Ángulos de improbabilidad, perspectivas inéditas de una ciudad vacía.
Durante estos últimos días he estado buscando invertir mi tiempo en actividades de auto-cultivo, meditación y espiritualidad para mi beneficio propio, algo más que estar simplemente ocupado mientras pasan las horas. Así que he decidido usar el tiempo con sabiduría y así ponerme al día con familiares retomar contactos entre otras cosas.
Estar encerrado en casa durante la cuarentena me ha servido bastante, he desempolvado libros para leerlos en su totalidad y hasta ponerme a el día con un curso de inglés desde mi celular, practicar rutinas de ejercicio pero aún así, definitivamente estar en casa cuando me prohíben salir de ella, no es de la clase de cosas que me gusta hacer, ante la probabilidad de contraer el virus Covid-19 y haberme abstenido de salir de casa solo limitándome estrictamente a lo necesario, usando gel antibacterial con frecuencia, lavado de manos y uso de tapabocas, después de haberme sentido manipulado por algunos medios de comunicación y la manipulación global del tema en redes sociales respecto a la gravedad de la pandemia, desde los primeros días de la cuarentena me habia estado sintiendo preocupado en estado de pánico y paranoia.
cuales serian las probabilidades de contagiarme tomando las medidas necesarias? conociendo los riegos de la vida no pude soportar tanto tiempo aislado, así que me anime a salir de casa la primera semana de este mes y los días siguientes con permiso de estado para desempeñarme como domiciliario.
En las siguientes fotografías logré captar una Bogotá sin tráfico en la que fui acompañado de una sinfonía otorgada por la fauna local, despejada como nunca antes la había contemplado, así fue como decidí tomar algunas fotos de estas perspectivas inéditas de la ciudad.
¿Cuáles serían las probabilidades de que alguien se haya detenido en los mismos sitios que yo para fotografiar algo que a simple vista es cotidiano, simplón o rutinario?
Allí está la magia de la ausencia y la memoria afectiva de la cotidianidad en las calles de la antes congestionada ciudad ahora sin vendedores ambulantes, oficinistas, estudiantes y otros transeúntes. Un colectivo ahora ahora en casa extrañando la cotidianidad...