Las pulsiones de San Miño

in cervantes •  6 years ago 

MI gente por acá les dejo esta primera entrega de parte de una novela que estoy escribiendo y que por supuesto permanece inédita. Espero puedan comentar su parecer. He aquí el primer capítulo.

I
Caminaba dando mis dos respectivos pasos por cada división del piso del aeropuerto. Quería hacerlo igual que cuando era niño allá en La Asunción. Y donde pisar la raya que dividía cada cuadro del piso de la plaza Bolívar, mientras caminábamos, era como infringir una ley milenaria cuya violación nos condenaría a indescriptibles e inconfesables tormentos. Pero cuarenta y cinco años después, aquí en el aeropuerto de Maiquetía, pisar esa raya me sigue pareciendo la violación de todas las leyes del universo. Será por eso que voy dando los pasos con una simetría ridícula: dos pasos por cada cuadro. Simetría que soy incapaz de violar a pesar de que dos niñas parecen darse cuenta de mi matemático y absurdo ritual. Pienso: que importa someterme a la vergüenza de que las dos muchachitas se burlen de mí, con tal de no romper el equilibrio del cosmos, osando, siquiera, rozar la raya con el zapato, o, peor aun, dar tres pasos por cada cuadro. Finalmente llego a un mar de cerámicas azules en donde ya estoy a salvo de ser el causante de atroces alteraciones de la galaxia. En este piso, menos uniforme, puedo librarme del yugo de la precisión de mis pasos.


Fuente

Apenas chequeo en la pantalla de itinerarios la hora de salida de mi vuelo a Porlamar. Sigo buscando ciudades con la mirada y consigo a Maracaibo a las 7:30 y a Maturín a las 8:00, se me antojan remotas, brumosas, casi sin identidad. Tal vez el aire acondicionado y el sonido de los altavoces del aeropuerto las hayan puesto tan de otro país. Pero la risa ronca de una mujer bellísima que coquetea, para mi mayor envidia, con un hombre que a todas luces es su marido de toda la vida, me saca de mi perezosa distracción y me pone de nuevo en el ni tan tranquilo ni tan bullicioso ambiente del aeropuerto. Observo a la mujer y esta vez si parezco estar concentrado en su belleza pero no, otra vez empieza el lento braceo en los viejos recuerdos. Tengo ya diez años sin ir a Margarita. Entre una cosa y otra: los maleficios de la ciudad, los maleficios de la psiquiatría y los maleficios de la memoria, Margarita se me ha puesto lejísimos. Nadie me creería que en ese tiempo he estado tres veces en Bombay y dos en El Cairo. Para mi mayor fortuna allí en el aeropuerto no hay mucha gente a quien explicar esas razones.


Fuente

Sin darme cuenta ya estoy a bordo, solo la cercanía de un juguito de manzana, como lo llama la aeromoza, a mi cara me hace percatarme de que no nada más estoy a bordo, sino que también estoy a punto de llegar a Margarita. Se siente en el ambiente esa euforia caraqueña contenida, tan sabrosa como inexplicable. Una extraña pulsión vibra a bordo. Todos parecen estar ansiosos de bajarse y desparramarse por la isla, todos menos yo, que pareciera ser el único en el avión que no sabe a que va. Por un momento quisiera ser también un turista y sentir la opresión desmesurada de quien llega a un lugar para divertirse. Pero tengo demasiado salitre en el ruedo del pantalón.

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Esta novela pinta bien, hermano. Espero la próxima entrega. Saludos.

Muchas gracias @acostacazorla pondré pronto la segunda entrega. Gracias por leerme. Un abrazo

Se ve y lee interesante tu novela en ciernes a través de esta entrega, muy bien escrita y que despierta expectativas. Pendiente de próximos avances, @cantantecumanes. Saludos.

Muchas gracias @josemalavem por leerme. Muy pronto estaré poniendo la segunda entrega . Un abrazo.

ya la coloqué profe @josemalavem puede continuar leyendo cuando guste

Empecé por la segunda entrega y ya estoy aquí, como el cangrejo pero segura. La novela engancha. @cantantecumanes, me devuelvo al capítulo II

MUchas gracias @evagavilan por leerme. Seguiremos colocando los capítulos.