Era por allá en el siglo XXI, un chico occidental que creía tener el poder de ser único, sin saber con que iba a resaltar. Al final de sus días, cuando el agobio comía su ser, sus entrañas se revolvían de la desesperación de haber pasado sin mayor halago por esta vida, tomó una decisión que iba a marcar el destino de la humanidad siglo después.
Cuando la noche abrigaba a este ser inestable, lanzó su maldición, el poder que siempre tuvo oculto pero nunca supo.
"Después de un siglo de mi muerte, la gente no podrá dormir más de 8 minutos"