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Desde que nos casamos, mi esposo nunca me ha satisfecho, los pocos encuentros sexuales que hemos consumado, no han sido más que producto de mi insistencia y, no han hecho más que dejarme más insatisfecha de lo que me encontraba en un principio. Hace un par de días, se había mudado un nuevo vecino: un tipo de pelo plateado, unos 1,84 metros de altura, poco más de unos 40 años, una barba poblada, bastante reservado a mi parecer. Al llegar, me preparo para darme un baño, mientras me encuentro en la bañera, comienzo a masturbarme, froto lentamente con los dedos mi clítoris y comienzo a gemir mientras imagino las manos de ese fornido hombre maduro estrujando todo mi cuerpo lascivamente, comienzo a acelerar mis dedos y empiezo a meterlos dentro de mi vagina, introduzco profundamente uno de mis consoladores, el cual la llena toda, entrando y saliendo de mi coño, al encontrarse absolutamente lubricado, comienzo a imaginarme como seria ser follada por mi candente vecino de al lado, empiezo a gemir aún más y pellizco mis pezones. El placentero momento se ve interrumpido cuando siento que alguien abre la puerta de mi casa, ¿será mi esposo? Pero no puede ser el, pues le toca trabajar todo este mes en el sur del país, por eso al escuchar una sucesión de sonidos cercanos, bajo el grifo y me dispuse a averiguar quien se encontraba al acecho. Sinceramente, mis movimientos solo son guiados por la incertidumbre y un inmensurable terror que me invade. Recorro la sala sin resultado hasta encontrarme con un sujeto de contextura robusta, camuflado con un pasamontañas, antes de poder siquiera preverlo, se acerca y me asesta un fuerte golpe en el rostro, dejándome tirada en la fría losa de mármol, me arrastro entumecida y mareada, trato de aferrarme a un mueble para apoyarme, pero me toma de los brazos y con sus piernas me inmoviliza por completo, en cuestión de segundos, me arranca la toalla, dejándome totalmente expuesta, una sensación de vulnerabilidad me embarga. Rápidamente, me pone en cuatro, lanzo patadas y lucho, pero me hala el cabello y me ahorca, siento como me falta el aire, el hombre me voltea y acaricia mi trasero, grito, y de un arrebato introduce su pene en mi culo, siento un desgarrador dolor al experimentar como bruscamente lo mete y saca sin contemplación, me deja postrada en el piso, mientras que escucho sus guturales gemidos que reafirman su congratulación al cabalgarme, cuando no puedo más, me incorporo, pero el hombre introduce tres dedos en mi coño y me sujeta fuertemente por las tetas, me estruja y vuelve a someterme con morbosidad ahogando sus gruñidos en mi hombro, me siento invadida por todos lados. Lame mis orejas, sus dedos entran y salen de mi vagina, para luego metérmelos en mi boca, la sensación de dolor poco a poco se va disipando y de alguna bizarra forma, empiezo a sentir algo que hace mucho recorría mi cuerpo… ¿Placer? Me perturba la idea y trato de zafarme nuevamente, pero su fuerza descomunal no me permite hacer nada. Al penetrar constantemente todas mis cavidades, el hombre comienza a gemir de placer mientras me lo mete con frenesí, me estremezco al sentir su duro miembro en mi estrecho culo, comienzo a emitir leves gemidos de placer. En el clímax sexual, empiezo a estremecerme y termino por correrme, me invade una ola de espasmos, y humedezco su entrepierna, al ver eso, el hombre me toma de la cabeza y la posiciona en frente de su pelvis, me pongo a la defensiva preparándome para otra arremetida, hincada y a su merced, el macho introduce su verga en mi garganta y me obliga a atragantarme con su abundante semen, el sonido de mis arcadas parecía excitarlo aún más. Al terminar de correrse a raudales en mi garganta y rostro, siento como su caliente esperma recorre mis mejillas e intento recobrar el aliento, el hombre lo recoge con sus dedos y me lo riega por mis senos, cuello y cara, luego de apreciar el panorama, el tipo me empuja contra la pared y se dispone a abrocharse el cinturón, rápidamente, comienza a retirarse con indiferencia. Me obligo a recobrar el aliento y mis fuerzas, diviso lo primero a mi alcance, tomo un jarrón y se lo arrojo a la cabeza, el hombre cae aturdido y me acerco en cuclillas ignorando el intenso dolor en mi trasero, me le acerco y me las ingenio para tirar su pasamontañas, lo que visualizo me deja atónita. Cabello negro, medio corto y alborotado, piel blanca, unos ojos verdes… Mi esposo, de pronto me asalta una ráfaga de recuerdos de tantos encuentros insípidos, y no entiendo cómo puede tratarse de la misma persona, desde hoy nada volverá a ser igual… |
Nomino a la excelente escritora @jarliz11
Post patrocinado por @purapapita y @vicokiwi
Me parece muy buena tu historia, algo poco comun, violación un poco de maltrato sadismo, y al final feliz, me parece buen relato. Suerte.
Slds...
FS
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Excelente!!! Pude casi que visualizar el escenario, éxitos.
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