El IPC alcanza el 5,4% en junio y el subyacente toca máximos de 1991.
La inflación no encuentra techo en EEUU. Los expertos habían vaticinado un leve respiro en junio, pero nada más lejos de la realidad. El IPC general (toda la cesta) ha vuelto a subir para situarse en el 5,4% (máximos desde 2008), mientras que el subyacente (sin contar energía ni alimentos frescos) ha alcanzado el 4,5%, máximos desde 1991, unas tres décadas.
El mercado esperaba que el dato de inflación se moderase hasta el 4,9% interanual, ante el leve descanso que han dado los precios de los alimentos globales (según la FAO) y un menor efecto base (comparación con los precios estancados de 2020). Pero lo cierto es que el IPC ha vuelto a subir con fuerza, desbaratando todos los pronósticos y alimentando los argumentos de los miembros de la Fed que claman por una pronta retirada de los estímulos.
La economía está creciendo al mayor ritmo en años, mientras que los tipos de interés y las compras masivas de bonos estimulan el consumo y la inversión. Por otro lado, el Gobierno ha desplegado una política fiscal expansiva (más gasto público, prestaciones y ayudas directas) sin precedentes que también está insuflando nueva fuerza a la demanda y la inversión interna. Los precios de los activos suben (vivienda, acciones...), generando un efecto riqueza que incentiva el consumo de unas familias que se creen más ricas. El riesgo de sobrecalentamiento en EEUU existe y una prueba de ello es el alza de los precios por séptimo mes consecutivo.
En los últimos tiempos, el dato de inflación se ha convertido en uno de los más esperados por analistas, inversores y la propia prensa. Tras años de escaso movimiento, los precios parecen haber despertado con intensidad de su letargo. Ahora habrá que esperar para descifrar si esto es el comienzo de una nueva era o solo un repunte temporal de la inflación, como sostiene gran parte de los banqueros centrales.
Desde el banco nórdico SEB comentan que las expectativas hablaban de una desaceleración del IPC en junio en comparación con abril y mayo, no obstante "la tasa iba a seguir siendo alta en comparación con la tendencia anterior a la pandemia". Finalmente, la inflación ha vuelto a dar otro salto y se ha situado en el 5,4% interanual, con un alza del 0,9% mensual (frente al 0,4% esperado), unos datos mucho más altos de lo que se esperaba.
Diferentes tipos de efectos relacionados con la pandemia continúan afectando a la inflación. La Oficina de Empleo de EEUU revela que el índice de precios de automóviles y camiones usados siguió creciendo de forma pronunciada, aumentando un 10,5% en junio (mensual, una auténtica locura). Este incremento representó más de un tercio del aumento de todos los elementos ajustados estacionalmente. El índice de alimentos ha repuntado un 0,8% en junio, mientras que el índice de energía ha subido un 1,5% en junio, y el de la gasolina aumentó un 2,5% durante el mes.
"La tendencia subyacente de los precios es difícil de interpretar con fuerzas que tiran en direcciones ligeramente diferentes. Después de todo, lo importante es si la alta inflación está aquí para quedarse o si es temporal", aseguran los expertos del SEB.
Por lo pronto, la inflación subyacente o core se ha situado en el 4,5% interanual en junio, máximos desde finales de 1991. Esta inflación resulta más fiable al eliminar de la cesta los componentes más volátiles, como son la energía o los alimentos sin procesar.
Esta subida del IPC subyacente es el reflejo de los cuellos de botella en las cadenas de suministros (chips semiconductores, materias primas...) que están generando escasez de algunos bienes y disparado el precio de otros (los coches y camiones de segunda mano, por ejemplo, cuya demanda aumenta a medida que la escasez de chips frena la producción de los de primera mano).
Por ahora, la energía está jugando un papel muy importante en este efecto base del IPC general, puesto que el petróleo cayó a mínimos históricos durante abril y mayo de 2020, por lo que al realizar la comparación interanual con este 2021 (los precios del crudo se han recuperado), las tasas de variación eran asombrosas. Ahora, este impacto debería comenzar a reducirse salvo que el petróleo suba a un ritmo aún superior.
La inflación está superando claramente el 2% que marca la Fed como objetivo. Sin embargo, la última modificación en su mandato da cabida a que se produzcan este tipo de episodios durante un tiempo para compensar periodos de baja inflación, como fue el año 2020. Esto da margen a la Reserva Federal para mantener los tipos de interés en el 0% y su programa de compra de bonos aunque los precios sigan superando con creces el 2% que tiene de meta en el largo plazo. La pregunta es cuánto tiempo se mantendrá inmóvil la Fed o hasta dónde puede dejar que suba la inflación (aunque sea de forma temporal) antes de comenzar a tomar medidas.