-“El olor de la guayaba”, Gabriel García Márquez-
¡Saludos apreciadas y apreciados amig@s lectores!
Se cuenta de un escritor, que luego de una convalecencia, tomó su pluma e inició a escribir lo siguiente: “He tenido una cirugía muy triste, me quitaron una parte de mí; luego llegue a los 60°s y me tocó entregar la oficina de la editorial que fue mi cueva por más de 20 años, por el mismo tiempo falleció mi padre, experimentado una profunda ausencia, y el bueno de mi hijo estrelló el auto familiar, ¡oh, qué año tan malo!
La esposa que revisaba los escritos de su esposo, observó la página detenidamente mientras este dormía. Y al lado dejo otra nota, escrita por ella, decía: “El año pasado finalmente me deshice de la fastidiosa vesícula biliar, cumplí mis 60 años y por fin soy libre para escribir, lo que realmente deseo transmitir; hoy puedo dedicar mi tiempo a mi familia y a mis escritos con total tranquilidad, Mi padre partió para donde el Creador a sus 95, bien vividos…
… Mi hijo mayor acabó con la reliquia de auto de varias generaciones familiares, gracias al Cielo a él no le paso nada; ¡ah! tenemos que modernizar nuestro auto. En conclusión, este año que terminó, todo cambió para bien, ¡doy gracias a nuestro Dios-Creador!
-Los mismos hechos, dos actitudes diferentes- Dice el abuelo de la playa: “si no vas a apreciar lo que ganes o consigas; es mejor que no luches por nada”
*Nota: Está publicación pertenece al mismo autor del blog:
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