Qué es lo que significa la palabra Concilio?
Un Concilio (del latín concilium), en su más amplia acepción es una reunión o asamblea de las más altas autoridades de un ente, empresa u organización, para discutir y decidir sobre temas trascendentales.
En el caso que nos atañe, es una reunión de las autoridades religiosas (Iglesia Católica, para ser más específico); para debatir y "resolver" asuntos complejos (utopía, fe, disciplina, organización, teología, dogmas, pragmatismos, reglamentos, normativas, doctrinas, paradigmas y liturgias, entre otros).
En basamento a lo anterior, se sostiene en la Historia que en el año 325, fue celebrado el Primer Concilio de Nicea (nombre originario de la ciudad de Nicea -Iznick- en Turquía, en la cual se realizó la referida reunión). Dicho concilio convocó obispos católicos/cristianos dirigidos por el emperador romano Constantino I, para definirse como el primer concilio ecuménico, católico y ¿protestante?
Los principales ítems debatidos y decididos fueron las puntualizaciones y la homogeneización de todas las cuestiones heterogéneas y discordantes relacionadas con Jesús de Nazareth, como el Hijo de Dios y su íntima relación con Dios Padre; además, del establecimiento de la uniformidad para la fecha de la Pascua, junto con la promulgación del derecho canónico, el decreto de "la paz religiosa" y la unidad de la Iglesia cristiana, entre muchos otros puntos tratados y decidos en plenaria.
Unas reflexiones y búsquedas en torno al último Concilio que hemos tenido, y que ha generado la gran forma de revolución del Espíritu Santo que hemos tenido dentro de la Iglesia.
Puesto que lo que ha significado y búsqueda sin dejar marcas profundísimas, ya que, el Concilio Vaticano II ha sido uno de los acontecimientos más importantes de la Historia de la Iglesia y uno de los hechos históricos que, como tales han marcaron profundamente el siglo XX.
Así, convengamos que al ser convocado por el Santo Papa JuanXXIII en 1962, fue concluido por su sucesor el Papa Pablo VI, en 1965.Desde el 20 de enero de 1959, día que en la conversación entre nuestro querido y venerado Angelo Roncalli y Tardini, su secretario de Estado,surge providencialmente la palabra «concilio» como un manantial de agua fresca enla Iglesia, y cinco días más tarde, festividad de la conversión de SanPablo, lo anuncia en la Basílica de San Pablo Extramuros, las expectativas fueron creciendo al paso del tiempo.
Y teniendo tres años de preparación,que se vivieron con interés e incluso con impaciencia1.El Papa, que algunos habían etiquetado de transición, con 77 añosa la espalda pero con un corazón rebosante de esperanza, hablaba conacierto y naturalidad de «un nuevo Pentecostés», «una primavera inesperada», de una «Madre Iglesia que se alegra y exulta de gozo», y oponiéndose a tantos «profetas de desdichas», atisbaba un orden nuevo enel que no faltaba la providencia misteriosa y misericordiosa de Dios.Tres fines se proponía este grandioso «aggiornamento» de la Iglesia:
• Promover el desarrollo de la fe católica.
• Lograr una renovación moral de la vida cristiana de los fieles.
• Adaptar la disciplina eclesiástica a las necesidades y métodos denuestro tiempo.Grandes eran los retos que la Iglesia y la gran asamblea de obispos (unos 2.500) tenían delante. No menores fueron las dificultades