Caminando a la Selva Nublada de Rancho Grande. Un cuento de Virgilio Leon Puppio.

in cervantes •  6 years ago  (edited)

Maracay esta tocada por una varita mágica, tiene al norte el Caribe Oceánico Venezolano, de ese hermoso mar, nos separa la cordillera de la costa con su inigualable selva nublada de Rancho Grande, Parque Henry Pittier, trayecto que podemos hacer en una jornada de ocho horas a pie, es decir caminando un rato a pie y el otro en el carro de Fernando. Alli encontramos nuestras mejores playas, me refiero a Ocumare, Cata, Choroni y Cuyagua.

Andinos, Maracuchos y Apureños, asi como Larenses y Trujillanos, en temporadas, vienen a disfrutar por unos días de nuestras bellisimas playas.

A diferencia de mi hermano Franco y mi sobrino Diego que a diario entrenan en Maracay por los lados de la urbanización el Castaño con el único sueño de poder asumir el reto a pie de de los cuarenta y seis kilómetros que nos separa del mar, a mí no me gusta hacer ese paseo a pie, desde muy joven empecé a subir en la bici, íbamos un grupo de muchachos de Calicanto, éramos como un zoológico, déjenme recordarles algunos, muchos han muertos: dejenme apuntarlos: gallina, la burra, mono blanco, la iguana, el perro y yo a quien mentaban Jirafa por mi alta estatura, casi 2 metros.

Nunca he perdido el habito de revivir aquellos sueños de cuando muchacho, por eso cuando ando por esta ciudad en la bici me le quedo mirando al Norte que es por donde está la montaña y el mar, me digo:

No te preocupes selva nublada de Rancho grande en lo que se me quite este dolorcito que tengo por aquí, ya me vas a ver, pedal tras pedal, tratando de llegar al abra, al cenit, y llego, con dificultad, con una que otra paradita, porque para mí, ya es como una pared.

Así lo hice la semana pasada, devorando como un soplido los restantes treinta y seis kilómetros en bajada, que felicidad, en menos que canta un gallo, ya estaba >margullido< en el apacible río La trilla, super feliz, pescaba y en un fogón a la orilla del agua, fritaba los camarones sacados con las manos y ayuda de un tenedor debajo de las piedras. De que muerden, muerden, pero bien vale la pena soportar el dolor.

Si quieren saber si tenía Cocuy de penca, claro! que si lo lleve, me sirvió para desinfectar las heridas ocasionadas por las tenazas de los camarones y entrar en calor por lo frío del pozo.

fuente: http://www.turismoenaragua.com.ve/rios/la-trilla/

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