Pues ya llegó el día, empezó el curso y esto tiene pinta de ser largo y duro... paciencia... esperanza...
A las obligaciones legales que nos regulan como las mascarillas, se unen las recomendaciones de los centros, duchas según salen, lavado de ropa diario, desinfección de cosas que vienen del colegio... En fin para una familia numerosa son muchas cosas que tendremos que hacer todos los días, pero desde luego no será por ganas.
El problema es que aunque muchas de las medidas puedan parecer estúpidas (algunas no solo parecer), tenemos que ver que estamos en un ambiente hipertenso, y que cualquier reacción se puede magnificar por la otra parte y tener consecuencias impensables. La comprensión al de al lado es fundamental y una vez que lo hagamos empezaremos a empujar fuera de nosotros ese egoismo que no nos deja ver más allá de nuestro beneficio.
Porque muchas veces ese afán por luchar por lo nuestro, no nos deja ver que hacemos daño a nuestro compañero, pudiendo incluso llegar a estropear una relación necesaria en nuestra vida.
Esta nueva situación la vamos a tener que arreglar (y vivir) nosotros, no podemos esperar a que nos la solucionen unos políticos que viven a años luz de la realidad y para eso todas las manos son pocas, y todas las manos suman...