Las plantas silvestres crecen donde nadie las siembra y también invaden rápidamente un jardín descuidado. Sus flores, muchas veces diminutas, son una preciosidad.
Para hoy seleccioné la belleza que muestro en la fotografías siguientes, de mi autoría.
La primera, consiste en una especie de pompón con hilos como blanco algodón. Es de la familia del llamado diente de león, recomendado como planta medicinal. Es un tipo de lechuga silvestre y sus hojas le encantan al morrocoy.
La segunda, cuyas hojas se confunden con las del ají o el pimentón, se cuela en cualquier macetero. Sus lindas florecitas tienen aproximadamente un centímetro. En la foto se aprecian distintas fases de las flores, los botones, abriéndose y totalmente abiertas.