Ayer dije que los hacedores de viviendas, también harán su obra para futuros amores o matrimonios; siendo otra estancia del construir, una nueva vida o una historia. Cuenta la historia que un marinero, al llegar a puerto había hecho una apuesta con un compañero; se trataba de que al tocar tierra, besaría a la primera joven que se encontrara; en esa época venían las novias o esposas de los hombres de mar a recibirlos con júbilo y alegría. La imagen capturada por un fotógrafo y reportero, pasó a ser parte de la historia de la fotografía. El marinero dijo luego, que la enfermera esa casual, no la conocía.
En una tarde de primavera, luego de una semana del dolor de la muerte de quien fuera esposo y padre; mamá e hija caminaban por los jardines que colindaban por el pueblo donde vivían; la hija un tanto inocente le preguntó a su mamá que si extrañaba a su esposo; pues aquella mujer siempre dijo que era su primer amor. En parte sí, contestó la mujer; sin embargo suspiró hondamente, y dijo a su hija: ¡tu padre no fue mi único amor!
Sabes, dijo: un mes antes de la boda con tu padre conocí a un hombre, nos flechamos a primera vista, tuvimos nuestro idilio que duró tres días, sucedió en mis últimas vacaciones de soltera. Él estaba soltero y sin compromiso, cuando faltaban pocas horas para separarnos en aquel cálido aeropuerto; llorando me confesé, él lloró también por varios minutos. Dijo que me esperaría, si cambiaba de opinión o si el matrimonio no funcionaba.
Luego nos vimos cada año por la misma fecha, tomábamos café en el mismo sitio; él me preguntaba: ¿cómo va el matrimonio? -mi respuesta siempre fue: ¡mi esposo es buen hombre, no merece que lo haga sufrir!
*Nota: Está publicación pertenece al mismo autor del blog:
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