El déficit fiscal de Costa Rica llegó a 1.3 billones de colones, es decir el 4% del PIB, y el gobierno sigue buscando financiarse con deuda en el extranjero, vendiendo bonos para pagar negocios sucios y pensiones de lujo, corrupción rampante e imparable que ya permeó a todos los poderes de la república.
Por otro lado la población adormecida por el sistema paternalista del papá Estado que “se hace cargo de todo y de nada”, y un sumergimiento colectivo poblacional en la ignorancia perpetua, apuntalada por buenas cantidades de pan y circo -deportes y espectáculos-, juran que la cosa nunca estuvo mejor al leer en los titulares de una prensa vendida al establecimiento (Bill Clinton Telecomunications Act 1996) que este año la bolsa de valores ha roto varias veces el récord al alza, conforme los fundamentos de la economía gritan a viva voz el colapso inminente del sistema económico global ( baltic dry index, velocidad del dinero, caída del dolar, intereses en cero por 10 años, colapso en ventas de autos, de tiendas detallistas, préstamos para educación, fracking, tarjetas de crédito, y la emisión del equivalente a $200 mil millones al mes para evitar la caída del sistema desde hace 7 años).
La reciente experiencia de Grecia nos da un buen indicio de lo que estaría por vivir la pequeña nación centroamericana de Costa Rica. Sus gobiernos han venido robándose al país sistemáticamente. Una clase política privilegiada vive en su máxima expresión una organización criminal organizada, que corrompió al poder judicial desde sus cimientos, y que se financia con bonos vendidos en el extranjero. Los tenedores de esos bonos vendrán por su dinero nacido del aire, y al no tener el país de dónde sacar para pagar, terminará como Grecia entregando por nada sus riquezas naturales -léase maderas de áreas protegidas-, puertos y aeropuertos, eventualmente tomen nuestra agua y hasta se lleven los dos mares que bañan nuestras costas.
Mi país lleva demasiado tiempo adormecido, idiotizado por una forma de vida falsa basada en la deuda que tarde o temprano nos tocará enfrentar, entonces veremos el llanto y crujir de dientes de una población que clama por un gobierno, pese a haber vivido en medio de un desgobierno por más de 45 años.
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