Era un niño pobre que no pudo ir a la escuela y que desde muy temprana edad tuvo que trabajar para ayudar a sostener a su familia. Empezó vendiendo periódicos en su pueblo natal, y después, cuando sintió que ese pueblo le quedaba pequeño, trepó al tren para vender periódicos a los pasajeros, y de paso, para vender periódicos en los otros pueblos.
Empezaba a trabajar muy temprano en la mañana y volvía a casa cerca de las nueve de la noche, en el último tren de regreso, y aprovechaba su tiempo para realizar sus primeros experimentos en el vagón del tren.
Este niño lleno de ideas, con una precoz inclinación por la ciencia y la creatividad, se llamaba Thomas Alva Edison y poco tiempo después pasó de vender periódicos, a publicar el suyo propio. Se dedicó a prender a leer y a escribir, y en poco tiempo publicó su primer diario.
Después, estudió física, química, mecánica, mejoró el teléfono y el telégrafo, y patentó más de mil inventos.
Thomas Alva Edison, después de una vida dedicada a la ciencia, estaba desapareciendo un día como hoy, 18 de octubre de 1931, y gracias a él, la radio, con su música y su voz, nos acompaña.
Gracias Thomas Alva Edison, pequeño niño vendedor de dulces, frutas y periódicos. Gracias Thomas Alva Edison, inventor de tantos, y tantos milagros.