Hace ya bastante tiempo que no escribo por acá, pasa que he estado en constante ajetreo, ya hace casi tres años que abrí la cuenta y no he escrito lo suficiente como para decir que he estado presente. Ha cambiado mucho el contexto, las motivaciones, las acciones y los intereses. La sensibilidad sigue siendo la misma, quiza con un par más de capas para que no se rompa.
Llego de mi trabajo de seis horas como empaquetadora de suchi en una cadena de tres locales de una marca bonaerense llevada por extranjeros, y me encuentro con que la lavadora de la residencia está encendida, y que va apenas por el ciclo de lavado mas largo, ahora son las 2.20 am y sigue el ruido de la lavadora.... me pone a pensar, que alguna vez leí que en suiza o en algún país de estos que se dicen desarrollados, el solo hecho de bajar la cadena despues de cierta hora es ilegal porque molesta al vecino. El tema de la convivencia es delicado, en teoria es como el comunismo, hermoso, la solucion de los problemas, compartir los gastos y las cargas, pero cuando se lleva a la practica es un infierno.
Sin que me quede nada por dentro, porque de eso se trata el arte, de expresarse, quiero decir que como inmigrante, para el que no sabe, vivo desde hace dos años y medio en argentina, uno pasa por distintas etapas, no sé ya por cual voy, lo cierto, si es que toda mi vida he sido de caracter obstinado, de una sensibilidad tremenda para con todo, y este salir de mi zona de confort, y adaptarme a medias a este caracter más del sur, me ha hecho pensar en que además de ser extranjera aquí, soy extranjera allá en venezuela, porque ese país que dejé solo quedó en mi recuerdo.