Hoy sucedió algo que me dejó pasmado de tristeza. La misa de hoy se celebró por parte de ministros extraordinarios. No por que ellos no puedan o deban hacerlo. Que nadie vaya a mal interpretarse. Seguro estoy que en las primeras comunidades cristianas asi era. Sin que eso le restará santidad. Yo, de todos, he sido invitado a ser ministro y diacono.
Pero, muy triste es no disfrutar de la ceremonia, del milagro de milagros, que por siglos fue desarrollada, hasta su perfección. Para que en unos cuantos años, se empezara a reducir a su mínimo. Tristeza por saber que en el futuro cercano, no disfrutaremos de ella ni de sus bendiciones.
Cuando uno está consciente en su corazón de lo que sucede en la misa, de lo importante de la actuación del sacerdote, de las gracias y bendiciones que son dadas, es cuando se nota y se siente la diferencia. Viene a mi mente diversos comentarios hechos por San Pío, respecto a la misa, de verdad que nos perdemos de mucho.
Y aunque Nuestro Señor Jesús siga acompañandonos, y eso es muchísimo pedir, la diferencia, la marca el momento en que vivimos. Es una pavorosa visión al futuro. Y el futuro es hoy.
No son pocas las fuentes que nos hablan de las purificaciones que en su peregrinación vive el pueblo de Dios. Tampoco, resultan pocos los proféticos mensajes de apariciones de Nuestra Madre María, así como de multitud de santos.
Vivimos en una sociedad convulsionada por la entrada del relativismo... el nihilismo... el imanismo. Finalmente, espantado, soy testigo de la continuación de aquella primera batalla, que como decimos por acá, se da sin máscaras.
Si, el cuerpo mistico de Cristo, su iglesia, está siendo despojada, dilapidada, desmantelada a su mínimo... y con ello, la expresión más grande de Dios en muestras vidas, la misa.
Sabíamos que ocurriría. Pero precenciarlo es tan triste. Lo digo con un gran pesar, profunda tristeza me causa ver a mi señor en su Eucaristía, ser otra vez golpeado, insultado, maltratado. Es verlo en su calvario. Siendo todo un Rey!
Aún así, me tranquiliza saber que el Demonio cree que desmantelado su iglesia vencerá, como creyó que crucificandolo vencería... y fue precisamente eso la causa de nuestra salvación.
Creo en la mano de Dios, en su bondad, en su misericordia. Nuestro señor ha vencido! ... pero humanamente extrañaré a grado de sufrimiento, la normalidad de la gracia que por tanto tiempo tuvimos y que quizás muchos, no aprovechamos.
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