Primera parte.
Y entonces sonreí psicopatamente, en medio de una carretera de penumbras, mientras oía susurros y aullidos de criaturas que hay vivían pero al ver mi sonrisa se ocultaron más y más en el oscuro bosque que les daba más seguridad que mi estado mental.
Entonces mi carne se torno blanca como la nieve, grandes ojeras en vi reflejadas en un charco, con furia, desilusión y destrozado mi corazón, fui en busca de algo sin nombre y sin razón. Me adentre en el bosque de mi derecha y en este vi siluetas de personas que habrían sufrido lo que yo, desanimadas almas en pena mendingaban
los bosques, pero había uno que no, un alma pasajera, con un rostro familiar se me acerco y me dio un reloj y me dijo.
-Cuando este cronometro llegue a cero y suene, tu vida habrá mejorado y tu sufrimiento habrá cesado, pero si lo vez este se triplicara su tiempo.
Tome el reloj y entre almas y almas camine por el frio trecho del bosque oscuro, recordando que no debía verlo hasta que llegara la hora. El tiempo paso en el bosque y llegue a un tramo de la carretera, fría y solitaria, cerca de esta, había un pueblo pequeño y siniestro, una comunidad de personas vivía allí, estas miraban muy frecuentemente hacia el cielo nublado y soleado a la vez y yo tan despistado levantaba mi cabeza para ver a que estas personas miraban, pero no veía nada. Entonces se me acerco un chico muy diferente a los campesinos que vivían allí, apareció de la nada y me dijo.
-¿Quieres saber por qué estas personas ven tan interesante el cielo?- yo le respondí acertando con mi cabeza afirmativamente,
y él respondió
-Estas personas perdieron la fe, ven al cielo en busca de la felicidad que no consiguen al ver la tierra, ven al cielo por que anhelan el paraíso que quizá nunca lleguen a tener ¿Sabes por qué?, estas personas se esforzaron en su vida pero no a su máximo potencial y se rindieron, ven celosamente las nubes en busca de apreciar aquello por lo cual nunca se esforzaron lo suficiente.
Entonces, el chico me tomo, tan pálido y débil yo estaba que me empujo en un risco y caí y caí y mi mente se atrofio mas y mas y luego me levante en un llanura con el sol resquebrajando aun mas mi alma, y vi pasar a un rebaño de vacas que aparecieron de la nada y un campesino que las arreaba, el campesino me dio su cantimplora y de ella tome agua, pero el agua no saciaba mi sed.
-En donde me encuentro-Le pregunte.
-Estas donde debes estar -Este me respondió-
en un lugar donde tus lamentos banales y mundanos no molestaran la vida de aquellos que te rodean.