Simona, véndeme un mango. Retazos de vida dura.

in cervantes •  7 years ago 

Quizá algún día aprenda a colocar los títulos, hoy haré honor a mi error frecuente.


  

Simona era nueva en Steemit, trabajaba en una computadora pequeñita, sus amigos le preguntaban ¿por qué tienes los ojos rojos, Simona? Y ella no decía “para verte mejor”, no, ella les decía que era su nueva ocupación, que escribía y escribía y en algún rato producía. Sus conocidos acostumbrados a sus juegos de palabras no preguntaban más.

  

Simona tenía el cuerpo raro, dos jaboneras inmensas se le habían hecho en la parte superior del pecho, producto de la pobre dieta que ahora consumía, pero extrañamente los músculos de las piernas se le habían desarrollado exageradamente. Sus conocidos le preguntan el porqué de ese extraño fenómeno, pero ella no les explicaba que de tanto correr a desenchufar los electrodomésticos cada vez que un apagón se presentaba, había adquirido no solo músculos sino también velocidad. Ella simplemente los veía con sus ojos de coneja blanca y soñaba.

  

Simona aparte de los ojos rojos también los tenía “puyúos”, sus amigos no le preguntaban el porqué de esas cosas, porque ahora todos los tenían así, por haber realizado el curso de Visualización Fugaz en Bolsas Ajenas que habían aprobado con excelentes calificaciones.

  

Simona siempre fue coleccionista pero poco a poco fue vendiendo sus objetos y ahora guarda botellas, de bebidas que alguna vez consumió, con agua en su refrigerador marca, Almiral Río Claro.

  

Simona cuenta que ya no se le cae el jabón cuando se baña, que el último pedacito que le quedaba se le quedó incrustado en una uña y lo guarda allí para mostrárselo a sus seres más cercanos, y es que ella siempre fue así, de esas que atesoran cosas para presumir ante los demás.

  

Simona mece sus sueños en un chinchorro de moriche, “porque es más fresco”, dice, lo que no aclara es que el acondicionador de aire y el ventilador pasaron al mundo de lo reusable y ahora forman parte de los accesorios donde crecen sus hierbabuenas y demás plantas de su florido jardín.

  

Simona cuenta orgullosa todos los cursos que hizo y cómo aprendió a cocinar comida de todo el mundo, muestra fotos de sus platos repletos de vegetales, mientras come yuca con salsa verde, y celebra que el ají le nació solo en su patio como regalo del cielo.

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Simona canta sin dientes y lee sin lentes, entreteje versos y todo lo vuelve rima buscando la forma de ganar votos, pero no es candidata piensan sus conocidos, pero ella sabe muy bien de qué se trata.

  
Simona ríe todo el tiempo, pero no engaña a nadie, esos ojos rojos no son por tanto leer, ni de tanto mirar el futuro incierto, es de alternar la alegría y la tristeza, “igual que sobreviviente que viene de la guerra”.

La imagen del ají, me pertenece, cortesía de @panchocroquer

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buen post, me gustó

Qué bueno, cada vivencia de la gente la vuelvo post y sigo adelante. Saludos.

Ay Simona... Creo que muchos nos identificamos con ella, y es que se ve que Simona a pesar de las dificultades sigue adelante y sabe aun ver lo bueno de las cosas, como el chinchorro de moriche :-D

El chinchorro de moriche es uno de los más frescos que existen, imagino que es el tipo de fibra que se usa en su confección. Simón y Simona los héroes sin tiempo de Venezuela.

Los ojos rojitos de tanto escribir, y es que escribe muy bueno esa Simona. Me encantó.

Sí, Simona me iba dictando y yo apuradita escribiendo.

Hola, excelente contenido, la historia de Simona nos identifica a muchas personas. Esperamos seguir leyendo más publicaciones como estas. 👍

Gracias, Simona es la venezolana que sufre su día a día con vivencias de todo tipo y le toca salir adelante porque esa es la orden.

Simona dispuso de limpiar un pasillo de su casa, una ventana del baño da a ese pasillo, cuando Simona sacaba las telarañas y el sucio de entre los vidrios rotos de la ventana, encontró conchitas de jabón que se acumularon con el tiempo. Cuidado Simona y te equivocas al bañarte y usas un pedazo de vidrio roto.

Entonces no sería Simona, sino María Antonia, tampoco así.