La grandeza y la pequeñez

“La grandeza se ve -decía el abuelo de la playa- cuando ejerciendo un poder de superioridad; se arrodilla, se remanga ese alguien grande y opera en función del bienestar de los demás, sin importar la condición y las circunstancias, con una actitud respetuosa y cordial. Son pocos, a quienes les dicen grandes, que lo han logrado”

Cuenta una anécdota del ejército americano que cierto día, en un crudo invierno un sargento increpaba dura y repetidamente a un grupo de soldados que no lograban desenterrar el camión en un lodazal. De repente apareció un hombre flaco, alto, alegre y bien hablado. Buenas tardes muchachos, -dijo- y al sargento, le preguntó: - ¿caballero y usted porque no les ayuda?

En tono altanero, el oficial contestó: ¿y por qué he de hacerlo? -ellos están a mis órdenes- el hombre, sin pensarlo más, se quitó la fina chaqueta que portaba, e inició ayudar; hizo traer unas piedras cercanas, también hizo cortar troncos de árboles pequeños; y lograron desatascar las llantas; finalmente al rato, el camión estuvo fuera del lodazal y podían seguir al campamento. -Si en otra ocasión me necesitara, le dijo al oficial, sólo búsqueme-

¿Y quién es usted? -preguntó el sargento- extendiendo la mano el flacucho, dijo: -Soy Abraham Lincoln, presidente de la nación a la cual sirve-

Reflexión: -no vano se ha considerado a Abraham Lincoln, uno de los personajes más humildes y serviciales que ha honrado a la nación americana y a la humanidad.