Saludos amigos!

Es costumbre de muchos habitantes de la ciudad de Caracas, emplear una parte de los días domingo para subir al majestuoso Cerro Ávila, o como lo llamaban los índigenas, el Waraira Repano; esa buena costumbre en mi caso particular, la realizo desde mi época de haber culminado el bachillerato, por allá a finales del siglo pasado (suena distante dicho así), recuerdo que era una época donde debía tomar muchas decisiones importantes que afectarían el resto de mi vida, decisiones como la carrera profesional que en definitiva iba a estudiar y buscar donde hacerlo, también esa búsqueda del primer empleo que nos lleva a esa corta edad a tener que desarrollar distintas estrategias para alcanzar uno, que por un lado te permitiese estudiar en paralelo a dicho empleo y a su vez ganaras lo suficiente como para costear esos estudios y los gastos más comunes, siendo que, ya mis padres habían hecho muchísimo y me tocaba a mí, no sólo cubrir mis propios gastos sino ayudarles en alguna medida.
Todas esas inquietudes les confieso que fue en el Cerro Ávila, en la tranquilidad de la compañía de la naturaleza, y la relajación que se siente una vez alcanzada algunas de sus cúspides, donde logré discernir que curso de vida tomar y las decisiones, que según la óptica de un joven muchacho, serían las mejores para alcanzar las distintas metas de la vida, tales como: graduarte, comprar tu primer carro, adquirir tu primera vivienda, establecerte en una relación, así como aquellas propias de todo muchacho que recién culmina sus estudios de secundaria.
Es quizás muy agobiante por ejemplo cuando decides subir por la zona de cotiza, y emprendes ese pequeña escalada, para lo cual cada vez que subes vas obteniendo experiencias que te permiten establecerte estrategias a seguir y lograr en menor tiempo, cada vez, llegar por ejemplo a la zona de "Los Venados" donde puedes simplemente tirarte en la grama y recuperar algo de toda la energía puesta para llegar allí; como premio saborear algún sabroso helado de "vasito" y tomar ingentes cantidades de agua o "gatorade" (en otras épocas hasta un muchacho sin empleo se daba ese lujo, de comprar bebidas energéticas), siempre con la satisfacción de haber alcanzado la meta, y es justamente esa sensación de triunfo la que te motiva y ayuda a seguir adelante y no desfallecer en tus objetivos de vida.
En otras ocasiones subo por Altamira, pendiente mas corta, pero con mayor nivel de inclinación que la subida de cotiza, representa ya un reto deportivo ha alcanzar llegar en el menor tiempo posible a la zona de "Sabas Nieves", donde una vez alcanzas llegar a la última curva, te encuentras con un pequeño espacio plano, lleno de personas realizando ejercicios, unos con un alto nivel de intensidad, otros en menor nivel pero no menos importante, lo cual, a pesar de literalmente llegar extenuado te llena de una energía tal, una vez que tomas unas bocanadas de esa agua natural, pero muy fría y tremendamente fresca que recuperas nuevamente el entusiasmo y te dispones de inmediato a hacer la cola para montarte en las barras paralelas y realizar algunas repeticiones, luego (dirían algunos, de forma "masoquista") realizas nuevamente la cola para hacer, en mi caso, unas pocas repeticiones del ejercicio denominado "cristo" y por supuesto las infaltables flexiones de pecho y abdominales en las tablas inclinadas que están dispuesta para tales fines.

Claro no todo el tiempo subes sólo y haces ejercicios, otras veces logras convencer a familiares y amigos, en algunos casos, no muy dados a realizar actividad física, para que te acompañen en esa pequeña aventura de retar al imponente y protector Cerro Ávila, y después de haber auxiliado a algunos con un "pedazito de chocolate" o un "caramelito", luego de haber tenido un pequeño "bahio" sin llegar a desmayarse, o de esperar a otros que aunque asumen el reto, no tienen la resistencia requerida todavía; aún así todos llegamos a la meta y luego arriba sólo queda reírse de las anécdotas que quedan del momento y pasar un rato bien chévere compartiendo y disfrutando de una vista sin igual de la ciudad de Caracas, en medio de sonidos de murmullos de las conversaciones de las demás personas y de sonidos muy relajantes de la naturaleza.
Y bueno, ya me llene de entusiasmo y nada me despido para ir nuevamente al reto de muchos domingos!