Con seguridad pudiera escribir hojas enteras de momentos memorables en mi vida espiritual, los hay, algunos sorprendentes otros, más personales e internos. Pero consciente del dramatismo necesario que en toda prosa que se respete debe existir, he decidido compartir mis:
Cinco eventos trascendentales en mi vida, desde el punto de vista espiritual:
- El recuerdo de mis primeras confesiones. No sólo porque acudía al sacramento de la reconciliación con mis amiguitos de infancia, al templo de nuestra niñez... Es el recuerdo de la acción de mi Señor Jesús en mi alma. La ligereza, limpieza y alegría que sentíamos al recibir la absolución. Y no era una figuración, pues cuando el grupo de amigos caminabamos a casa, lo hacíamos felices, confesandonos entre risas emocionadas, lo ligeros y limpios que nos sentíamos.
- El recuerdo de ser alcolito. Mostré interés en ser acólito. Nunca fui muy bueno, pero es que tampoco fui instruido debidamente, pero me emocionaba ponerme esa "batita roja" y ayudar como pudiera al sacerdote, mi querido Padre T. Acolitar en los 15 de mi hermana, quedó en el testimonio impreso de una fotografía... ahí estaba el Padre T, dando comunión a mi hermana y Yo, en medio de ellos, con una patena.
- El curso de superación de mi primer trabajo. Hubo una actividad, en un segundo día, en donde 8 o 10 personas nos configurabamos a la forma de un barco. Barcos humanos, con la finalidad de hacernos sentir parte de esa empresa. Suponían enseñarnos sobre la unidad. Y que llegada la tormenta, equivaldría a la fuerza institucional; por lo que nos aconsejaban no soltarnos de nuestra configuración. Era una competencia entre barcos. Sucedió, que hubo gente que no alcanzó a formar parte de algún equipo, y yo estando ya agarrado de mis compañeros, y al ver la necesidad imperiosa de integrarse a un barco, no me importó soltarme y ceder mi lugar en el embuste (porque lo era!). Dijo el dirigente en voz alta "Hubo un suicidio!" "Hubo un suicidio!" Señalándome a mi como el suicidado, pues había soltado la barca. Aunque aceptó que aún no sabía que significaba "Mi suicidio" me advirtió que se lo pensaría muy bien. Ja! Yo sólo sabía, con meridiana claridad, que nada de este mundo importa, porque nada es real. Increíble, la vida representada en un simple juego de motivación institucional denunos minutos.
- La misión y el llamado. Andaba de misionero en tiempos de semana Santa. Siendo joven universitario y soltero, me uní a un grupo que salía a misiones, de un colegio de señoritas. En realidad buscaba pareja, pero como no era mi primera misión, sabía que sería divertida. Una semana en algún pueblo de la región. Sucedió que en el pueblo había gente entrañable. Me agote con la intensidad del trabajo. En especial hubo una persona, de edad madura, a quien por alguna razón Dios todo su corazón a través de mi. Me marcó, porque ese hombre encontró a Dios llorando en mi hombro. Fueron días de mucha experiencia emocional de mucha entrega. Nada sabíamos y ellos nada esperaban. Pero percibieron y recibieron con mucha gratitud la caridad con que nuestro Obispo nos mandaba. Al final del viaje, que había comenzado con mis manos vacías, lo terminaba con un corazon lleno de gozo. Entregarme de verdad al prójimo, me hizo experimentar una felicidad plena. Fue justamente el último día, antes de partir, que escuche mi llamado al sacerdocio. Terco, necio, hice berrinche a mi Señor (de nuevo, Perdón MI Señor) y dije que no, tenía sueños. Que tontería!. Aunque después seguí jugando con la posibilidad de dejarlo todo y meterme al seminario, creo que el enemigo aprovechó mi duda.
- El llamado al Diaconado. Mi Señor es insistente, sabe que reconozco la voz de mi pastor. Es aquí donde me doy cuenta que me ha elegido desde antes. Me llama a la ordenación. Pero, cómo? eres casado! Si, pero según el canon católico, el diaconado es el tercer grado de ordenación, después del obispado y presbiterado. No seré sacerdote, pero, vuelvo a mis principios, a ser ese chico distraído, que no sabía que hacer mas que entregarse a ayudar a su sacerdote.
Aclaración pertinente: a manera de constancia, quiero dejar asentado que durante mi meditación de la mañana, vi como mi futura ordenación será una realidad. Que puede ser que llegue al sacerdocio en virtud de mi futura viudez... y que volveré a vivir la situacion de la barca. Martirio? Además, por lo printo debo ser muy gentil y amoroso con mi esposa todo el tiempo que esté a mi lado. Nada me turba, porque estar a bien. Que se haga la voluntad de Dios. Hasta pronto!