La inteligencia artificial traerá el desastre social a corto plazo y nadie sabe qué hacer
La inteligencia artificial (IA) es una de las tecnologías más disruptivas y prometedoras de nuestro tiempo. Según algunos expertos, la IA tiene el potencial de mejorar la salud, la educación, la ciencia, el arte y el bienestar de la humanidad. Sin embargo, también tiene el riesgo de provocar una crisis social sin precedentes, al eliminar millones de empleos y generar una brecha entre los que se benefician de la IA y los que se quedan atrás.
Según Ben Goertzel, uno de los pioneros de la IA y fundador de SingularityNET, una plataforma descentralizada de servicios de IA, la automatización provocada por la IA podría eliminar el 80% de los trabajos actuales en los próximos 20 años. Esto supondría un cambio radical en la estructura económica y social del mundo, que requeriría una adaptación rápida y profunda de los sistemas educativos, laborales y políticos.
Goertzel no es el único que advierte de este escenario. Avi Loeb, profesor de astrofísica en Harvard y autor del libro Extraterrestrial: The First Sign of Intelligent Life Beyond Earth, también cree que la IA tendrá un impacto enorme en la sociedad y que los gobiernos no están preparados para afrontarlo. Loeb propone crear un consejo global de expertos en IA que supervise el desarrollo y la regulación de esta tecnología, así como establecer un ingreso básico universal que garantice una renta mínima a todos los ciudadanos.
Otro que se ha pronunciado sobre el tema es Warren Buffett, el multimillonario inversor y filántropo. Buffett ha reconocido que la IA es una fuerza positiva para la humanidad a largo plazo, pero que también traerá muchos problemas a corto plazo. Buffett ha sugerido que se debería aumentar la carga impositiva a los más ricos y redistribuir la riqueza generada por la IA a los más necesitados.
Estas propuestas tienen sus defensores y sus detractores, pero lo cierto es que nadie tiene una solución clara y consensuada para evitar el desastre social que podría causar la IA. Los gobiernos parecen estar más preocupados por competir entre ellos por el liderazgo tecnológico que por cooperar para garantizar el bienestar común. Mientras tanto, la IA avanza a un ritmo acelerado y sin control, poniendo en jaque el futuro de la humanidad.