No se es héroe de la noche a la mañana
El Tercer paso o hito para construir un guion modelo Hollywood con El Viaje del Héroe es el rechazo al llamado.
Un personaje de cine bien construido no suele aceptar el rol heroico a las primeras de cambio. Duda, no está seguro, no sabe o no cree que tiene madera para hacer grandes cosas, para iniciar una aventura, para salvar a su pueblo o al mundo entero.
Frodo, ante el primer llamado del Mago Gandalf, se encierra en su casa, da un portazo, le dice que lo deje en paz, no quiere salir de su hermoso pueblito.
Está tan acostumbrado a su mundo ordinario, estable, que muchas veces no entra en su cabeza que puede llegar a tener grandes poderes, que puede descubrir una pócima salvadora, o que pueda llegar a manejar el sable laser como un auténtico Jedi.
Esto tiene dos efectos muy interesantes en el espectador y en la historia. En primer lugar, puede darle credibilidad al relato. Digamos, nos ponemos a pensar que si estuviéramos en misma la situación que el personaje de la película, también dudaríamos, y quizás correríamos de vuelta a nuestra casa, a nuestro universo estable y seguro, ya que eso de ser héroe es algo muy complicado y peligroso.
Ya nos decía Aristóteles que los personajes heroicos son mejores de lo que nosotros podemos llegar a ser en la vida real. A saber, seguramente el 99% de nosotros fallecería en el camino de regreso a Ítaca, porque no soportaríamos ni la primera batalla, la que tiene Odiseo contra el Cíclope, Gigante de un solo ojo.
Y seguramente no seríamos tan prudentes ni nos amarraríamos al mástil para no lanzarnos detrás del canto de las sirenas que nos prometen felicidad y dicha. Los seres humanos normales nos tapamos los oídos con cera como todos los marinos de la nave, o, si por mala suerte las oímos, nos lanzamos hacia las rocas a una muerte segura. Odiseo quería oírlas, pero sabía que se iba a lanzar a las rocas tras ellas. Por eso no se tapó los oídos, pero se hizo amarrar al mástil, y les ordenó a sus hombres que por ningún motivo lo desataran, aunque él se los rogara.
Por cierto, hay una escuela de la ética de la prudencia llamada así, la de “amarrarse al mástil.”
Otra utilidad de este punto de inflexión es la identificación o proyección que tiene el espectador con el personaje.
Si el personaje nos ha caído simpático, llegamos a creer que el personaje es un poco como nosotros, o que nosotros somos un poco como él o ella.
Esa es la razón por la que los buenos guionistas suelen preferir que sus héroes al principio sean personas ordinarias, normales como tú y yo.
Puede ser un muchacho que va al colegio, como Michael J. Fox (Marty) en “Volver al Futuro”, puede ser un gordo y torpe oso que vende sopa de fideos en “Kung Fu Panda”, o incluso el hijo del rey vikingo que no quiere salir a matar dragones en “Cómo entrenar a tu dragón.”
Tienes que dar indicios
Claro que el buen guionista te da indicios, para que vayas adivinando que el personaje (el futuro héroe) tiene algo raro, que lo separa del resto de la especie humana. En el caso de Harry Potter, se ve claramente cuando descubre que puede hablar con una boa constrictora en el zoológico, y que de vez en cuando se le salen extraños poderes mágicos con los que se venga de su insoportable primo y de sus espantosos tíos.
Crear esos indicios, descubrir esos indicios que vas a poner en tus personajes, puede ser una tarea deliciosa para un guionista. Te permite adelantar –sin llegar a ser explícito todavía, esto hay que dosificarlo muy bien- cómo va a afectar tu personaje el mundo que se avecina.
Digamos, se cae de un tejado y no se parte la cabeza, flota o vuela en ese momento y se salva. ¡Cuidado! Todavía no controla el vuelo, eso se lo tiene que enseñar un mentor que aparecerá luego. Pero ya te das cuenta de que hay algo maravilloso dentro de ese muchacho tonto del que todos se burlan en el colegio, o en esa muchacha huraña a la que los chicos más guapos de la universidad no invitan a salir.
Exactamente, te identificas con los personajes, te proyectas con ellos o a través de ellos. Si ellos que son comunes y corrientes, incluso torpes, pueden emprender esa gran aventura, pues tú también puedes.
Esa identificación se llama “fe poética”. Haces un acto de fe, le concedes al personaje la gracia, la posibilidad, de que vuele, de que sea un mago, de que pueda llegar a ser El Guerrero Dragón.
Y entonces vas un paso más allá. Cuando el Héroe duda, eres tú mismo quien le grita en la sala: “¡Claro que puedes, acepta el llamado, no seas tonto, te vas a arrepentir toda la vida si no lo haces!”
En este momento, ya has aceptado el viaje del héroe, y sería muy bizarro si un guionista, llegado este punto, no continúa con la aventura de su héroe, si su personaje no prosigue su peregrinar por los 9 restantes pasos, hasta triunfar y regresar a su hogar, o a su punto de origen, para que la historia te salga más redonda.
Cuando un productor lee un guion, espera que ya en el minuto 5 se produzca el llamado, y que en los siguientes minutos el héroe dude, para luego seguir adelante con su aventura.
Recuerda que no tiene que ser exclusivamente una historia de superhéroes, no tiene que ser como Neo, cuando no se atreve a saltar por la cornisa del edificio de su oficina como le dicen Morfeo y Trinity, y se entrega a los agentes vestidos de negro.
En las historias románticas también hay una estructura del viaje del héroe. En este caso, el personaje siente el llamado del amor, ve a la chica soñada o al chico más espectacular del colegio, éste le devuelve una sonrisa, y nuestro personaje se asusta, huye, corre, se esconde y no se lo puede creer, mientras nosotros le decimos ¡Devuélvete tonto, que vas a perder el amor de tu vida!
Y mi experiencia y la de tantos otros guionistas que conozco es que, si esto no pasa en el momento justo, en el minuto 5 y antes del 10, el productor tirará el libreto a la basura, o borrará el archivo digital.
Hay casos un poco más extraños. Guiones bien estructurados hasta este punto, que luego pierden la brújula, y no continúan con los pasos que los espectadores están acostumbrados a seguir.
Pasa mucho en Venezuela, y supongo que en otros países latinoamericanos que no tienen una industria cinematográfica consolidada con guionistas que manejen esta estructura cotidianamente, desde la escuela de cine.
Tal vez tienen prejuicios ideológicos izquierdosos, anti-Hollywood, y rechazan esta estructura, sin llegar a producir una estructura alternativa funcional, idónea, que atrape al espectador.
No todas las películas se estructuran con este viaje
Algunas películas iraníes ganadoras del Oscar como Forushande (El Viajante) de Asghar Farhadi no poseen esta estructura tan medida. Pero sus contenidos, su actuación y la calidad humana de los personajes es tan fuerte, que nos dejan emocionados y sin aliento.
Así que no estás obligado “per se” a escribir con esta estructura, aunque es muy recomendable que la conozcas.
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Lorenzo Vigas, ganador del León de Oro en Venecia por "Desde Allá"
El realizador mexicano Michel Franco “Después de Lucía” y el venezolano Lorenzo Vigas en “Desde Allá” no emplean este esquema, pero es un rechazo razonado, intencional y a conciencia.
He oído un par de veces a Lorenzo decir en Caracas que no le interesan las películas con el modelo de Hollywood, y la estructura de su filme es coherente con lo que dice.
“Después de Lucía” y “Desde Allá” son películas concebidas para un público diferente, alternativo, y sobre todo para la crítica, para los festivales. No es extraño que reciban muchos premios en Cannes o el León de Oro del Festival de Venecia, pero con muy poco público, con muy poca taquilla.
Ahora, recuerda que esta serie de posts no está dirigida a ese tipo de guiones, sino a los guiones a la manera de Hollywood.
Yo recomiendo que tengamos mucho cuidado con el llamado “Nuevo Cine Latinoamericano” y su escuela de guionistas de Santiago de los Baños en Cuba.
Esta tendencia, por su origen ideológico antiamericano, rechaza de entrada cualquier parecido o aproximación a un guion como el que estamos describiendo aquí. El prejuicio es que se trata de un cine “imperialista”, “vacío”, “alienante”.
Para los latinoamericanos es muy fácil caer en ese complejo, y durante décadas, estuvimos al margen del mercado mundial del cine por prejuicios de este tipo, hasta que guionistas y directores muy talentosos como Alejandro González Iñárritu o Guillermo Del Toro se despojaron de esos atavismos y se atrevieron a seguir esta estructura del Viaje del Héroe, tan incrustada en el inconsciente colectivo, añadiéndole el talento natural que ya ellos traían desde su infancia.
No se olviden que esa escuela fue fundada por Gabriel García Márquez, quien era un novelista genial… pero un pésimo guionista.
Tú escoges.
Óscar Reyes-Matute
(Samuel Ibn Motot / שמואל אבן מתת)
Video recomendado:
12 PASOS DEL HEROE
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Excelente continuación de tus artículos sobre guionismo!!
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Gracias, jorgebit. Mira, son 12 estadios o puntos de giro. Así que me faltan unos cuantos. Pero es muy divertido, porque escribir los artículos es como hacer el viaje mismo. Me ayuda para las clases, y me ayuda para mis propios guiones. Bueno, luego sigo con una serie sobre el modelo de guión de Syd Field, que es la otra pata canónica de los guiones de Hollywood. Y a cada tanto un post de Cábala... Un honor tenerte de lector. ¡Saludos!
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