La primavera árabe puede rastrearse hasta la decisión de un frutero de quemarse vivo frente a una sede gubernamental porque le expropiaron su puesto de venta. La rabia ya estaba allí, los demás se unieron por la indignación contenida. Sólo faltaba un grito, tan fuerte como ese, para desatar la inconformidad de un sistema represor que a todos les había quitado algo: a las mujeres, a los jóvenes, a los liberales, a los moderados, a las familias, a los comerciantes, a los emprendedores. Y no había un método democrático y pacífico para gestionar críticas, denuncias y por supuesto cambios.
https://larepublica.pe/mundo/522229-todo-empezo-en-un-puesto-de-verduras
Hubo revueltas, por meses, pero pocos cambios. El mayor caso de éxito no fue Irán, con un millón de personas en la calle usando Internet apoyado por Google ante el bloqueo estatal. Tampoco Egipto donde hubo un golpe de Estado y elecciones más nuevas acciones militares domésticas. Tampoco Libia o Siria con incursiones militares desde el extranjero y levantamientos armados internos. Sino Túnez, donde cuatro agrupaciones de la sociedad civil lograron concertar una transición de salida del gobierno a través de unas elecciones que permitiera una entrega del poder ordenado con espacios -pequeños- para quienes se iban. Allí, en el mismo país donde Bouazizi se prendió fuego así mismo. Y quienes se organizaron se ganaron el Nobel de la Paz.
https://www.clarin.com/mundo/nobel-cuarteto-dialogo-nacional-tunez_0_ryhky1Kwmg.html
En Venezuela siempre estamos esperando a ese frutero que se prende en candela. Porque encarna la crianza materna de "no dejarse joder", la acción individual que no espera por los demás. Lo que nos falta son los indignados de España, Wall Street o Hong Kong. En su lugar somos quienes nos molestamos por una calle cerrada que nos complica, mientras recomendamos, detrás del volante, que deberían ir a trancarle la entrada al político en su casa u oficina. Quienes queremos que "se prenda un peo" pero durante 2014 y 2017 pedíamos "que dejaran trabajar, llevar a los chamos al colegio y volver a la normalidad". Y al mismo tiempo, porque así somos de multitalentosos -expertos en el Mundial, en el Vaticano, en relaciones internacionales, según sea el momento- decimos que el problema son los políticos que viven bien y no se joden.
Queremos los mejores líderes, que se sacrifiquen, esfuercen y pongan el pecho, pero como los bomberos, policías y fiscales, que no sea yo, ni mis hijos. Y les damos duro, los criticamos y "quemamos" en redes sociales, dándoles un altísimo costo. Entonces sube tanto el costo y bajan los incentivos, entonces los mejores preparados dicen que no vale la pena meterse en un oficio tan mal visto, con mínimas recompensas y tan altos riesgos. Entonces "emigras" de tu vocación. Y renuncias como periodista, maestro, funcionario o activista político para vender tortas, collares o ropa, cupos Cadivi, bultos de Harina Pan, citas de pasaporte o apostillado. O emigras físicamente, y te reinventas en otro país latinoamericano.
Entonces cuando las enfermeras y médicos protestan, ya por 12días seguidos para el 7 de julio, está de nuevo el germen. Pero allí nadie acompaña. Como tampoco nadie lo hizo con la "revolución del pernil" ni inundaciones del Lago de Valencia, porque "son chavistas que se lo buscaron" pero tampoco a quienes protestaron por el billete de 100 o la falta de agua o luz -en el barrio- por razones similares. Pero resulta que a los doctos y esforzados profesores universitarios -con maestras y PhD en casas de estudio de Europa y EEUU- tampoco los estamos acompañando, ni usted ni yo ni nadie. Ni a la suya cuando reclamó con su condominio o urbanización ni a otros cuando pidieron no permitir una invasión o una ola de robos.
Y aún sobreviven quienes se preguntan cuándo el pueblo va a reaccionar. A pesar de las protestas y caminatas de gremios de la salud y educación, de transplantados, de jubilados y pensionados, de estudiantes. Unos porque dicen que no piden mejor gobierno sino migajas, otros por el clasismo-ideológico y otros más porque de verdad, somos unos expertos en Twitter, es decir, habladores de güevonadas.
Bueno, yo no, ¿sabes? Porque yo, el súper yo venezolano, soy el único que me paro temprano, el que más trabaja, el que ha protestado, ayudado e impulsado cambios, más años que tú, mejor que tú, mejor que todos, el problema es que no hay más gente como yo, el único venezolano que le echa bolas a todo.
La culpa es de ustedes, todos los demás.
Qué post tan de lujo, real. ¡Cuánta verdad mi estimado Jeanfreddy! Sobre todo aquí: "Queremos los mejores líderes, que se sacrifiquen, esfuercen y pongan el pecho, pero como los bomberos, policías y fiscales, que no sea yo, ni mis hijos. Y les damos duro, los criticamos y "quemamos" en redes sociales, dándoles un altísimo costo."
Sin palabras. Es así, tienes toda la razón.
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Gracias, cariño. Yo mismo lo he pasado como promotor cultural, e incluso periodista. Nos piden y exigen pero es poquísima la retribución social lo que hace difícil que los jóvenes quieran meterse en esto. En la política se multiplica pero también pasa en todo servicio social: vocación de mártir. Es demasiado.
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