Película: MOLLY’S GAME (USA 2017). Director: Aaron Sorkin; guión: Aaron Sorkin; cast: Jessica Chastain, Idris Elba, Kevin Costner
El éxito, dijo una vez Winston Churchill es la capacidad de ir de fracaso en fracaso sin perder el entusiasmo. Las mejores intenciones mueren por porfía. Suponemos un objetivo y tenemos el camino para alcanzarlo, cuando una realidad nos dice que no tendremos éxito, porfiamos primero en lo primero. Es decir, que no corregimos el rumbo y viene, inexorablemente, el choque tortuoso del fracaso. Pero, hay convicciones internas, lógicas o no, obligantes y hasta caprichosos pasos que conllevan a darnos la razón. En mi tierra hay un juego de cartas llamado Truco, se juega con baraja española, esa de copas, oros, espadas y bastos. Es por mucho el mejor juego de cartas del mundo. Sus reglas son complicadas, se puede conversar y enviar señales a nuestro compañero, se puede esconder o tapar alguna carta, se grita, se insulta, se apuesta y se ríe. No es un juego fácil de entender y cuesta tiempo y práctica jugarlo como debe ser. Tienen un ADN oriental. Me explico: en Venezuela a los oriundos de los estados Anzoátegui, Sucre y Nueva Esparta nos llaman orientales, por ser de la zona oriental del país. Y es en esta zona donde se juega Truco y es muy raro conseguir a alguien de otro lado del país o extranjero que pueda jugarlo como es. Es un juego más que de azar un juego de destreza, estrategia, aplicar psicología, conocer la naturaleza humana e inteligencia. Comentan en el film Molly’s Game, que el póquer no es un juego de azar, es un juego de estrategia ¿dónde habré escuchado eso? Cada quien alaba su ganado y los gringos enaltecen en demasía lo que ellos practican. La película cuenta la verídica historia de una hermosa mujer que organiza exclusivas y muy caras partidas de póquer. Se juega, por supuesto, a las cartas, se juega póquer y más allá del lúdico hecho de la fortuna, es una historia sobre la convicción de la creencia en sí mismo. Aún aquellos perdedores pierden porque la pérdida estaba dentro de su convicción de ganancia. Es decir la derrota es una sorpresa.
Molly tiene el don de los mejores, de aquellos que están por encima de los demás. Tanto por su ADN como por su educación. Lo que encara en la vida, por lo general lo convierte en éxito. Excepto dos cosas donde paradójicamente sobresale: en el esquí y en el póquer. No clasifica para las olimpiadas por un hecho fortuito en la bajada más importante de su vida. No continúa su increíble carrera como promotora de juegos privados de póquer por el fortuito hecho de la dominación. Su padre construyó un entorno familiar donde su palabra era ley imposible de contradecir aun cuando él lo pidiera. Su padre no podía perder y por ello sus hijos debían ser lo mejor y para ello la dominación se impone. Luego del accidente que la deja fuera de las competencias, su primer jefe la quiere dócil sueño que no logra y otro importante hombre le propone lo que más tarde sería una trampa para, al igual que el deseo de los otros, doblegarla para sus propios intereses. El único que logra doblegarla es el FBI y la Fiscalía hasta que un juez determina la levedad de su falta y le permite la libertad.
Contar con una mente fuerte te permite afrontar los retos de la vida con mejor posibilidad. Los juegos como el póquer o el truco, así como el ajedrez, requieren de una capacidad mental importante. Pero la vida exige más fortaleza aun. La hija del abogado de la película, una adolescente que uno estima en unos doce o trece años de edad, aparece leyendo Las Brujas de Salem, un libro que supondríamos no apto para su edad. Su padre, muy exigente con las cosas de su hija, le pregunta a Molly si ella cree que es muy duro con su hija. Le cuenta a modo de respuesta sobre una amiga suya quien pasó un fin de semana con un alto ejecutivo en una isla del Caribe a cambio tan solo de una cartera Chanel y no, le dice, no eres duro, requiere de más. Cuando vi esta escena recordé cómo en Venezuela la lectura, la exigencia intelectual, la fortaleza mental de la población ha sido reducida a lo mínimo y me recordé que a Molly no logran subyugarla por su fortaleza mental, al pueblo venezolano lo están domesticando. Y eso no es un juego de azar