La sobreescritura es un mal que se contagia fácilmente. Está en el aire. Y no exagero: Viene de la mala costumbre de escribir como hablamos y generalmente hablamos con palabras e ideas de más. Y eso es la sobreescritura.
Para ser eficientes a la hora de escribir hay que poner en práctica el sentido común, y eliminar las ideas redundantes y las obviedades. Esto suele ser más difícil que cualquier cosa, pero se llega a controlar muy bien con la relectura de nuestros textos y determinando de forma crítica dónde hay repetición de ideas en narraciones de otras personas.
Con el tiempo, el ojo se va afinando y ya nos daremos cuenta que si escribimos que Pedro está mortalmente herido, será redundante decir más adelante que murió, pues es obvio. A veces ni siquiera la idea está plasmada tan explicitamente, sino que pequeños datos dan pistas importantes para redondear la historia, sugieren acciones pasadas, enfrentamientos, peligros, amores, etcétera. Mi relato El alcalde y el médico es un ejemplo válido que te invito a leer.
Luego están las palabras que sobran, los verbos que no significan lo que queremos expresar y los conectivos vacíos, sin aportes al texto. Te asombrará saber la cantidad de palabras que a veces usas en tus historias que si las quitas no pasa nada, no cambia el sentido, no hacían falta y, al eliminarlas, maximizas la comprensión del texto, porque hay menos palabras que procesar.
En menos palabras
Palabras vacías: 23 años de edad (cuando los años no son de edad, se específica, de resto no es necesario); el mes de marzo (¿qué otra cosa se llama marzo que no sea el mes? y en todo caso ¿el contexto ya no define que se trata del mes?), en horas de la mañana del día de hoy (una mala costumbre que se contagia por televisión y radio, por la cantidad de veces que la repiten locutores y periodista audiovisuales, y basta con escribir: hoy en la mañana); ubicado en… (la Casa Rosada, ubicada en Buenos Aires es lo mismo que la Casa Rosada, en Buenos Aires, y te ahorras una palabra).
Hace un tiempo un amigo se molestó porque me preguntó dónde estaba y le dije que en la avenida Bolívar. Quiso precisar un lugar exacto y me preguntó: ¿a qué altura? Mi respuesta fue odiosa, pero necesaria: Esta ciudad está como a mil metros sobre el nivel del mar.
Esas fallas provenientes del habla no deben llevarse al texto… y lo malo es que es común leer que ubicamos un lugar exacto con un a la altura de…
Doble verbo: Iba caminando (caminaba o camina); estaba comiendo (comía o come); logró decidir (decidió)... el doble verbo vuelve pastoso el texto y eso no es positivo si queremos una lectura más ligera.
Conectivos: No sirven para nada. Como ejercicio los invito a tomar un texto, eliminarle los conectivos, y volverlo a leer. Verán que nada le hará falta, más bien mejorará. Saca de tu mente el asimismo, el por otro lado, el en el mismo orden de ideas, y todos sus primos.
La puntuación
Mejorar la puntuación es también una forma de combatir la sobreescritura. Con el uso de menos palabras, las ideas aparecen más directas y, además de ganar espacio para dar más detalles, la lectura es como un tren que no se detiene, fluye sin más pausa que la que el autor le quiera impregnar.
Allí sale a salvarnos el punto y seguido, un signo que muchos olvidamos pero que es la mejor herramienta para hacer una narración más dinámica y fluida, separando ideas claras.
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He creado este espacio para compartir mis conocimientos sobre la redacción, la ortografía, la sintaxis y la escritura creativa. Llevo más de 20 años escribiendo como forma de vida y considero el lenguaje la principal herramienta de los humanos. Pero, no soy un gurú; nadie lo es. Solo quiero que haya mejores textos cada día y que esta plataforma sea conocida por estar llena de material de increíble calidad técnica y creativa.
La imagen fue tomada de aquí y luego intervenida por mi.