John Trellie solo se podía mover arrastrándose debido a su invalidez. Una noche soñó que se curaba en un viejo pozo celta en Madron, Inglaterra. Decidió acudir al pozo, el cual se encontraba en lo más profundo del bosque.
Una vez encontrado el pozo, John oró y se bañó en sus aguas que fluían en una pileta de piedra. Volvió a repetir el ritual otros dos días... Pudo caminar e incluso llegó a ser un soldado distinguido, muriendo en batalla en 1644.
El pozo de Madrón también se utilizaba para la adivinación y al igual que otros pozos celtas paganos, con el tiempo se fue cristianizando y acudían más personas para ser curadas.
Para los celtas, los manantiales era entradas al inframundo. Se les creía curativos porque las aguas procedían del interior de la madre naturaleza.