La Estructura de la Realidad (XVII)

in buddhismo •  6 years ago 

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Como cada observador tiene su propio reloj, su propio tiempo, nadie más que uno mismo está justo ahora, y el ahora es una inmensa lámina bidimensional, sin grosor alguno, determinada por la distancia que la rapidez de la luz necesita para recorrer la distancia entre el observador y quien es observador del mismo.

Tú no ves el ahora de nadie, ves su pasado, y lo demás ven tu pasado y tú te ves en el futuro de ellos. Una imperceptible diferencia de espacio o tiempo, y el observador no puede observar La observación solo sucede dentro de la lámina.

Si tu hermano gemelo marcha a darse una vuelta cerca de un objeto muy masivo, regresará a tu futuro y tu verás su pasado. Y si le vas observando veras que su reloj marcha lento, más lento que el tuyo, por lo que tú estás “viajando” a su futuro sin moverte. Pero tú no puedes escapar de tu ahora. Nada fuera de tu lámina es posible que se coagule.

La lámina determina el campo total de experimentación posible. La conciencia usa el interfaz para crear el mundo, para hacer la observación. Es la linterna que dibuja un paisaje y que sin ella no hay más que oscuridad que puede esconder realmente cualquier cosa.

Nos relacionamos unos con otros gracias a nuestros respectivos interfaces, pero si y solo sí ocupamos la misma lámina espaciotemporal. Somos paquetes de condiciones condicionadas entre otras cosas por C. Nada antes o después de C puede ser experimentado, y menos mal. Sería de verdaderos locos que experimentáramos varios ahoras, y quien dice varios, dice infinitos ahoras aquí mismo.

Nuestra capacidad de comunicación está restringida a los interfaces compatibles de los observadores que ocupan la misma lámina, nunca están ahora. Son ahoras compartibles entre sí.
Pero dentro de la lámina solo la capacidad del interfaz determina con quien podremos comunicar.

Pero mientras podríamos comunicar con los devas más altos, que están en su ahora que no es nuestro ahora, pero si son ahoras dentro de la misma lámina, es imposible comunicar con un humano que estando “aquí mismo” esté un picosegundo fuera de nuestra lámina.

Tan fina es esa lámina, que no tiene dimensión. En un segundo caben infinitos universos aquí en sus respectivos ahoras.

Sin ir más lejos, conectar con devas es posible desarrollando el interfaz compatible, pero, lo que no lo es, es hablar con alguien ahora.

Ahora estás tú solo.

Totalmente solo.

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