OTRO CUENTO MAS...

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• Ya la vida me ha dado todo lo que ha podido (¡Y la que le ha dado su perra gana!) porque ya yo, ¡no doy para mas nada! – Me dijo la jovencita mientras volteó su rostro para mirar hacia abajo a un lado de ella.
• ¡Hagan conmigo lo que quieran! – Por sus gestos demostraba mucha agresividad.
  Instintivamente miré hacia el mismo sitio que ella había insinuado, pero no vi nada extraño.
  Bueno, por lo menos con mis ojos humanos, nada fuera de lo normal pude visualizar.
  Pues pensé que ella giraba hacia esa dirección por algún extraño presagio o porque había visto u oído algo… ¡Pero nada!
  (…Será que ella tiene ese tipo de visión, que por lo visto carezco…)
  Razón por la cual se encendieron en mí, todas las alarmas habidas por haber.
  Por lo que presté mas atención de la debida.
• ¿Y qué mas puedo perder…Qué ya no haya perdido ya…? – Y mentalmente muy dentro de su ser, se escenificaron muy vividas experiencias, -que para ella- fueron de suma importancia.
  Yo tan solo me limité a observarla. A cierta distancia; por supuesto.
  Y en un arrebato de frenesí, comenzó a temblar (Todo en ese cuerpo se agitó en un frenesí muy extravagante y misterioso.), sus alocados e imprecisos gestos se estremecía en horrendas escenificaciones, que hicieron cundir en mí…Mucho terror. (¡Ayyy mamacita!)
  Y comencé a pensar: ¿Y qué diantres estoy haciendo yo aquí?
  La gente circundante comenzó a acercarse muy ávidamente. Percibí muy bajos instintos.
  (Como si fuesen a presenciar algo de suma importancia.)
  Sentí en unas miradas ajenas, una sensación de extravío. Mucho sadismo.
  Y en otro tipo de personas, tan solo alarma, pero en la mayoría tan solo se acercaban con el morbo de por medio.
  Me dio un ofuscamiento, y hasta llegué a acariciar la idea de disolver ese extraño comportamiento, pero en verdad, la inestabilidad psíquica de esa jovencita me mantenía al borde de un ataque de nervios.
  Traté a como pude de contener esos violentos sacudones, pero la presencia de tanta y tanta gente, hizo que perdiera mi impulso inicial.
  Y tan solo me quedé atónito.
  Viendo como el cuerpo de una hermosa muchacha se desfiguraba, se transmutaba en la de una víbora en forma femenina y seguía deformándose en horrendas expresiones de la bajeza humana. O infrahumana…En todo caso era una deplorable escenificación.
  Pronto por su boca, brotaba tanta espuma, que unos cuantos de los presentes, se persignaba una y otra vez, mientras una voz anónima, escondida en medio del tumulto lanzó lo siguiente…
• …Tiene hambre… - Al instante todos se echaron para atrás.
• ¡Cuidado que es una posesión diabólica! – Eso bastó para que el grueso de la muchedumbre huyeran despavoridos.
• ¡Me quiero matar! – Gritaba desaforada.
  Un aullido que no supe precisar, si era de una fiera herida o de algún demonio escapado del averno mismo, se dejó sentir, causando profunda aprehensión entre los presentes.
  Pero ese tono de voz, que de ella, brotaba no me pareció conocido.
  Era mas bien una voz ronca. Temblorosa. Con un acento irreconocible.
  Gruesa y hasta hueca.
  Pronto comenzó a contornearse como si fuese una bailarina, pero con bruscos y espasmódicos ajetreos.
• ¿A quién me llevo conmigo…? – Sus ojos eran irreconocibles, brotados como si fuesen dos globos inflados y a punto de explotar.
  Las pocas mujeres que quedaban…Emigraron a gran velocidad. Y jovencitos también.
  Los hilillos de venas reflejaban sangre que amenazaba con salir a toda prisa.
  Su bella melena oscilaba en desorden y en arrebato. Todo en esa figura denotaba explosión e ira sin poderse contener. Miraba con furia de fiera herida.
• ¡Me quiero matar…Pero antes me voy a llevar por lo menos…! – Y apuntó a otras jovencitas que andaban aterradas (habían unas cuantas que persistían en quedarse allí, para poder presenciarlo todo, pero que no atinaban a salir corriendo.
• ¡Rameras, puercas, sucias! – Y arrancó detrás de ellas.
  Las jovencitas rompieron a correr en una huida desesperadas. Aterrorizadas chillaban.
  Pronto todo se descompuso y todos corrían despavoridos.
  Y cuando ya faltaban pocos metros para agarrarlas, dio un giro en u y se enfiló hacia unos carros que venían a gran velocidad y se lanzó con toda su potencia.
  En cuestión de unos segundos los conductores trataron de esquivarlas…Pero es que todo aconteció a una velocidad horriblemente dramática.
  (Sentí que los ruidos se volvieron ensordecedores. Aquelarre espantoso.)
  Y a pesar de los frenazos…Y del esfuerzo para no atropellarla. Y todo se escenificó en cámara lenta. ¡Tan lenta, que hasta aparecían cuadro por cuadro!
  ¡Qué horror! ¡Qué estupor!
  Pronto se sintió el chirrido y el golpe fatal.
  Y de repente: Todo quedó grabado en un solo cuadro cinematográfico.
  Por allá a lo lejos, se escucharon sonidos que parecían venir del inframundo. Chillidos. Gemidos. Lamentos potenciados a miles de potencias audibles.
  Mis entrañas sintieron esa intensidad que era horrenda.
  El cuerpo de la jovencilla voló por los aires y por espacios de unos cuantos metros.
  Para finalmente caer pesadamente. Aparentemente sin vida.
  Uno de los carros no pudo ser detenido debido a la alta velocidad con que venía, y como consecuencia de ellos…Le pasó por encima.
  Todos observaban impávidos y atónitos. Pero nadie podía hacer nada por esa criatura.
  Pronto todo se detuvo. Un intenso vacío se apoderó de todos.
  Ninguno atinó a realizar movimiento alguno.
  Una oleada de viento impetuoso, hizo revolotear la tela ensangrentada.
  …Y una humareda negra, oscura y espesa, brotó de ese cuerpo inerme.
  Nadie se atrevió a acercarse. Un terror seco humedeció el valor de todos los presentes.
  Y el chofer de esa unidad, quedó inconsciente sobre el volante.
  …Pero nadie se movió a prestar ningún tipo de ayuda.
  En silencio. Pocos se atrevieron a quedarse, para seguir indagando.
  Prefirieron salir a toda carrera de ese sitio, que ahora les parecía fantasmagórico y muy tenebroso.