Perderte Jamás - Primera Parte
Segunda Parte.
Cuando mi padre abrió la pequeña puerta trasera de la casa de mis abuelos, entró mucha agua y escombros producto de la inundación. Se elevó rápidamente el nivel del agua. Tanto adultos y pequeños caímos. Mi madre y mi tía se aferraron a una ventana ubicada en el patio. El agua las había empujado hasta allí. Las golpeó con fuerza, pero pudieron asirse al ventanal. Jamás soltó a mi hermana y, por su lado, mis dos hermanos se ayudaron mutuamente a levantarse, mientras mi padre me auxiliaba a mí. Los otros eran mis primos que ya se encontraban a salvos también.
El agua siguió entrando, pero al nivelarse cesó la turbulencia. Mi madre respiraba con dificultad, luego de semejante susto, mi tía Jacinta estaba muy agotada. Ella era hermana mayor de mi papá; con cierta obesidad, no le era fácil manejarse en aquella situación. Mis dos primos Rubén y Joseph estaban también aferrados al ventanal.
La corriente afuera de la pequeña puerta era mucho mayor. Debíamos pasar un trayecto de unos diez metros para llegar a la orilla y ponernos a salvo. El agua pasaba con mucha fuerza debido al desborde total del río. Si nos arrastraba la corriente no habría ninguna oportunidad de salvarnos. Mi padre pasó revista rápidamente de cada uno de nosotros y vio que estábamos más o menos bien; pero, no había mucho tiempo que perder. Su observación fue interrumpida por un ruido enorme que hizo un inmenso árbol al quedarse atascado en el orificio de la salida del patio. No veíamos hasta donde llegaba el extremo del árbol, porque éste tapó toda la visibilidad. Lo que parecía una desgracia adicional se transformó en nuestro puente al otro extremo de río improvisado. El árbol estaba atascado, pero no duraría mucho tiempo en esa condición. El mayor peligro era quedarnos allí.
Mi padre me dejó a buen resguardo con mi madre, luego se movilizó como pudo hasta la pequeña puerta, observó lo difícil que era salir de allí. Mi hermano Jesús, el mayor de todos, lo siguió y también trató de ver cómo salir. Se hundieron en esas aguas turbias y supongo que tantearon una salida bajo las aguas. Cuando ví que se hundieron sentí una angustia de muerte. Pensé todo el peligro que corrían, pero al verlos salir, primero mi hermano y luego papá, me sentí mejor.
El árbol estaba ajustado a la entrada, pero su tronco se movía con la corriente levemente, en poco rato cedería y continuaría su camino río abajo. El tiempo apremiaba, discutían cómo pasarnos a todos, uno a uno, pero era obvio que había que hacerlo de inmediato. Mi padre organizó rápidamente el orden, pues por la puerta sólo podía pasar uno a la vez. Había que bajar por debajo del agua y subir del otro lado de una gran rama. Primero pasó mi hermano mayor, quien nos esperaría del otro lado de la puerta, una vez pasado el tronco y las ramas que estaban ubicadas allí. Mi padre decidió que yo, siendo el menor debía pasar primero.
Al tomarme papá del brazo, mi corazón parecía estallar. No podría hacerlo. No sabía nadar. Ni siquiera mantener la respiración. Lloraba, lloraba mucho ante tal angustia. Mi padre me tranquilizó al principio, hasta que me gritó fuerte. Me dijo que ya era un hombrecito y que debía ser valiente. Estaban perdiendo mucho tiempo conmigo. Al final accedí. Al hundirme en semejante agua pensé que hasta allí llegaría. Comencé a pasar por aquellas ramas, me golpeé, pisé piedras y lodo, me arrastré como pude hasta el otro lado. Las ramas me lastimaron y no veía el momento de levantarme a respirar. Cuando ya perdía el sentido de la dirección sentí la pierna de mi hermano y luego su brazo. Respiré profundo al salir de allí y mi hermano me sostuvo fuerte con uno de sus brazos. El otro lo usaba para sostenerse. La fuerza del agua se lo hubiera llevado.
Comenzamos a atravesar el fuerte río. Yo, evidentemente, no tocaba fondo; me sujeté muy fuerte a mi hermano. El árbol no tocaba la otra orilla. Las raíces hacían más difícil el paso, sólo quedaban unos pocos metros, pero allí la corriente era más fuerte; sin embargo, el nivel del agua era menor. Mi hermano me pidió que me montara en su espalda y comenzó a gatear hasta la orilla. Tragué algo de agua, me aferré a su cuello y posiblemente lo lastimé. Si no lo ahogaba el agua lo asfixiaba yo. Nos arrastró el agua unos metros abajo, pero también nos sacó a la orilla. Logramos pasar. Para regresar al tronco subió por la ladera unos pocos metros río arriba, para poder volver al punto inicial. Al echarse al agua fue arrastrado y golpeado con el tronco. ¡Pobre hermanito! Estaba dando la vida por su familia. Mientras eso ocurría mi padre hacía pasar a mi hermana Karen. Ahora le tocaba el turno a mi padre; quien dejó descansar a Jesús, para traer a mi hermana. A él se le hizo más difícil. Al llegar al extremo el árbol estaba más retirado de la orilla; mi papá logró pasar con gran dificultad. Lanzó el bolso de provisiones a la orilla y al dejar a mi hermana volvió a luchar contra las aguas turbulentas.
Inmediatamente después regresó al tronco descansó un poco, pero no había tiempo para tanto. Yo me encontraba sumamente cansado. No me quería imaginar cómo se encontraban mi papá y mi hermano Jesús. Procuré subir una pequeña pendiente desde donde podía observar a mi familia salir de allí. El tronco se había alejado bastante, el agua había aumentado su fuerza y se agotaba el tiempo. Seguía lloviendo una llovizna persistente y una brisa fría.
Todo se empezó a complicar después de pasar a mi hermana Karen. El tronco se estaba saliendo del lugar; pero ante nuestros ojos ocurrió algo que aún me estalla en la cabeza al recordar. El agua se enturbió mucho más. Comenzaba a crecer. Nuevas olas y más fuertes comenzaron a azotar la pared trasera. Mi hermano súmamente cansado luchaba con aquella fuerza descomunal, hasta que sus brazos no pudieron más y se fue con la corriente. Yo grité al ver aquello, sus brazos intentaban salir, pero era inútil. Seguidamente, el tronco se movió mucho más y con él cedió la pared de la casa. Ví como una inmensa ola de lodo, piedra y agua golpearon sobre toda mi familia. Mi hermana gritaba desconsolada y yo no daba crédito a lo que estaba viendo. Toda la casa fue arrancada de sus bases.
Comenzamos a entender que era un enorme deslave que bajaba con toda la fuerza. La casa de mis abuelos se hizo añicos con ellos dentro. No pude ver a mis familiares, pues se confundían entre lodo, piedras y agua. Comenzó a subir rápidamente el nivel y nos dimos cuenta que peligrábamos también nosotros. Mi hermanita me agarró por el brazo y comenzamos a subir por el cerro, casi gateando, pues todo estaba resbaloso. Oíamos ese espantoso ruido del agua, las piedras y el lodo bajando ladera abajo. Mientras nosotros subíamos montaña arriba de rodillas a ratos.
Cuando nos vimos suficientemente arriba, caímos tendidos en el suelo llenos de maleza húmeda. Allí lloramos amargamente la muerte de nuestros familiares. Así estuvimos por mucho rato. No podría decir cuanto tiempo. Sólo nos teníamos el uno al otro. Ella me abrazaba, en medio de esa selva y yo sentía que me habían arrancado las entrañas con aquella pérdida. Lloramos mucho, hasta quedar hastiados. Mi hermana tomó el control y me dijo que debíamos buscar salir de allí; sabíamos que hacia abajo era imposible; pero, quedarnos allí era muy probable que moriríamos también de hipotermia. Teníamos mucho frío. Seguía lloviendo muy fuerte y el cansancio nos estaba agotando. Si nos quedábamos allí no pasábamos la noche. Así que empezamos a caminar.
Caminamos alrededor de una hora. Llegamos a una pequeña cueva. Caía agua por un lado, pero tenía una pequeña zona seca. Al menos allí estaríamos bien. No sabíamos qué hora era; pero, sentíamos mucho cansancio. Sólo allí tomamos conciencia de lo herido que estábamos. Los pies y piernas lacerados, golpeados. Nos lavamos con el agua de aquella gruta. No habíamos probado alimento durante ese día. Así que mi hermana comenzó a hacer un inventario de lo que había en el bolso. Yo sólo pensaba en la imagen que me revolvía las entrañas, al ver cómo la casa de mis abuelos, con toda mi familia era arrasada por semejante aluvión. Me encontraba acostado, viendo una y otra vez esa horrorosa imagen. Mi mente de niño no podía soportar tal tragedia. Mis abuelos, tantos recuerdos hermosos. Mi mamá y mi papá, sus juegos, sus mimos, sus cuidados. Mi hermano Joaquín, no lo podía creer, tan lleno de vida. Mi tía Jacinta y mis primos, Dios, ¿cómo pudo pasar todo esto? Y mi hermano mayor, mi orgullo, mi ejemplo. Quien me defendió incluso cuando no tenía razón. Recordé en ese momento tantos ratos de alegría y felicidad juntos. El me enseñó a leer, a caminar y me estaba enseñando a jugar ajedrez y su último gesto: salvar mi vida. ¡Hermanito! -¿Cuanta falta me vas a hacer? Lloré mucho, largo rato…
Repetía en mi recuerdo esa escena una y otra vez. Al vivir nuevamente esa situación sentí que una roca inmensa me caía encima. Salté volviendo en mí y noté que mi hermana me acercaba un pan con algo untado. No me percaté de lo que era. Sólo probé un poco, pero me cayó muy mal en el estómago. Aún sentía nauseas de ver tanta agua correr a mi alrededor y saber que ésta fue la causante de la tragedia de mi vida.
Estuvimos en silencio durante el resto del día. Descansando y aceptando nuestra condición. allí dormíamos a ratos y comenzamos a sentir la oscuridad de aquel bosque. Nuevamente el terror comenzó a apoderarse de mí. Debíamos hacer algo de fuego; sin embargo, mi hermana ignoraba completamente cómo hacer eso; además, todo se encontraba mojado. En el bolso había una manta, que pretendíamos usar para colocar en la arena de la playa. Ésta, envuelta en un plástico, se conservó un poco seca; así que fue lo que usamos para taparnos del frío. Terrible noche que pasamos. Tenía fiebre y deliraba. Sentía a mi mami, su presencia, sus cuidados, me acariciaba y tomaba la temperatura con sus manos. Era, realmente mi hermanita que estaba pendiente de mí, por ello casi no durmió. Esa noche fue la noche más larga que haya podido vivir.
Al día siguiente salió el sol. Ese sol que hacía días no veíamos brillar hoy lo hacía. Aún estaba nublado en algunas partes, pero ya la lluvia había cesado. Necesitábamos buscar ayuda. Estábamos perdidos en aquella selva y no eran muchas las provisiones. A lo lejos oímos el sonido de un helicóptero. Mi hermana salió de la cueva, pero estaba un poco alto, debíamos buscar algún claro para ser visualizados; así que decidimos salir y caminar lentamente. Sólo allí me di cuenta cuán dolorido estaba. El cansancio, la mala noche y el dolor de mi familia eran demasiado para un chico de mi edad.
Aquel día logramos ser rescatados. Nos debimos ubicar en un lugar visible para ser vistos. Al vernos bajó uno de ellos con una cesta para subirnos. Vimos desde arriba toda la destrucción del estado Vargas. Ese día 15 de diciembre de 1999 no sólo mis sueños cambiaron: mi vida cambió, la vida de muchas personas también. Ese día la muerte visitó aquel lugar dejando llanto y desesperanza en muchas familias. En ese helicóptero sentimos la calma de saber que ya no moriríamos en aquel lugar que no pasaremos una noche más en la penumbra de la selva. No supimos nunca de nuestra familia. En nuestro interior se había generado una oscuridad mucho mayor que la de aquella selva. Esa penumbra nos duraría toda la vida y, con la conciencia de saber que mi hermana y yo estábamos vivos porque mi hermano mayor y mi padre, en su interior, con su noble acto casi divino nos dijeron: “perderte jamás”.
César Delgado - @cesard26
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Este post está dedicado a todas aquellas personas del estado Vargas que perdieron sus familiares en esa tragedia. A quienes se quedaron les deseo todo el consuelo; a quienes nos dejaron ese día, mis oraciones por su alma y que Dios les dé el descanso eterno. Amén.
Agradecimientos:
Agradezco a todos aquellos que me apoyaron en la primera parte de esta historia, a quienes les dedico este fragmento. Especialmente al equipo Cervantes, específicamente a @sancho.panza. También darle las gracias a @darius86, @lopezdacruz, @poesiaempirica, quienes agregaron comentarios motivantes. Lo valoro mucho. Y agradecimientos a todos aquellos que votaron por este post. Y a aquellos que sé que lo harán. Gracias a todos.
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Extraordinario. El final me hizo mantenerme en vilo todo el rato. Y la narraccion sin mucho adorno y directa me impacto. Me has dejado sin palabras. Si se pudiera poner favoritos en Steemit, esta segunda parte estuviera entre ellos. La verdad que muy bueno
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Me alegro que te haya gustado @poesiaempirica. Siempre es un gusto para mí que sea bien recibido. Gracias por tu apoyo. Es sumamente valorado. Exitos en Steemit!!!
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Excelente Historia !
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Me alegro que te haya gustado @cooperacion. Estamos para servir. Pronto haré otras para el disfrute de toda la comunidad. Exitos!!!
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Welcome to Steem @cesard26 I have upvoted and sent you a tip
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Thank you @bottymcbotface.
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follow for follow plz
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Excelente historia! me ha mantenido atrapado y con ganas de seguir leyendo más!
Te recomiendo utilizar mejor los Tags; el tag Introduceyourself, se tiende a utilizar para la publicaciones introductorias , como por ejemplo el primer post que se acostumbra a realizar en Steemit, donde hablas sobre ti.
Es una excelente historia, pero recuerda utilizar los tags de manera adecuada, la idea es que los lectores logren localizar los post que le gustaría leer de acuerdo al tags. Los tags deben describir el post en si.
Saludos y steem on
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Gracias. Lo tomaré en cuenta. Excelente aporte @cooperacion.
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