La ciencia ciudadana es el quehacer de ciudadanos no científicos que utilizan conocimientos, instrumentos y métodos de la ciencia con el propósito de generar información sobre temas que interesan y preocupan a la ciudadanía, para intervenir en eso que les aflige y para intentar que las cosas mejoren.
La mayoría de los científicos investigan asuntos que por lo general sólo importan puristamente o que incumben a los intereses de las empresas cuyo desarrollo se basa en la investigación; mientras que los científicos ciudadanos investigan temas que por lo regular importan poco o nada a los académicos pero que preocupan a una buena parte de la sociedad civil.
Algunas diferencias y parecidos entre científicos comunes y científicos ciudadanos, son las siguientes:
El científico común cobra por su trabajo; el científico ciudadano es voluntario pro bono.
El científico común busca fama; el científico ciudadano no pretende reconocimiento.
El científico común es profesional de carrera; el científico ciudadano puede ser un científico común voluntario o retirado, o un investigador autodidacta.
El científico común se jubila; el científico ciudadano no piensa en el retiro.
La ciencia ordinaria suele ser corporativa y/o institucional, en tanto que la ciencia ciudadana es casi tribal y en ocasiones legionaria debido a la enorme cantidad de individuos que involucra un solo proyecto.
Ambos grupos utilizan literatura primaria como fuente documental para sus investigaciones.
Para ambos grupos, la constante comunicación de sus hallazgos es vital para sus actividades. Pero, a diferencia del científico común –a quien sólo le interesa informar sus descubrimientos a un puñado de colegas a través de journals–, al científico ciudadano le preocupa participar sus novedades por cualquier medio de fácil acceso a la comunidad.
Victoriano Garza Almanza
Frontera MEX-US