Babel, Capitulo 2 (Parte I): Los Botines de la Guerra.

in cervantes •  7 years ago 
                                                                  Los botines de la Guerra (Parte I)

La luz ya asomaba por la ventana invitando al insomnio y a ansiosas miradas en torno al firmamento. No habían sido la mejor de las noches, a decir verdad. Me habían expuesto. El trato que Nolan había ofrecido no estaba tan a mi favor. Nolan necesitaba a alguien con conocimientos médicos unos días y, a cambio, se nos perdonarían algunas ofrendas. En el Retiro la única con conocimientos médicos hasta la fecha era yo, que era una simple enfermera, pero en los tiempos que corren, mis conocimientos eran mejor que nada. Acepté al instante, pese a que meterme en aquel nido de ratas "Iluminadas" me daba más miedo que las veces que había tenido que vagar en solitario en un mundo plagado por la radiación y la desolación. Tenía todo listo y había anotado una serie de instrucciones a una de las chicas que solían ayudarme en la enfermería, en caso que hubiera algún accidente ella pudiera ayudar. Me miré al pequeño espejo que tenía en mi cuarto antes de salir y me sorprendió verme tranquila, aunque en mi interior estaba nerviosa y con miedo, pero no iba a dejar que se me notara.

Esperé en nuestro punto habitual de encuentro, escondido como es habitual para que el resto de la colonia no descubriera nuestros planes, y enseguida unos pocos compañeros llegaron, así como Crowe con ellos. Nos apresuramos a subir al camion, y Crowe no dejaba de mirarme de lado, como si quisiera decirme algo, pero no se atreviera- Le he explicado a Luci varios procedimientos por si tuvierais algún herido, es buena chica y creo que se sabrá defender. Le he explicado que voy a salir a explorar en busca de recursos -informé y procedí a mirarle- Estaré bien, se defenderme....

Notaba a Crowe intranquilo, cosa que en el fondo me reconfortaba saber que se preocupaba por mi. El movil siguió en marcha hasta que llegamos al punto de encuentro con los Iluminados, los cuales todavía no habían llegado, todavía era pronto. Todos bajamos del vehículo, aunque dejé mi mochila dentro pues pesaba. Estaba intranquila, así que caminé tranquilamente por la zona mientras esperábamos su llegada. No dejaba de imaginarme en mi cabeza cómo sería todo allí, no me sentía segura, los Iluminados no eran precisamente gente honrada, pero al menos tenía mi bate y me podría defender. Supongo que en el fondo solo me quedaba depositar mis esperanzas en ese descerebrado de Nolan que, dentro de la poca cordura del lugar, parecía el único inteligente allí. 

Algunos minutos después...

-A la mierda, tienes razón, siento que me van a sangrar las putas orejas en cualquier momento- no me moleste en preguntar y apague la radio, George se echó a reír con moderación mientras conducía la camioneta -me dijiste si sabía de una canción que volviera loco a cualquiera. Tuve este vecino joven, el desgraciado la ponía a todo volumen- yo solté un bufido, rememorando la tonada -no jodas, si hubiera tenido un vecino que me pusiera esa mierda de canción habría ido a su casa, habría tomado su radio, teléfono, o lo que sea, y se lo habría metido por las putas nalgas. Si, lo habría tenido que cagar o vomitar- George observo mi mirada sombría y mi sonrisa maquiavélica -¿hablas en serio?- pregunto, a lo que lo mire, y solté una carcajada -no, le habría roto una ventana como mucho- respondí en cuanto deje de reírme.

-Entonces... ¿El sujeto de verdad cree que es un rey?- le interrogue, refiriéndome al famoso "Rey" en el Retiro, de quien tanto había escuchado pero que aún no conocía, hasta el día de hoy George siempre había sido el encargado del contacto directo con El Retiro. En palabras del mismo George, uno de ellos le pregunto alguna vez si Nolan realmente existía, o si se trataba de un nombre para infundir terror, nada podría haber sido más acertado que eso -no sabría decirlo, pero es un hombre sensato, no me atrevo a afirmar que está mal de la cabeza- esboce un gesto de aceptación -las cosas del viejo mundo no tienen por qué aplicar ahora, hacemos nuestras propias reglas y nos llamamos como queremos. Si el hombre quiere llamarse rey a sí mismo, que lo haga-

La camioneta continuo avanzando por la carretera, en el pasado recorrer la zona rural de Washington DC en un vehículo era imposible, gracias a nosotros, hoy era posible hacerlo con mucha facilidad. Gracias nosotros, la conexión entre El Retiro y El Refugio de Canuto (nuestra base)  no tomaba más que unos pocos minutos del día. Pocos minutos después de la última conversación con George, divise a las personas que vestían hombreras, pecheras y otros accesorios a manera de armadura, entre ellos destacaba un hombre afroamericano de rastas ligeramente canosas -aquel con las rastas- -sí, si lo sé. Destaca- la camioneta se detuvo a unos pasos de ellos, John y otros Iluminados se bajaron, George les siguió -Russel, un placer como siempre. Hoy el jefe vino en persona- alcance a escuchar mientras me bajaba, detallaba el cielo grisáceo, y me ponía a sonar mis muñecas, luego de eso, mis ojos recorrieron a los contrarios, y me acerque hacia el rey.

-Si eres el jefe de George. Entonces tú debes ser Nolan- dijo altivo, yo fui aún más altivo para responder -Todos somos Nolan, su majestad- esboce una leve sonrisa -escuche mucho sobre ti y tu "reino". Claramente no compartimos el mismo concepto de como regir, pero ambos entendemos que el viejo mundo se puede meter sus costumbres y reglas por donde le quepan. Lo respeto, carajo, vaya que lo respeto- el permaneció impasible, e igualmente, altivo -tú lo has dicho, no compartimos el mismo concepto de como regir- nuestras miradas se estrellaron, ninguno la aparto, el impasible, yo sonriente, y fue el quien volvió a hablar -si estas aquí debo suponer que realmente están necesitando ayuda del Retiro, y somos gente sensata, si ayuda médica es lo que necesitan, la proporcionaremos- -todo es muy bonito cuando ambas partes obtienen una ganancia, ustedes nos proporcionan un medico por unos días, nosotros lo tomamos como ofrendas- le extendí mi mano libre, la que estaba cubierta por el guante negro -jodidamente bello, a que si- por un instante, creí que no habría respuesta de su parte, y si algo me cabreaba era esperar respuesta y no obtenerla, por suerte, el rey tenía sus modales -todo en pro del beneficio para mi hogar-

-Entonces... ¿Quién tendrá el honor?- Russel señaló a la mujer más joven entre sus dos acompañantes, una muchacha rubia, que seguramente no superaba los 25 años. La sonrisa en mi rostro se hizo más grande, como de oreja a oreja, alterne mi mirada entre Russel y la chica -empezamos bien, empezamos jodidamente bien. No solo nos proporcionas un médico, si no que además es una preciosa y bien formada joven- me acerque a ella a paso lento -¿cómo te llamas jovencita?- su mirada no pareció darme la bienvenida, pero en respuesta, solo sonreí más que antes -disculpa, jovencita suena muy inapropiado, no estoy tan viejo ni tu tan joven- me incline un poco más hacia ella, mirándola a los ojos -supongo que ahora no me veré nada bien si te pido que en cuanto lleguemos a mi casa cojamos muy duro por unas horas... ¿Qué dices?-

Examiné de reojo a Nolan en todo momento desde su llegada. Nunca le había visto en persona pero tenía la sensación que le conocía hasta la médula por todo lo que me había contado Russel de él. Tuve que morderme el labio con rabia para evitar soltar comentarios durante su conversación con Russel, preferí mantener la paz, así que me crucé de brazos e intenté mostrarme impasible. Claramente, Nolan imponía. No imponía respeto, sino miedo. Claramente, yo también le tenía miedo a él, ¿cómo no tenerlo sabiendo lo despreciable que era? Pero me negaba a mostrarlo. Al fin y al cabo, no tenía nada que perder.

Y finalmente llegó mi momento de gloria, cuando puso su firme mirada en mi al saber que yo era el doctor que necesitaba. Doctora. “Jovencita”, solo pude responder arqueando una ceja, probablemente hubiese seguido un comentario altamente cargado de malicia, pero por el bien de mi colonia, presioné mis puños, ambos firmes a cada lado de mi cuerpo, y esperé a que Nolan finalizara su charla. Me sorprendió su comentario sexual, teniendo en cuenta que el puto mundo se iba a la mierda y que él necesitaba un médico para sus inútiles lacayos, resulta que lo primero en lo que piensa es en bajarme las bragas. Mi subconsciente puso los ojos en blanco y resopló con cansancio “Bah, hombres”, acción que claramente quedó única y exclusivamente en mi cabeza, para evitar que acabara con la cabeza machacada como era usual para los que le llevaban la contraria. Me limité a cruzarme de brazos y mi mirada peleó con la suya, sin titubear.

- Lamento informarte que mis conocimientos se limitan a la medicina, y no a la prostitución. Deduzco que tendrás expertas en el sector que puedan satisfacer las necesidades de tu… pequeño amigo entre tus piernas –resoplé con una falsa sonrisa- Por mi parte, me gustaría limitarme única y exclusivamente a la aplicación de la medicina en vuestro refugio –miré por encima de su hombro a sus compañeros- Aviso desde ya que no seré capaz de curar la disfunción eréctil, no es mi campo de especialidad. Lo siento, caballeros –de nuevo, sonreí con falsedad y malicia, y volteé mi cuerpo completamente hasta ponerme en marcha hacia nuestro vehiculo, del cual cogí mi mochila cargada con mis utensilios personales así como las medicinas que consideré útiles para mis días de júbilo en el Refugio de Canuto. La cargué a mis espaldas y caminé hacia el transporte de los mamarrachos de Nolan, aproveché en un instante para lanzar una mirada de seguridad a Russel, y cuando llegué a la puerta de uno de los camiones, miré a Nolan con las cejas levantadas- ¿Vas a estar desnudándome con la mirada mucho tiempo más o podemos irnos ya? Por lo que me han informado, hay unos cuantos gilipollas en tu casa que necesitan asistencia médica, así que puedes quedar con el rey para un pícnic otro día –puse los ojos en blanco y di un vistazo rápido al resto de lacayos- ¿Alguien va decirme dónde coño me siento o es que hasta que vuestra mamá oso –señalé a Nolan- no os da la orden no podéis ni haceros una paja? Por el amor de  Dios, que poca energía –resoplé con enfado, probablemente desfogando la tensión que acumulaba dentro del momento. Sabía que me la estaba jugando, pero por otra parte tenía la seguridad que estaría bien, puesto que era la única opción que tenían de tener un médico, así que… ¿qué tenia que perder?

Gire mi mirada hacia Russel e hice un gesto mordiéndome el labio inferior, la respuesta de la rubia me había sacado una sonrisa burlona -grandioso, me gustan rudas- nunca llegue a ponerle una mano encima a una o a otra mujer, no fuera de su consentimiento al menos, eso me basto para jamás considerarme un patán con las mujeres. Ahora claro, había dejado al descubierto las entrañas de más de una, pero eso era un contexto totalmente diferente. Como entendía perfectamente el nivel de coraje que había despertado en ella al arremeter contra su intimidad, reaccione de manera burlona a sus palabras, dejándola hablar hasta que se fue en busca de sus cosas -parece que eres bastante blando con ellos Crowe, una puta bromita de nada y mira lo que obtengo- volví a mirar a Russell -de cualquier manera, tienes mi palabra de que nada malo le sucederá, no por mi mano al menos- y cuando decía mi mano, me refería a la mano de toda mi gente, distinto sería el caso en que ella se ganara una desgracia por su propia mano -la palabra de un hombre es su honor- respondió Russel, altivo, serio, yo volví a sonreírle, decidiendo divertirme con su actitud -oh, mierda, eres de esos-

La doctora nos pasó por el lado, caminando hasta situarse al lado de nuestro transporte, mis ojos, coquetos la siguieron, recorriéndola de pies a cabeza, observándola en silencio y con una sonrisa traviesa, aun cuando hablo, continúe mirándola así -no tientes tu suerte chica, descubrirás que...- no me dejo terminar de hablar, a lo que esta vez, mi gesto se arrugo, tornándose serio. Comencé a caminar hacia ella, bajando mi mirada, mis ojos ya no la recorrían como antes, mi entrecejo estaba arrugado, y mis ojos destilaban molestia -échame un vistazo- mi brazo extendió tanteando primeramente su pecho con mi dedo indice mientras me acercaba con lentitud- Soy una persona jodidamente asombrosa- di unos pasos más profundizando el tacto, no me detuve por ello, di unos últimos pasos más cortos que los demás, presionando hasta que la camioneta quedo a su espalda, marcando el final del camino -Me encanta reventar cráneos, destrozar extremidades y abrir estómagos, y mama oso nunca me lo ha negado- aunque parecía imposible, mi entrecejo se arrugo aún más -le di mi palabra a tu rey de que nada malo te pasaría por mano mía, pero la próxima vez que no me dejes terminar de hablar, te devuelvo sin manos y boca, la culpa será tuya y solo tuya- presione en su pecho con más fuerza que antes -dejemos algo en claro doctora jovencita.- Tu rey nos ofrece tus servicios a cambio de no tener que rendirnos tributo por unos días, vamos a prescindir de recursos muy valiosos a cambio de tus conocimientos de medicina, pero si quiero que nos des el servicio de limpiar la asquerosa mierda en los asquerosos baños de toda mi gente, tú lo harás con una sonrisa jodidamente grande, dame problemas, y además de devolverte a medias mama oso ira a tu precioso hogar a que elija un par de desdichados- para ese momento mi rostro estaba tan cerca a el de ella que bien podría decirse que pretendía besarla, cosa que no haría, al menos mientras ella no lo deseara. -¿Te ha quedado claro? responde cuando te hablo- retrocedí unos pasos y desisti del tacto, extendiendo mi mano libre hacia George -George- de inmediato, el hombre puso en ella una bolsa de tela gruesa, negra y de buen tamaño, que acto seguido, puse sobre la cabeza de la doctora, todo con la intención de que no conociera nuestra ruta al Refugio de Canuto -¿lo viste, no? así moderas tu rebaño- abrí la puerta de la camioneta y con mi brazo ayude a la chica a entrar, George subió por el otro lado para conducir y el resto de Iluminados se subió en la parte de atrás en la misma forma en que venían. 

-Tengan un feliz día su majestad- volví a hablar en tono burlón -y un resto de semana aún más jodidamente feliz- me subí junto a George y la doctora, y la camioneta emprendió marcha hacia el destino.

No estaba asustada. Probablemente porque después de tanto tiempo en esa situación, había perdido el miedo a la gente, a sentirme amenazada, a perder mi vida. No miraba a Nolan con miedo, aunque sí con desprecio. Pero el corazón me dio un vuelco cuando las amenazas de Nolan se tornaron contra la gente del Retiro. No tenía a nadie demasiado querido allí, era demasiado independiente, me llevaba bien con la gente pero no intimaba con nadie, ni tenía amigos. Era sencillamente la enfermera que hacía lo posible para ayudar. Pero, en ese momento, sentí miedo. Probablemente Nolan pudo verlo en mis ojos. No sentía miedo por mi pero sí por ellos, porque era gente inocente que no merecía ser castigada por mi culpa. En ese momento, decidí que lo más sensato sería colaborar y, sin más, agaché la cabeza permitiendo que me la taparan con una bolsa, y noté como me guiaban hasta sentarme en un vehículo.

El viaje fue largo, o al menos así lo fue a mi parecer. Intenté ignorar las conversaciones a mi alrededor, la mayoría sobre mujeres y violencia, pero tampoco sabría especificar más, puesto que intentaba no escuchar. Mis sentidos de avivaron cuando el vehículo paró y todos empezaron a bajar. Más cordialmente de lo que me esperaba, alguien cogió mi brazo y me ayudó a bajar y posteriormente retiró la tela de mi cabeza. Mis ojos se cerraron al instante, sobresaltados por la luz, y me costó unos minutos acostumbrarme después de tanto rato a oscuras. Miré a los lados, sin saber muy bien que hacer. Todos hablaban entre ellos, descargando cosas de los vehículos, parloteando. Miré a Nolan, que se encontraba a unos metros de mi.

- Me gustaría que alguien me llevara a la enfermería para colocar lo que he traído y poder acomodarme, para así poder empezar cuanto antes mejor –solicité, con voz firme y segura, pero respetuosa- Si es posible –añadí. Retiré la mochila de mi espalda y la tendí en mis brazos en su dirección- También me gustaría que alguien revisara mi mochila. No quiero que haya malentendidos ni que nadie piense que he traído algo que no debería. Solo hay mi ropa y utensilios personales, así como equipo médico para ayudaros. Pero prefiero que lo reviséis, como voto de confianza –expliqué con calma, adelantándome a posibles problemas, mientras mi mirada seguía fija en la de Nolan, intentando mostrarle respeto, pues los próximos días, él iba a ser quien mandaba- ¿Me podrías informar si tenéis a alguien herido de gravedad o alguna situación en particular que deba estudiar? –añadí, finalizando con un ligero suspiro mientras mi cuerpo se tensaba, reaccionando a la violenta situación a la que me exponía y lejos de lo que era mi supuesta casa.

Pronto, el olor a putrefacción anuncio la llegada, era así debido a los muchos cadáveres que colgaban en la zona exterior al cercado, cuyo olor nos camuflaba de cosas más repulsivas y peligrosas que los errantes. En el pasado, el lugar fue una fábrica, sus instalaciones, como el cercado que las aislaba del exterior, se convirtieron en el mejor lugar del mundo para gobernar, nos dio la capacidad de hacer muchas de nuestras propias defensas y útiles. Antes claro, tuvimos que cortar, desgarrar, mutilar y matar a todo lo que se encontraba adentro. Muchos de los nuestros murieron, pero si algo me ha enseñado este mundo es que todos estamos hechos para morir cuando haga falta, incluso un recién nacido, incluso una madre o un padre, e incluso, yo, sobre todo yo.

Invite a George a beber algo, pero el aguafiestas no quiso quedarse más que para desempacar y marcharse. Simón tampoco estaba, y por lo visto, nada me impediría pasar el día con mis esposas.

Varios Iluminados recién habían vuelto al lado seguro del cercado tras reemplazar los cadáveres mas descompuestos con personas que habían muerto más recientemente, siempre se encontraban errantes de ese tipo, cual fuera el número de vivos que quedara en el cochino mundo de hoy, seguía disminuyendo. Pero Los Iluminados seguíamos aumentando, todo gracias al orden, al sistema, a nuestras reglas. Aproveche para escuchar a varios de mis hombres sobre las colectas en otros refugios alrededor de DC, todo iba de mil putas maravillas, las noticias eran buenas -carajo, si, les juro que casi siento una erección de la emoción. Presiento que hoy mis esposas estarán muy ocupadas- ahí fue cuando la doctora recién llegada se me acerco.

-Muchachos, esta es la "doctora recién llegada". Ella muy amablemente se ofreció para venir a ayudarnos, un gesto muy considerado teniendo en cuenta que gracias a nosotros las carreteras de su zona son transitables- había volteado mi mirada hacia la chica un instante y después a mis hombres hasta terminar de hablar, luego, volví a ella -disculpa querida. ¿Qué me decías?- la sonrisa en mi rostro se mantuvo, y me lleve la mano que no sostenía mi machete al bolsillo del pantalón. Entonces escuche lo de su mochila, y en respuesta, solté una risa ahogada, apenas audible para ella -mírate, que dulce. No, no será necesario, confió en ti plenamente, el marcador esta en ceros y si ambos ponemos de nuestra parte seguirá en ceros. ¿Bien?- nada mejor para probar la confianza de una persona que no avisarle lo mal que le ira si me da una deuda que cobrar, además, la chica no intentaría nada en nuestra contra, por ella, o por su gente, de eso estaba tan convencido como de que el miedo siempre sería la mejor defensa contra el odio -déjame llevarte a la enfermería, cuanto antes empieces mejor-

-Pues sí, estos días tenemos muchos heridos- comenzamos a caminar hacia el extremo izquierdo del cercado, donde nos desviaríamos en otra dirección hasta la entrada a la fábrica que más cerca estaba de la enfermería -heridos de bala, puñaladas, caídas, choques, algunos mordidos o rasguñados amputados para salvarse. Tenemos un poco de todo, asi que también alguien podría ir a verte por que le duele el pecho, yo que se- y no tenía intención de decirle el por qué -tenemos casi todo lo que necesites para salvarles la vida. Usa lo que tengas que usar, pero no malgastes nada en alguien que no tenga salvación o que no vaya a poder seguir siendo útil. Espero te quedara claro, me pagaras todo lo que malgastes- pasamos por los cultivos, y quienes estaban allí hincaron una rodilla en el suelo hasta que terminamos de pasar. Lo siguiente, fue pasar por una de las puertas de entrada a la fábrica.

Muchas personas iban y venían, así como algunas se encontraban en habitaciones departiendo juegos de mesa, viendo televisión, comiendo, y entre otras cosas. -A nuestro último doctor le dio un infarto la semana pasada, era un sujeto con menos años que yo y se murió así como así. ¿Sabes lo jodido que se siente eso?- si habían hombres parados en alguna parte del pasillo, hincaban la rodilla en el suelo cuando pasábamos, pero si estaban dentro de las habitaciones, o moviendo algo muy pesado, se limitaban a saludar -estos días un viejo que sabía algo de enfermería ha estado atendiendo lo que puede, que no es gran cosa, y el otro día iniciamos un... trabajo especial, así que nos está haciendo falta alguien más experimentado-

Unos minutos después, llegamos finalmente a la enfermería, era un espacio reducido a simple vista, pero había más puertas a la derecha y a la izquierda de la habitación, con lo que la enfermería resultaba ser más espaciosa. En la habitación en la que nos encontramos, se encontraba el viejo que había hecho algo similar a ayudarnos estos días, nunca hizo suficiente, pero pudo ganarse unos puntos de más con sus días aquí -ya puedes marcharte viejo, ve y haz algo bueno con los puntos que te ganaste- el hombre no era tan viejo como para no ser rápido al salir, se despidió rápidamente.

-Bien, antes de nada, en esta habitación atenderás lo que no es grave, por eso solo hay una camilla y un par de cosas, lo básico. Ahora, la puerta de la derecha es donde esta la mierda densa, allí meterás a los heridos y enfermos de gravedad, y la puerta de la izquierda es tu habitación la usaras cuando no tengas nada mas que hacer. Tienes una nevera, cama, televisión y librería. También puedes recorrer la fábrica, aunque nadie te dejara salir. Eres mi invitada especial así que si quieres tomar algo, solo di que Nolan lo mando a pedir- mira hacia las paredes y el techo, como si estuviera buscando algo más que decir -creo que eso es todo... Entonces, vamos a ver que hay detrás de la puerta numero dos- me dirigí a la puerta de la derecha y la abrí, en el interior habían estanterías con botiquines, medicamentos, camillas y otras comodidades rudimentarias, la sala estaba totalmente vacía -mierda, teníamos un hombre muy grave esta mañana, supongo que no lo logro- aunque en mis palabras no parecía que lo sintiera mucho -parece que estas de suerte, pero no debe tardar en llegar alguien sin uno o dos brazos- di unos pasos atrás acercándome a la puerta de salida -Hella vendrá a supervisarte de vez en cuando. Si necesitas algo, se lo pides a ella- baje el machete de mi hombro y desde la puerta, volví a sonreírle -en serio, en serio que eres bella. Deberías pensarte unos días más lo que te propuse cuando estábamos con tu rey. Incluso, si haces bien tu trabajo, podrías quedarte- volví a dejar salir una carcajada antes de disponerme a salir -buena suerte "doctora preciosa"-

La voz de la doctora tenía un tono melodioso, así que por unos segundos, otros asuntos se apartaron de mi mente, y de buena gana me gire hacia ella una vez más, dándole a modo de respuesta un semblante relajado hasta el punto del desinterés -depende de ti, no de mí, yo solo hago que la rueda gire como debe- y al escuchar sus palabras de disculpa enarque una ceja, no por estar sorprendido de verla en un papel dócil, sino porque ahora, y aunque no era momento de pensar en ello, ni lo tenía previsto, resultaba mucho más jodidamente atractiva. Visto lo visto, se podría decir que el miembro de Nolan siempre está atento a lo que mis ojos escuchan y ven. Me sacudí las ideas, o al menos hice lo posible, y volví a darle respuesta -bueno parece que entiendes la dinámica, si alguien muere, será tu culpa, no mía. ¿Necesitas algo mas o...? ¿No? bien- volví a darme la vuelta y esta vez sí me marche.

Poco después del medio día, algo me despertó de un sueño que, gracias al trasnocho de la última noche, se había prolongado 2 horas. En palabras de Jhon, un grupo, o más bien lo que quedo de él, había vuelto de cumplir su tarea, pero 2 de ellos estaban en grave estado y no parecía que fueran a salvarse. Aunque claro, él no me había despertado por nada distinto a informarme que la tarea se había llevado a cabo con éxito, y aun así decidí levantarme para ir con él a la enfermería, no estaría de más ver a la doctora que El Retiro nos había proporcionado y ver si de verdad valía lo que pagamos. Mi ropa era la misma de la mañana, con la diferencia de que no tenía la chaqueta puesta ni mi machete entre mis manos.

-Noc noc, adivina quién viene a verte trabajar- para cuando hable ya había cruzado la puerta sin avisar - la "doctora preciosa"- salude y no a los dos inconscientes que yacían heridos y cubiertos de suciedad en las camillas, a los cuales reconocí como dos sujetos de la planta que recientemente habían ascendido por petición propia uno de los hombres en la camilla temblaba notoriamente, en cambio el otro, el que se veía mas herido, estaba totalmente quieto -y bien doc, ¿como los ve?- interrogue mientras mis pasos me acercaban a las camillas -pues yo los veo bastante en la mierda, seguro que ni nos escuchan- al estar junto al que estaba totalmente quieto, cuyo nombre no recordaba en estos momentos, le levante la camiseta, viendo moretones ensangrentados por todo el abdomen. -Carajo- masculle, no con sorpresa, no con tristeza o pena, simplemente broto -que montón de contusiones, que puto asco. Seguro tiene sangrado interno por todas partes. ¿No?- gire la mirada en busca de la doctora, aunque yo mismo ya sabía la respuesta -bueno, pues no es como que sea la primera vez que lo vemos- dicho eso, tome el cuchillo en mi cinturón, y con la disposición de hacer caso omiso a cualquier protesta, lo introduje por la cien del hombre, cegándole la vida que ya había perdido. Al volver a ver los ojos de la doctora, emití un gesto de desinterés en la situación, lo que había hecho tenía que hacerse y ya, eso era todo... y ahora iba otro.

-Bien, con este que hago doctora. ¿Tiene salvación o hago de cuenta que es un huevo de codorniz?- al levantarle la camiseta no se veía tan mal como su compañero ya muerto, y a pesar de que temblaba descontroladamente, seguía teniendo mejor aspecto.....

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Muy buen relato, muy trabajado, una cosa... sería interesante que pusieras la fuente de donde has sacado la foto, gracias.

Muchas gracias por tu lectura y recomendación, no olvides pasar a leer el capitulo anterior y los venideros, gracias también por tu voto amigo!