Dialogo interno de alguien sin cordura

Uno
–¡Cállate!
Uno, dos, uno.
–No estoy hablando.
Uno, dos, tres, dos, uno.
–¡Entonces deja de pensar!
Uno, dos, tres, cuatro, tres, dos, uno.
–No puedo, lo intento, pero no puedo.
Uno, dos, tres, cuatro, cinco, cuatro, tres, dos, uno.
–¡Joder! Apenas llevo cinco minutos en tu mente y he sufrido más que en todos los años que llevo aquí.
Uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis, cinco, cuatro, tres, dos, uno.
–Te falta práctica para soportar el sufrimiento, llevo toda la vida acostumbrado a esto.
Uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete, seis, cinco, cuatro, tres, dos, uno.
–Te felicito, me rindo. Tienes el honor de hacer que quiera morir en el menor tiempo posible, y todo con unos simples números que no dejan tiempo ni para pensar. Sublime.
Uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete, ocho, siete, seis, cinco, cuatro, tres, dos, uno.
–Los números son el método que uso para distraerme, o concentrarme, como lo quieras ver, para no volverme más loco con los pensamientos sin sentido, o con mayor sentido del que alguien puede soportar, que rondan en mi mente a cada segundo sin descanso alguno.
Uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete, ocho, nueve, ocho, siete, seis, cinco, cuatro, tres, dos, uno.
–Adiós, desgraciado. Que algún día tu mente encuentre calma, y tu alma paz.
Uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis, siete, ocho, nueve, diez, nueve, ocho, siete, seis, cinco, cuatro, tres, dos, uno.
–Extraños deseos de un condenado para su torturador. Adiós.