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in cuentosdebernardo •  7 years ago 

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  • Pues, amigo Andrés…Esto que estamos viviendo; sencillamente no tiene parangón alguno… - Juan buscó una mejor posición mientras se daba cuenta de que una persona que recién estaba llegando mostraba mucha curiosidad en ellos
    -específicamente- (demasiado para el parecer del que estaba hablando y que debido a su súbito interés, lo hizo sospechar y por eso: Guardó Silencio.)
    Andrés no estaba en la misma onda y por eso se quedó en la espera y al ver que se tardaba demasiado, lo inquirió de esta forma…
  • ¿Te estás refiriendo acaso a…Todo ese derrame de angustias y de sinsabores en que estamos inmersos todos nosotros los que aun nos mantenemos en este país, que en alguna época se llamó: Venezuela…? – Juan siguió haciéndole señas, que él no entendía…Y prefirió -por prudencia- someterse ya que de alguna forma lo relacionó con su nueva forma de actuar..
    Fue cuando se fijó que -debido al nuevo visitante- Juan lo miraba con cara de pocos amigos…
  • ¿…Qué pasó…Estás callado por: ese tipo? – Le susurró lo mas tenue que pudo. Disimulando con el mayor de sus sigilos.
    El extraño personaje, al percatarse de que su súbita presencia, traía resquemor en estas personas, intentó disimular su presencia allí…
  • Disculpen…Siguiendo por esta vía, puedo llegar al mercado?
  • Sí. – Respondió secamente Juan mientras le demostraba con sus gestos de que ellos estaban en una reunión privada.
    Y que su presencia: No era bienvenida allí…Pero…
    El hombre quiso disimular y se sacó su pañuelo -sucio y arrugado- Mientras se lo llevaba a la nariz y estornudó con la mayor crudeza posible. (Con todo el desparpajo que pudo) Luego se limpió.
    (Chequeó a un lado y luego al otro…)
    Envolvió ese trapo andrajoso y lo introdujo de nuevo en su pantalón.
    Y se dio a la tarea de fingir que estaba buscando una nueva dirección y fue cuando Andrés ya molesto por su presencia, le indagó…
  • ¿Está perdido el amigo…?
  • Si. No consigo una dirección.
  • ¿Usted preguntó por el mercado? Ya le dijimos que es por esa vía.
  • …Pero ahora me gustaría ir a otro lugar…
  • Pues vaya entonces. Nosotros estamos tratando de hablar entre nosotros mismos.
  • Hablen. Yo no los voy a interrumpir mas. – Y aclarando eso,
    les dio la espalda y se aferró a seguir allí, en medio de ellos dos.
  • Vámonos. – Indicó Andrés y Juan lo siguió.
    Caminaron en otro sentido. Y para cuando ya habían llegado a la otra esquina, volvieron a ver, y ya el tipo se había retirado.
  • ¿Viste? – Inquirió Juan señalando al individuo que se desplazaba mientras de vez en cuando, volvía a verlos a ellos.
  • Sí. Qué raro… - Dijo mientras meditaba.
  • ¿Raro…Qué? Ese es un espía de la revolución.
    ¿No te queda claro eso…?
  • Me recuerda cuando vivía en la Nicaragua del “Tacho” Somoza.
    Ellos lo llamaban: “Orejas” y utilizaban el mismo modus operandi.
    Y luego después se los llevaban presos a todos los que ellos sapeaban, delataban… ¡Presos en las mazmorras de la dictadura!
    …Y pensar que ya se está empezando a ver esto en este país, que en una época era tan noble, de buenos sentimientos. – Andrés estaba atando cabos. Tratando de enderezar muchas cosas que por su rápido devenir, los estaba tomando desprevenidos.
    Juan lo miraba y comenzó a razonar…
  • Ujum. Es cierto. Pero la política que nos están aplicando es mas bárbara y cruel. – Pero no le dio tiempo a redondear su idea cuando Andrés súbitamente le añadió…
  • ¡Eso es muy cierto! Nos esconden la comida.
    Y luego aparecen los llamados “bachaqueros” y nos las venden súper carísima.
    Y las “cajas de comida” que ellos llaman: “Clap” nos las venden cada no sé cuantos meses. Y nos mantienen siempre en zozobra.
    …Creo que esa es su estrategia…Para quebrar nuestra resistencia moral.
    “Su Política de Estado” Muy brillante por supuesto…
    Nos hacen pasar hambre…Y nos cortan todas las comunicaciones.
    Quizás por esa razón ya la mayoría no tiene acceso a la Internet.
    No hay Wi Fi. El cable se cae a cada rato.
    Los bancos ya no dispensan el efectivo que requerimos.
    Por ejemplo: Yo tengo cien mil bolívares en mi cuenta…Y lo pido…
    ¡Y no hay! ¿Dónde se ha visto un banco sin dinero…?
    O mejor dicho: ¿Quién se ha apropiado de mi dinero…?
    Los abastos ya han desaparecido.
    Los supermercados están a “media asta” Tú entras…Y los anaqueles están vacíos.
    Ya no hay mantequilla. Ni mayonesa. Ni aceites comestibles, ni arroz, ni granos, tampoco cereales ¿y leche…? Tampoco.
    Un cartón de huevos vale mucho mas que lo que pagan de mi pensión.
    Las panaderías…No tienen insumos y por eso no tienen pan. (Y cuando tienen… ¡Los venden a unos precios…!)
    Las farmacias no tienen medicamentos…Y los que tienen los venden a precios impagables.
    …Esto es un aquelarre…Creo que nos están empujando a que nosotros…”Los viejitos” nos tengamos que ir también…Ya casi todos mis hijos se han ido a otros países…Esto es una locura…– Y Juan añadió…
  • Y ahora: Nos quitan el servicio eléctrico a toda hora.
    En la mañana. Al medio día. En la tarde. Hasta en la noche.
    ¡Y a media noche también…Incluyendo en la madrugada!
    Nos están cercando. Arrinconando.
    Nos están haciendo pasar: “Aceite”
    ¿Y cómo podemos protestar nosotros?
    Con hambre. Sin dinero. Sin agua, porque también nos quitan eso.
    ¿Cómo podremos, ah? Y ahora con los nervios alterados pues tampoco podemos dormir. ¿Qué será de nosotros…? – Andrés lo miraba y en esa su forma de analizar…Lo hizo sentir agobiado.
  • …Nos tienen en su poder. Ya no podemos hacer nada mas.
    Hambrientos. Enfermos. Somnolientos…
    …Qué nos vendrá después de esto… - Unas lágrimas se asomaron en sus envejecidos parpados, Juan intentó disimular…Pero…Musitó tenuemente:
  • …La muerte… - Y lo dijo en una forma dramática.
    Ambos volvieron su rostro hacia todo su entorno y se comprobaron que a pesar de ser apenas las tres de la tarde…
    Las calles estaban desiertas. Aquella alegría habitual, muy típica de esta región ya ha desaparecido.
    Los transeúntes que por allí divisaban, eran obreros y empleados que angustiosamente buscaban poder montarse en esos autobuses sucios, hediondos, maltrechos y desvencijados…Pero que los podían transportar por una cantidad de: 2.500 bolívares.
    Un precio demasiado costoso, para su exiguo presupuesto.
    Y los dejan en banca-rota.
    Pero que deben pagar…Si quieren llegar a su casa.
    En el patio.jpgLos bancos. Los negocios: Ya están cerrando.
    La vida comercial…Ya está llegando a su ocaso…
    Y la noche en unas escasas horas con toda seguridad: Asumirá su dominio.
    El reino de lo oscuro…Lo incierto. Lo lúgubre y tenebroso se cierne sobre una población frustrada…Agotada…
    Lo misterioso e inseguro…Tomará posesión de lo que suyo es.
    …Y tomando en cuenta tanto desbarajuste:
    ¡Es preciso que cada quién vuelva a su casa!
    Pues los ladrones y malhechores, son los dueños de lo que queda de democracia.

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