah, que aguafiestas. Bueno, a veces es mejor correr para luchar otro día, jajaja. Pero volviendo al tema, es la hora de la merienda y mi gatito está famélico.” Una enorme sonrisa cruzó la cara de Alicia Oscura.
“¿Piensas que será tan fácil? Somos los soberanos de este mundo, sus protectores. ¡No lo entregaremos tan fácilmente! ¡Preparaos!” Faria, Pricia, Machina, Arla, las Cuatro Bestias Sagradas, incluso Marybell, se lanzaron a la carga contra Alicia Oscura y Valentina.
“Me preguntó si estaría orgulloso de mí… jaja, vaya momento para pensar en esas cosas…” Faria hacía lo posible para contener las lágrimas mientras ella y sus compañeros se precipitaban a su muerte.
Tras la batalla, Valentina estaba sola en la cima de la colina donde la conferencia que nunca tendría lugar se había organizado.
“Tenías razón, Faria. Si este mundo cayese, sería mi fin. Pero no te preocupes, no tengo intención de permitir tal cosa.”
“Porque ahora… YO soy el mundo.”