“Edades Perdidas” de Vicente Gerbasi (1013-1992), tiende un
puente a esta lejanía, a esta historia pura de la memoria. Eran los
hermosos tiempos de las palabras evocadoras, orales, apegadas
a una contemplación Edénica. Tenía que venir su poesía, en
búsqueda de un lenguaje depurado, exacto, a llevarnos de las
<manos a esas edades amadas, donde el color, el alma, la música, eran encarnación de lo divino.
Así una geografía nos va deslumbrando en estas páginas, la fauna, los climas de una geografía soñada, o tal vez inventada, del amor que busca en las nubes momentos de regocijo, de trascendencia, esas nubes que cuenta Gerbasi le hablaban mientras desde una ventana del avión que le traía a Maracaibo, le sustraían de la realidad, el vuelo, el temblor.
Mirar para así descender al pozo de la memoria, en búsqueda de esa inmediatez que admite sólo lo inefable, y que sólo el poema logra bordearlo como un cortejo inicial de lo luminoso.
El encanto de la memoria se desliza a lo genealógico, a sus antepasados que le han dado tanto esplendor a su poesía expresada en libro como “Mi Padre el Inmigrante” y “Los Espacios Cálidos”, cuyas sabias parecen torrentes que inundan un espacio maravilloso de aquellos poemas sintéticos, hermosos que fueron apareciendo en sus últimos libros, principalmente del que nos ocupa y de otro, no menos interesante como “Retumba como un "Sótano del Cielo”. Estos libros contienen un sumo o síntesis de aquellos. El poema “Días” bien así lo expresa: “Mi soledades | no perteneces a mi memoria, | sino a mis antepasados | que vieron volar | un gavilán | alrededor del día | en el cielo | de las montañas. | Cumbres que se iluminan | con el alba. | Nubes delgadas | entre rocas de búhos. Me alegro al amanecer | porque descubro el mundo | en los ojos de un pájaro”.
Edades perdidas que se entrelacen con las ricas vivencias espirituales del poeta en un presente que es el esplendor de su tierra tan rica en bellezas, mágicas, abigarradas y un decir, un habla que encuentran su razón y eco en su escritura.
Libro que nace de la nostalgia por lo tanto vivido, por lo tanto amado, desde el centro de la irradiación de su sensibilidad que fue Canoabo, tierra que dio cobijo a su padre como emigrante italiano, hasta extenderse a otras comarcas que despertaron en él la pasión por el viaje, la cultura universal de tantos pueblos.
Libro que rescata la pasión desinteresada por la poesía como un
tesoro insustituible por cualquier tesoro material que tanto ha
enfermado a la civilización moderna, en palabras estremecedoras
de Gerbasi: “Estoy abandonado, buscador de poesía. | Así he
perdido diamantes | viendo una orquídea | en el brillo de la lluvia".