Nuevo catecismo para indios sumisos.
LA PARÁBOLA DE LA VIRGEN PROVINCIANA Y LA VIRGEN COSMOPOLITA
Una virgen provinciana viajó a la gran ciudad a despedirse de su proveedor anual de obras pías que creía tener una leve enfermedad. Mientras lo buscaba, una virgen cosmopolita se intrigó ante su aspecto conventual y misericordioso, “¿Tú qué sabes hacer?”, le preguntó con arrogancia. Tímida, la provinciana contestó: “Nunca tengo malos pensamientos, y sé hacer el bien, y me gusta consolar enfermos y…”. La cosmopolita la miró de arriba abajo: “¿Y en cuántos idiomas te comunicas con los ángeles?”. Reinó un silencio consternado. Animada por el éxito, prosiguió la feroz inquisidora: “¿Puedes resumirme tu idea del pecado en un aforismo brillante?”. Tampoco hubo respuesta. Exaltada, segura de su mundano conocimiento de lo divino, gritó la virgen cosmopolita: “¿Que me parta un rayo si ésta no es la criatura más dejada de la mano de Dios que he conocido?”. Se oyó un estruendo demoledor y a su término, la virgen cosmopolita yacía en el suelo, partida literal y exactamente en seis porciones. Con un rezo entre dientes, la virgen provinciana se despidió con amabilidad de los restos simétricos prometiéndose nunca desafiar, ni por broma, a cielo alguno.
Texto:
Carlos Monsiváis.
Imagen: Virgen Marilyn - Rolando De la Rosa