La historia comenzó con aquel padre abandonador; debido a sus miedos de joven no estuvo preparado para ser responsable por el embarazo de su novia de cole.
Pasaron 18 años de dolor e incertidumbre, la niña creció sin padre; su madre trabajó en lo que se le presentó; y le cumplió la promesa de llevarla a terminar con honores la secundaría. El día del grado, apareció en el hogar un ramo de rosas variadas, con esta nota: “Mi bella niña te felicito por tu grado; si puedes perdóname por no ayudarte a crecer”-La joven contestó- “Ven a casa, abrázame y comencemos otra historia”