Muchas religiones y escuelas místicas afirman que el alma no muere con el cuerpo, sino que reencarnamos, que volvemos a nacer en otro cuerpo en el futuro, si es que nos queda alguna misión pendiente en esta vida. En este post, te vamos a contar lo que al respecto ha señalado desde siempre la sabiduría de la Cabalá. Te sorprenderá saber que puedes reencarnar en vida, y que puedes elegir a los maestros y almas que van a compartir contigo tu propio cuerpo, este avatar que habitas aquí y ahora.
1.- Para los hinduistas y budistas
Para comenzar, baste señalar que la reencarnación es una firme creencia del hinduismo y el budismo. Para los hinduistas, existe una especie de rueda, un mecanismo circular en el tiempo, que hace que las almas reencarnen una y otra vez, de manera cansina.
Las almas se contaminan en sus vidas, los avatares se manchan, y esas manchas no se borran con la muerte, son el karma, y se heredan en la vida o reencarnación siguiente.
Los budistas creen que el propio Buda reencarna, y esperan su venida cada tanto tiempo. Los monjes del Tíbet, mediante meditaciones especiales, descubren dónde ha renacido el Buda, y salen a buscar a ese niño, a ese avatar, para llevarlo a un monasterio en el Himalaya, donde será educado para ejercer su sagrada misión. Eso lo hemos visto en filmes como “El Pequeño Buda.”
2.- Para los cristianos y judíos
Para los cristianos, la reencarnación ocurrirá con el retorno del Mesías. Los justos, los inscritos en un cierto libro o código al que sólo se accede mediante la santidad, son quienes reencarnarán, quienes volverán a la vida. Pero esa vida está mezclada con una noción nunca aclarada de un “más allá”, un después de esta vida.
La reencarnación no la inventaron los cristianos. Como gran parte de sus creencias, la heredaron del judaísmo. No es de extrañar. Jesús no era griego ni egipcio. Jesús era judío, y durante su vida no hizo otra cosa que predicar una reforma del judaísmo, lo cual dejó muy claro cuando dijo: “No vengo a cambiar la Ley, sino a hacer que se cumpla.” Lo que posteriormente edificaron los romanos con sus enseñanzas, una nueva iglesia no-judía, es otra historia.
La versión del judaísmo, de donde deriva la creencia cristiana de la reencarnación, es muy peculiar, y poco conocida en el ámbito latino y cristiano.
Un detalle muy curioso es que la reencarnación del judaísmo fue originalmente pensada como carnal. No se trata de almas que entran en cuerpos nuevos como en el hinduismo. Van a resucitar 600.000 cuerpos cuando llegue la era del Massiach (Mesías). Se trata de una reencarnación real, strictu sensu, renace la misma carne, los mismos huesos, y el alma que lo habitó retorna a dicho cuerpo, con conciencia, con todos los recuerdos.
Es la razón por la que hay tantos entierros en Israel. Todo judío adinerado hace el esfuerzo para que sus huesos sean enterrados en Israel (ni se te ocurra pensar en la cremación), de manera de estar más cerca de la zona por donde seguramente entrará el Mesías caminando (supuestamente una tarde, por una pequeña calle en la ciudad de Safed), y así poder disfrutar de los beneficios de volver a nacer.
Tumba del ARI en Safed
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Esto implica otra vida pero no en otro mundo, sino en este mismo mundo, en una era en la que no habrá enfermedades, ni guerras, y en la que los seres humanos vivirán miles de años, como Adán, Matusalén y los patriarcas del Antiguo Testamento, o eternamente, para siempre. Al menos, es lo que han prometido los profetas que han visionado esa era del Mesías, que algunos llaman hoy en día paso de Seres Tridimensionales a seres de la Quinta Dimensión. Pero esa, también, es otra historia.
3.- Lo que dice la Cabalá
Para la Cabalá, el cuerpo es finito, mortal, polvo, y al polvo regresará. Pero el alma no, porque tiene igualdad de forma con su Creador, posee similitud con los códigos genéticos del Bereshit, del momento de la creación del universo.
Además, existe una sola alma general, llamada Adam Harishom, y cada uno de nosotros, de nuestros egos (nuestro Yo), es apenas un chispazo de esa alma.
Estamos conectados a ella, y de ella recibimos toda la información desde que nacemos hasta que morimos, e incluso después. Tuvo que nacer Carl G. Jung en el siglo XX para que entendiéramos la noción del inconsciente colectivo, algo que no agradaba a la ciencia de herencia greco-romana, porque diluía el glorioso y soberbio ego (el Yo), cuyo último gran cultor fue Freud.
Y tuvimos que llegar al siglo XXI para entender la noción de “nube” en Internet, es decir, una serie de servidores donde está almacenada y “flota” toda la información que necesitamos en la vida cotidiana. Algo como esa “nube” es el alma colectiva, el Adam Harishom. Y el Creador sería el servidor oculto, lejano, desde donde fluye la luz (la data, la información) de la creación.
Al morir, la información que estaba afincada en el cuerpo (en el hardware) regresa al servidor, al alma general, y sería la visión de luces, ascensos al infinito y todas las imágenes que de manera pasmosamente similar nos cuentan quienes han tenido la experiencia de la muerte clínica y el retorno.
Esas chispas pueden bajar de nuevo, encarnar en otro cuerpo, pero sin memoria del cuerpo anterior que habitaron, salvo raras excepciones que han sido documentadas en la India, o el caso del niño James Leininger, quien recordaba detalles exactos de su vida anterior como Jack Larson, un piloto norteamericano de la II Guerra Mundial, que murió trágicamente cerca de Japón. El niño James Leininger tenía memoria del avión modelo Corsair, el portaaviones Natoma y la batalla en la que murió en su vida pasada, y desde los dos años de edad tenía pesadillas con dicha batalla, la cual dibujaba de manera obsesiva.
Para la Cabalá, entonces, las almas no renacerían porque nunca han muerto, sino que rotarían por los diversos cuerpos, manteniendo el mismo género o sexo que tuvieron en la vida pasada.
¿Cómo afecta esto el concepto tradicional de la reencarnación? ¿Cómo es el proceso de rotación de las almas en los cuerpos? ¿Qué es lo que exactamente dicen los cabalistas respecto a la reencarnación en vida?
En el próximo post, proseguiremos con este apasionante tema.
¡Shalom!
Óscar Reyes-Matute
(Samuel Ibn Motot / שמואל אבן מתת)
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Reencarnación El caso de James Leininger