"No perdáis, pues, vuestra confianza, que tiene grande galardón; porque os es necesaria la paciencia, para que habiendo hecho la voluntad de Dios, obtengáis la promesa" (Hebreos 10: 35-36).
La paciencia es el hermano poder de la fe, ellas trabajan en conjunto para que las promesas de Dios se cumplan en nuestra vida.
La fe abre la puerta a esas promesas que nosotros queremos que se cumplan y la paciencia la mantiene abierta hasta que esas promesas lleguen; así que no permitamos que la demora y la frustración nos desanime, ya que sabemos que el tiempo de Dios es perfecto para todas las cosas.